Frente a las crecientes medidas de excepción por el Covid-19, en Porto Alegre salimos a colar unos afiches, para que el miedo no sea el único estímulo en las calles.
Porque sabemos que cuando el poder dice preocuparse por nosotros, necesitamos urgentemente desconfiar de él.
La normalidad que defienden, en estos tiempos de pandemia, saldrá triunfante de ella, con un control propio de un estado de guerra, impuesto en nombre de la salud y seguridad. Así, para nosotrxs, lxs anárquicxs, es imposible defender esa normalidad, no defenderemos una vida de miseria. Por eso, no retrocedemos al colmo de fomentar plataformas alternativas, consumos alternativos, espiritualidades alternativas, lecturas alternativas, sumisión alternativa que ayuden a pasar la cuarentena online.
Algunos recuerdos urgentes sobre nuestras decisiones y acciones anárquicas.
Para quien se pregunte por qué lxs anárquicos no podemos simplemente aceptar las órdenes de seguridad y prevención del Covid-19, queremos recordar que:
Lxs anarquistas, hace casi un siglo, decidimos no alimentarnos con la industria de muerte del consumismo, e aprendimos con nuestrxs compañerxs sobre vegetarianismo o naturismo. Prácticas que fuimos reforzando, después, con el veganismo, y aun con nuestro rechazo y combate contra los agrotóxicos y la comida industrial. Así, el FLT (Frente de Liberación de la Tierra) y el FLA (Frente de Liberación Animal) irrumpieran destrozando mataderos, granjas, criaderos, carnicerias… Y lxs anárquicxs atacamos supermercados y restaurantes como Mc Donalds, consientes de que eso no era alimento sino mercadería que nos envenena e debilita.
También decidimos y hace mucho tiempo, rechazar el control que el sistema de salud del Estado quiere constantemente imponer sobre nuestros cuerpos, uniformizando nuestras formas de nascer, de curar, de “higiene”, de alimentación. También nos negamos a aceptar, indiferentes, el sistema de “salud mental” de la psiquiatria, consientes de que esas son armas siniestras de la industria farmacéutica que controla buena parte del mundo, colaborando para formar una masa trabajadora medicada e conformada con la vida que le imponen. En respuesta, siempre tuvimos acciones, desde lienzos hasta ataques contra farmacias y farmacéuticas, que marcaron nuestro afán de librarnos de la “industria de salud”.
Lxs anarquistas, desde que comenzamos a nos decir anarquistas, cultivamos un sentido crítico que nos impide creer en los medios y voces oficiales de la dominación o de los falsos críticos, consientes de que estos mensajes no rechazan a la autoridad, que es nuestro rumbo, sino que llaman a la obediencia y a la normalidad. Con el pasar de los tiempos aprendimos pues, a desconfiar también de las nuevas tecnologías, de las “redes sociales” y de la avalancha desinformativa. Y, consecuentemente, atacamos sus antenas y canales de televisión, sus radares, los que nos controlan y vigilan día a día.
Nosotrxs nos negamos profundamente a obedecer, porque no reconocemos amos ni dioses ya que sabemos que su Dios, el dictador eterno, unido a los que dominan, es uno de los motores de la sumisión de la obediencia, de la falta de reflexión y decisión individual. Así, hace siglos que venimos quemando iglesias para liberarnos, con fuego, de ese dominio que adormece con esperanza a los que son explotados.
Y aún más, lxs anarquistas deseamos que el orden imperante se acabe y hicimos nuestra parte desde el magnicidio hasta la detonación de edificios.
Y al hacer una barricada, un día cualquiera, al quemar máquinas, bancos o unos carros de lujo, decidimos insistentemente, romper el flujo del capital, ese flujo que, los que aman el lucro, hoy día defienden a sangre, un flujo que sabemos garantiza el funcionamiento de la máquina.
Y mientras unos quieren que la máquina no pare, nosotros necesitamos destruirla porque es ella la que nos mata y enferma.
En resumen, porque los anarquistas decidimos atacar la dominación, hoy como ayer, no solamente alejamos nuestros cuerpos de sus venenos, nuestras mentes de sus manipulaciones y mentiras, sino que también nos preparamos para resistir. Como resistieron nuestros compañeros, años de aislamiento en las cárceles del F.I.ES. (régimen de aislamiento en España), en las cárceles de los Estados Unidos y en todas las cárceles.
Nos preparamos para resistir las torturas, como nuestros compañeros del caso “red” y Ilya Romanov en Rusia. Nos preparamos para resistir persecuciones eternas como Marco Camenish y Gabriel Pombo da Silva. Nos preparamos para combatir con todas nuestras fuerzas la vida de miseria que quieren imponernos, como combatieron, por casi 4 meses en las calles, los compas en Chile.
La paralización y la muerte del orden imperante es algo que siempre soñamos provocar, que el miedo no nos desconcentre. Las migajas del Estado no dejan de ser migajas a base de reformas en tiempos de crisis.
Por eso todo, y ciertamente por muchas más, por demasiadas razones de odio contra los que dominan, lxs anarquistas por la anarquía, no solamente llamamos a desobedecer, negándonos a retroceder frente a esta “crisis” globalizada. Llamamos a la desobediencia por la guerra social.
Y estamos llamando, desde diversas partes del mundo, sin coordinaciones ni mandos, a desobedecer y no quedarnos en prisión domiciliar, pero nunca para que retorne la normalidad ni para defender ninguna institución del estado, comercio o iglesia. No queremos una vida rendida al control, sino la vida libre que decidimos vivir, la que implica alto riesgo, la que nos hace correr la sangre en las venas. O sea, estamos llamando a desobedecer para estar donde siempre estuvimos: en defensa de la libertad y contra toda autoridad.
Desobedezca! Viva!
Anarquistas por la anarquia.
—
Porto Alegre: Desobedeça: Viva!
Diante das medidas de exceção, em Porto Alegre, saímos para colar uns cartazes para que o medo não seja o único estímulo nas ruas. A “normalidade” que, nestes tempos de pandemia, defendem sairá triunfante com um controle próprio dum estado de guerra, que estão impondo pela saúde e segurança. Então, para nós, os anárquicos, é impossível defender essa normalidade. Não será essa vida de miséria que defenderemos. Porque sabemos que quando o poder diz se preocupar conosco… precisamos urgentemente desconfiar. Assim, não recuamos nem fomentamos plataformas alternativas, consumos alternativos, espiritualidade alternativa, leitura alternativa, submissão alternativa e passar online a quarentena.
Algumas urgentes lembranças sobre nossas decisões e ações anárquicas. Para quem se pergunte porque xs anarquistas não podemos aceitar acriticamente as ordens de segurança e prevenção pelo Covid-19, queremos lembrar que:
Os anarquistas, há um século decidimos não nos alimentar com a industria da morte e consumismo, e aprendemos com nossos companheiros sobre o vegetarianismo, o naturismo, práticas que fomos reforçando logo com o veganismo e ainda mais com o rechaço e combate contra o veneno dos agrotóxicos e da comida industrial. Assim, o FLT (Frente de Libertação da Terra), o FLA (Frente de Libertação Animal) irromperam destruindo açougues, matadouros, granjas de morte, e os anárquicos atacaram supermercados, Mc Donalds, cientes de que isso não era alimento mas mercadoria, que nos envenenava e enfraquecia.
Também decidimos, há muito tempo atrás, rechaçar o controle que tenta impor o sistema de saúde do Estado sobre nossos corpos, uniformizando as formas de nascer, de se curar, de se limpar, de se alimentar; porque também nos negamos a aceitar indiferentes o sistema de “saúde mental” da psiquiatria, cientes de que essa uniformização apenas servia às industrias farmacêuticas que controlam boa parte do mundo e aos desejos de ter uma massa trabalhadora, medicada e conformada com a vida que impõem. Assim, desde faixas e publicações até ataques contra farmacêuticas marcaram nossa procura de nos libertar da industria da “saúde”.
Porque os anarquistas desde que começamos a nos chamar como tais cultivamos um senso crítico que no impede acreditar na mídia e nas vozes oficiais da dominação ou de seus falsos críticos, cientes de que essas mensagens não são de rechaço à autoridade, mas de obediência e normalidade, e assim aprendemos também a desconfiar das novas tecnologias, das redes “sociais” e da avalanche des-informativa. E em consequência, atacamos suas antenas e canais de tv, e também os celulares que nos vigiam e controlam nos isolando e abobando cotidianamente.
Nos negamos a obedecer porque não reconhecemos amos nem deuses, já que sabemos que o Deus ditador eterno unido aos que dominam é um dos motores da submissão, obediência e irreflexão. Assim, há séculos queimamos igrejas, para nos liberar com fogo desse domínio que adormece com esperança aos que são explorados.
Porque desejamos que a ordem imperante se acabe, e fizemos nossa parte desde o magnicídio, o regicídio, até a detonação de prédios. Porque ao fazer uma barricada, um dia qualquer, ao queimar as máquinas, os bancos ou uns carros de luxo, decidimos quebrar o fluxo do capital, esse fluxo que hoje os que amam o lucro e o controle defendem a sangue, e que sabemos garante o funcionamento da máquina. Uns querem que a máquina não pare, nos achamos que precisamos destruí-la porque é ela que nos mata e adoece.
Em resumo, porque nos decidimos a atacar à dominação e para isso não apenas afastamos nossos corpos de seus venenos, nossas mentes de suas manipulações e mentiras mas, e sobretudo, nos preparamos para resistir, como resistiram todos nossos companheiros aos regimes de isolamento, por anos, no F.I.E.S. (regime de isolamento nas penitenciárias da Espanha), nas prisões dos E.U.A. e em todas as cadeias, nos preparamos para resistir às torturas como resistem nossos companheiros do caso “rede” e Ilya Romanov na Rússia. Nos preparamos para resistir perseguições eternas como resistem Marco Camenish e Gabriel Pombo da Silva, para combater com toda nossa força a vida de miséria que nos querem impor, como combateram por mais de quatro meses xs compas no Chile.
A paralisação e morte da ordem imperante foi algo que sonhamos provocar, que o medo não nos desconcentre. As migalhas do Estado, não deixam de ser migalhas com reformas em tempos de crise.
Por isso e, certamente por muitas, demasiadas razões de ódio contra os que dominam, os anarquistas pela anarquia, não apenas chamamos a desobedecer nos negando a recuar diante de esta ou outra crise globalizada. Se chamamos a desobediência é pela guerra social. E estamos chamando, desde diversas partes do mundo, sem coordenações nem chefias, à desobedecer e não ficar na prisão domiciliar, mas jamais para que regresse a normalidade, nem para defender instituição nenhuma do estado, comércio ou igreja, mas para viver a vida livre que decidimos viver, ou seja para estar onde sempre estivemos: na defesa da liberdade e contra toda autoridade.
Desobedeça! Viva!
Anarquistas pela anarquia.