Introducción
El pasado viernes 20 de marzo se decretó desde las 00 horas la cuarentena total en el
territorio dominado por el Estado Argentino, luego de algunos meses de ver noticias que parecían lejanas, y unas últimas semanas de paranoia creciente entre medios de
comunicación y cadenas nacionales del Presidente, finalmente lo declararon, desatando un auge de escape de las clases medias altas hacia sus casas de veraniego, compras desmedidas en supermercados y un llamado a quedarse en casa con menos de 4 horas de anticipación.
Si bien el terreno fue preparado con anterioridad, ante la falta absoluta de una preparación económica y social, como responden las lógicas del Estado y el Capital, esta cuarentena es ejecutada por distintas fuerzas armadas en las calles, operando con mayor o menor impunidad dependiendo las zonas más o menos pudientes del país, con la instantánea aparición de videos en donde las distintas policías avanzan sobre los barrios con ametralladoras y fusiles en mano, persiguiendo en motos a quienes se encuentren circulando obligándolxs a volver corriendo a sus casas, una señora atropellada por un patrullero, y una larga lista de la correa policial desatada en un territorio cercano a la militarización.
El mensaje de guerra, al igual que en la mayoría de los países infectados, fue lanzado al aire como excusa de esta pandemia, y entre algunos desafortunados análisis que intentan apuntar a una conspiración global, queda en evidencia que el virus es el capitalismo y dicha conspiración es solo una enfermedad desatada a niveles globales en sociedades basadas en la explotación y la miseria, queda nuevamente a la vista de todxs que la sociedad de clases termina perjudicando a lxs mismxs de siempre, a lxs que siguen exponiéndose obligadxs a ir a trabajar y a todxs aquellxs que no gozan del permiso (en una economía basada en un 40% de trabajo informal) y deben permanecer encerradxs viendo como sus deudas aumentan y la salud mental se deteriora, o enfrentarse a ser detenidxs y torturadxs por el Estado.
Delación y medios de comunicación
La campaña del terror está afianzada con el constante bombardeo de los medios de
comunicación nacionales, siendo probablemente la punta de lanza de la sociedad de control, ya que si bien el amedrentamiento policial es tangible y evidente, este se mantiene detrás del manto del #quedateencasa, llegando a un momento en que bajo la idea de “responsabilidad” se justifica abiertamente la represión desde la hipocresía progresista, nuevamente la consigna que repite que “si te quedas en casa no te va a pasar nada”, el miedo cambio de color rojo a verde, y nos demuestra que la concepción del enemigo interno es independiente del tiempo y las formas, cualquiera sea la razón que pueda generar una perturbación en el orden social, esta debe ser aplacada con la cárcel y la persecución.
Y a sabiendas incluso que vivimos en una sociedad carcelaria, se vuelve sumamente obscena la campaña emitida desde el poder para justificar la salida militar a las calles, aun necesitando una justificación, la cual es acatada en gran medida por una importante porción de la población que votó contenta en las últimas elecciones.
Dentro de este contexto de paranoia, la delación ciudadana se vuelve moneda corriente, lxs mismxs que ayer lucían sus remeras con el lema “nunca más” hoy llaman a la policía ante cualquier movimiento sospechoso, espían desde sus ventanas y hasta incriminan con megáfono en mano desde sus balcones en el centro de la ciudad. En medio se lanza la campaña mediática “te cuida el Estado, no el Mercado”, reforzando la falsa paradoja impuesta por el kirchnerismo, cuando justamente lo que están haciendo es proteger al mercado, o sea, a la propiedad privada, quedando evidenciada en la falta de posibilidad de realizarse un test de contagio y en los insumos en el área de salud, en contraposición al desembolse de presupuesto a todo el aparato represivo. Aun así, lxs culpables vuelven a ser lxs vecinxs, aquellxs que viven hacinadxs y no tienen posibilidad de hacer una cuarentena, exceptuando claro, a deliverys y demás trabajadorxs, ya que esxs explotadxs hoy sirven de servidumbre para aquellxs que gozan de cuarentenas privilegiadas pidiendo helado y sushi a domicilio.
El correr de la cuarentena
Según está anunciada, la cuarentena duraría hasta el 31 de marzo, aunque el discurso que empieza a circular es que esta se deba extender, hipótesis apoyada también en las migajas que el Estado afirma que distribuirá próximamente para evitar cualquier desorden, dentro de este contexto podemos animarnos a pensar en términos globales y empezar a notar un punto claro de inflexión, si bien en distintos territorios puntuales ya han padecido una extrema militarización durante largos años, como podrían ser el pueblo Mapuche, Palestina, Kurdistan, o Siria, en este caso se avala en niveles mundiales la represión contra un enemigo que no tiene cara, que no es humano, ni siquiera visible, y todxs podemos ser culpables, como una policía del pensamiento orwelliana y un panóptico individual en donde cada unx de nosotrxs vigila al otro como posible agente enemigo.
Dentro de las distintas reflexiones hechas por “intelectuales” del capital, encontramos por ejemplo a Slavoj Zizek, conocido izquierdista, quien dentro de todo el condimento repetido de las palabras académicas, reivindica la implementación de una “Red global de Salud” como una coordinación que, incluso trascendiendo el COVID-19, pueda prevenir estos casos dotando de una cuota de mayor poder a lxs cientificxs de la OMS, al mismo tiempo que afirma que “El virus es democrático, no distingue entre gente rica y pobre”, obviando que la democracia se basa justamente en esa distinción, e identificando al virus en cuestión como “un golpe al capitalismo que podría llevar a la reinvención del comunismo”.
Lamentablemente tanto este análisis, como el de otro conocido escritor, Byung Chul Han, parten desde y hacia la cúpula intelectual, parapetada tras la cómoda academia y totalmente alejada del correr de los días, mucho más de Sudamérica, aun así, algunas palabras de este último suenan más fructíferas, y respondiendo al primero dice “Žizek afirma que el virus ha asestado al capitalismo un golpe mortal, y evoca un oscuro comunismo. Cree incluso que el virus podría hacer caer el régimen chino. Žizek se equivoca. Nada de eso sucederá. China podrá vender ahora su Estado policial digital como un modelo de éxito contra la pandemia. China exhibirá la superioridad de su sistema aún con más orgullo. Y tras la pandemia, el capitalismo continuará aún con más pujanza. Y los turistas seguirán pisoteando el planeta. El virus no puede reemplazar a la razón. Es posible que incluso nos
llegue además a Occidente el Estado policial digital al estilo chino. Como ya ha dicho Naomi Klein, la conmoción es un momento propicio que permite establecer un nuevo sistema de gobierno. También la instauración del neoliberalismo vino precedida a menudo de crisis que causaron conmociones. Es lo que sucedió en Corea o en Grecia. Ojalá que tras la conmoción que ha causado este virus no llegue a Europa un régimen policial digital como el chino. Si llegara a suceder eso, como teme Giorgio Agamben, el estado de excepción pasaría a ser la situación normal. Entonces el virus habría logrado lo que ni siquiera el terrorismo islámico consiguió del todo.”
Y es que queda claro a la vista de la situación, que el Capital está lejos de tambalearse, podrán perderse en la paranoia algunos mercados y el mundo de las finanzas, pero antes que perder sus posiciones de poder, y lógicamente en una sociedad basada en la autoridad y la dominación, primero buscarán nuestra sumisión o la muerte.
Siempre apuntando a la revuelta
El mundo de la distopía es y siempre fue este, acá estamos y la realidad siempre es más implacable que nuestros deseos, lo que hoy es un virus, que debe ser afrontado y contra el que tenemos que aprender a convivir, mañana será algún desastre natural y la constante puesta en marcha de la civilización, este es el panorama que planteaba desde hace ya algún tiempo “Desierto” (Ediciones L’anomia) y siempre nos pega en la cara antes que podamos acertar de donde viene el golpe, y es coherente, en el frenesí asfixiante de lo cotidiano poco se puede hacer más que informarse y convencerse, hasta que finalmente acá estamos y será necesario afrontarlo como sea.
Esta es también una oportunidad para estudiar el actuar de las fuerzas armadas, dónde ubican sus puntos de control en las ciudades, cómo funciona su vigilancia y represión, y por lo tanto qué posibilidades encontramos tras de ellas para agitar la revuelta, al mismo tiempo que ya distintxs compañerxs editan propaganda e intentan afianzar lazos comunitarios encontraposición a las lógicas policiales, los puntos de ruptura e inflexión son también momentos en los que es necesario tensionar nuestras relaciones sociales, nunca de escondernos tras alguna mascara estúpidamente misantrópica, al contrario, afrontar esta realidad es apuntar las armas contra el Estado y no dejarnos apaciguar por su aparato mediático, político y ciudadano.
Que la cuarentena fortalezca nuestras ansias de libertad
y reafirme nuestra negación de toda autoridad.