Contra el miedo y el control, la revuelta explota en las cárceles italianas.
Desde hace unas semanas, la gestión del gobierno ante la aparición de la epidemia del coronavirus se ha extendido por toda Italia, desde la
creación de “zonas rojas” cada vez más grandes ubicadas especialmente en el norte. Allá, el gobierno ha probado gradualmente medidas cada vez más radicales para restringir la libertad: prohibición de eventos públicos y manifestaciones, prohibición ceremonias religiosas y civiles (incluidos
los funerales), cierre de cines, salas deportivas y supermercados, toque de queda para bares, ninguna atención en hospitales públicos excepto
emergencias, cierre de escuelas y universidades. Con el pretexto de proteger a la población y prevenir el contagio, todas las formas de sociabilidad han sido limitadas o claramente prohibidas por la ley.
El 8 de marzo, el Presidente del Consejo de Ministros, Giuseppe Conte, firma el enésimo decreto que prohíbe cualquier manifestación o reunión
pública y cualquier tipo de movimiento de entrada o salida en la región de Lombardía y los departamentos de Módena, Parma, Piacenza, Reggio
nell´Emilia, Rimini, Pesaro y Urbino, Alessandria, Asti, Novara, Verbano-Cusio-Ossola, Vercelli, Padova, Treviso, Venecia. Si el
aislamiento y el control se vuelven cada vez más difíciles afuera, las situación se vuelve insoportable dentro de las jaulas donde, durante dos
semanas, visitas y actividades complementarias (trabajo, sociabilidad, permanencia, etc.) están suspendidas hasta nuevo aviso, con el pretexto
de evitar el contagio en las cárceles, y en particular, para proteger a los guardias. Con el decreto del 8 de marzo la prohibición se
generaliza: no se permitirá ninguna visita, parlatorio, libertad condicional o permisos especiales hasta el 31 de mayo.
La prohibición de los parlatorios y visitas, que ya normalmente son muy estresantes -hacer cola frente a la jaula mientras hay que esperar para
poder entrar y someterse a la humillación de la revisión- significa la privación de cualquier forma de contacto con el exterior y un
aislamiento casi total. También significa la privación de la posibilidad de tener acceso a productos y bienes básicos (alimentos, ropa limpia,
dinero, etc.) que son de importancia fundamental para la vida en la cárcel. Esta medida despierta poco tiempo después de su anuncio la rabia
de lxs detenidxs y familiares.
Las primeras revueltas contra esta situación estallaron en la noche del sábado 7, con la difusión pública de la versión completa del decreto
siendo validado. Es en Salerno y Nápoles, en las dos cárceles de la ciudad, Secondigliano y Poggioreale respectivamente, donde lxs detenidxs
suben a los techos y se destruyen secciones enteras. Las respuestas de las instituciones penitenciarias son con cortes de agua, cortes de
electricidad e intervenciones masivas de las fuerzas policiales, obviamente, con violencia.
Mientras está pasando, afuera de las cárceles, familiares y compañerxs llegan para gritar su solidaridad con lxs prisionerxs en lucha y
bloquear la ruta para que se escuchen sus voces. La revuelta se propaga rápidamente: en la tarde del domingo 8 hay 20 cárceles en rebelión,
luego 27 cárceles en la noche y más de 30 en el día del lunes 9. Frente a cada una de las cárceles insurgentes, se reúnen grupos de familiares y
solidarixs, en todas partes se ve humo saliendo y se escucha gritos de “¡Libertad! ¡Amnistia!”. Los helicópteros sobrevuelan los edificios en
llamas, mientras que en varias cárceles los policías antidisturbios y los GOM (equivalentes a los Eris en francia, imagino que en chile puede
ser gendarmería, que es la institución armada de seguridad pública que se encarga de las cárceles o puede ser Fuerzas Especiales FF.EE ) se
están preparando para entrar y restablecer el orden con represión.
En la prisión de Sant’Anna en Módena, en el centro de Italia, los disturbios comienzan el domingo por la tarde. Según informaciones que
vienen del interior, lxs detenidxs se atrincheraron e incendiaron varios edificios, y el personal (guardias y enfermerxs) tuvo que irse. Se dice
que la oficina de registro fue quemada. Luego llega la represión de forma muy violenta. Lxs familiares reunidos frente a la cárcel dicen que
vieron a lxs policias sacar detenidxs esposadxs mientras lxs golpeaban, al mismo tiempo que escuchaban ruidos de disparos. Ochenta detenidxs son
transferidxs, muchxs otrxs llevadxs al hospital, varixs otrxs en cuidados intensivos. Según las últimas noticias, siete o más,
probablemente ocho detenidos, han perdido la vida durante la revuelta o después, durante el traslado. Según la prensa oficial, seria a causa de
“sobredosis” de medicamentos que lxs detenidxs robaron en un asalto a la enfermería durante la revuelta. Se dice que el 9 de marzo otros dos
prisioneros murieron por la misma razón en las cárceles de Verona (Véneto) y Alessandria (Piamonte) y tres en la mañana del 10 en la
prisión de Rieti. Se puede ver el miedo a lxs periodistas biempensante, que intentan desacreditar las revueltas sin transmitir las
reivindicaciones políticas de lxs prisionerxs: ¡amnistía y libertad para todxs!
Pero cuanto más la prensa burguesa y el estado intentan soplar el fuego de la revuelta para apagarlo, más se extiende a otras regiones. En
Pavía, en la tarde del 7, lxs detenidxs en rebelión logran tomar las llaves de los gurdias, pudiendo liberar a lxs otrxs detenidxs, luego
toman como rehenes a un guardia y al comandante de la policía en la cárcel. Aquí también lxs rebeldes encienden fuego. En cada nueva
revuelta, prisionerxs intentan escapar, y a veces lo consiguen, como por ejemplo en Palermo (Sicilia), Frosinone (Lazio) y Foggia (Apulia), donde
escaparon 70 personas. La intervención de los soldados no cambia la situación: 20 persona fueron atrapadas, sin embargo 50 aún están en
libertad, a quienes les deseamos buena suerte. Las cifras que comienzan a circular, hablan de 300 detenidxs escapadxs, de los cuales solo se
capturó unxs 30 de ellxs.
De sur a norte, las jaulas se prenden. El lunes por la mañana es el turno de Milán, Bolonia, Lecce y muchas más. El gobierno acaba de
declarar a toda Italia como una “zona roja”. La Administración de Prisiones sigue callada. La represión continúa, pero no desanima la
solidaridad del exterior: en varias ciudades, frente a las cárceles, cercanxs y solidarixs gritan su apoyo y bloquean las calles para evitar
el movimiento de guardias y soldados. En Bolonia, lxs presxs toman el control de la prisión, mientras la policía trata de dispersar a lxs
compañerxs que se manifiestan en masa afuera. En Melfi (Basilicata) lxs rebeldes retienen a un grupo de guardias como rehenes. Luego en Milán,
después de San Vittore, toman las cárceles de Opera y Bollate en Roma.
Después de la prisión de Rebibbia la revuelta explota en Regina Coeli. Frente a esta resistencia, la represión se ensaña contra lxs detenidxs.
No necesitamos analizar las revueltas en curso, éstas hablan por sí mismas del colapso de un sistema que encierra y controla desde el miedo
y la amenaza. Debemos y queremos estar frente a todas las cárceles en apoyo a lxs rebeldes y sus familiares, para que estos lugares sigan
siendo solo cenizas.
¡Fuoco alle galere! ¡Fuego a las cárceles !
Aquí hay una lista no exhaustiva de cárceles en revuelta :
Salerno (Campania)
Naples (Campania)
Cassino e Frosinone (Latium)
Carinola (Campania)
Frosinone (Latium) + fuga
Modène – 8 detenidx muertxs
Poggioreale – Naples
Secondigliano – Naples
Vercelli (Piedmont)
Rebibbia – Rome
Bari (Pouilles)
Alessandria (Piedmont) – 1 detenido muerto
Palerme +fuga
Brindisi (Pouilles)
Ariano Irpino (Campania)
Cremona (Lombardie)
Pavia (Lombardie)
Gêne (Liguria)
Reggio Emilia (Emilia Romagna)
Barcellona Pozzo di Gotto (Sicile)
Trani (Sicile)
Augusta (Sicile)
Foggia – fuga (Pouilles)
Verona – 1 detenido muerto
San Vittore – Milan (Lombardie)
Bergamo (Lombardie)
Matera (Basilicata)
La Spezia (Liguria)
Larino (Molise)
Lecce (Pouilles)
Rieti (Lazio) – 3 detenidos muertos
Vallette (Turin)
Dozza – Bologne
Santa Maria Capua Vetere (Campania)
Opera – Milan (Lombardia)
Bollate – Milan (Lombardia)
Regina Coeli – Rome
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Desde Marseille, 10 Marzo 2020.
Contra el miedo y el control, la revuelta explota en las cárceles italianas.