La noticia de ayer es que, según una encuesta, el 72% de los italianos cree que es correcto denunciar a la policía a los que no respetan las prohibiciones antipandemia. Cualquier reunión o celebración en las casas de los vecinos debería ser denunciada. Casi tres italianos de cada cuatro espían el comportamiento de sus vecinos, dispuestos a llamar a la policía si alguien se atreve a reunirse y divertirse con sus amigos… ¿Y qué hay de todos esos potenciales asesinos en masa que se atreven a salir a correr, pasear a sus perros, dejar a sus hijos jugar – tal vez con sus amigos – al aire libre?
La noticia de hoy es lo que le sucedió en Calabria a uno de los ejemplares de este 72%, que había publicado en internet un video que mostraba uno de los muchos controles “para la contención epidemiológica” que se realizan en las calles. En este video había filmado… mmm, cómo decirlo… la persona que no debería haber filmado… la persona equivocada… o mejor dicho, la que tenía el pariente equivocado. Este último, una vez informado de que un familiar había sido sorprendido con las manos en la masa y colgado en internet, pensó que era una buena idea ir a felicitar al autor del vídeo personalmente. De hecho, para difundir tales imágenes, hay que tener un alto sentido del deber cívico y de orgullo nacional. El pariente “equivocado” apareció entonces en la puerta del apartamento de donde se había tomado la grabación, llamó a la puerta, y después de un inútil intercambio de palabras sobre el valor de la discreción-privacidad, sacó un arma, haciendo resonar toda su admiración. Por desgracia, el pariente, ni siquiera tan errado, fue arrestado y por lo tanto, de ahora en adelante tendrá que permanecer encerrado en una celda en lugar de estar encerrado en la sala de estar, ya no podrá dispensar sabias lecciones “metete-en-tus-asustos” [cazzisuologia]. En cuanto a su involuntario pupilo, pasará el resto de sus días cojeando.
¿Quién sabe si le bastará para alejarse de la ventana y sobre todo no entrometerse en la vida privada de los demás?