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Contenido:
– La contradicción fundamental de la revuelta proletaria actual
– La autoalienación y autodestrucción del proletariado como clase del
Capital
– La autoabolición del proletariado como la clave de la revolución
comunista y el comunismo como movimiento real y contradictorio
– Comunismo o extinción
– Posdata “pesimista” revolucionaria en tiempo de coronavirus
Extracto:
En todo el mundo estalla la revuelta*, pero en todo el mundo falta la
revolución. ¿Por qué? A continuación, una respuesta tentativa pero
contundente.
La razón coyuntural es porque esta sociedad de clases recién está
saliendo de un periodo histórico contrarrevolucionario (aproximadamente
desde la década de 1980) y entrando a un periodo histórico de ascenso e
intensificación de la lucha del proletariado mundial contra el
Capital-Estado mundial (2008-2013 y 2019-202?). Lo cual, a su vez,
recién está empezando a alterar la correlación de fuerzas y las
condiciones para una posible situación revolucionaria, en vista de que
la revuelta proletaria ha hecho temblar a la burguesía y sus gobiernos,
pero todavía no los ha derrotado ni enviado al basurero de la historia.
Como dicen los compañeros del grupo Barbaria, este es un «periodo
bisagra» que hay verlo no como una fotografía sino como una película que
contiene flujos (revueltas), reflujos (vueltas a la normalidad), nuevos
flujos y un final abierto. Un periodo histórico que transita entre la
contrarrevolución y una posible situación revolucionaria a nivel
mundial; para la cual, sin embargo, todavía falta mucho.
La razón estructural o de fondo es porque el proletariado todavía no es
una clase revolucionaria, a pesar de que hoy en día la crisis
capitalista sea más generalizada y grave que nunca antes, y de que la
actual oleada mundial de revueltas de los explotados y oprimidos sea un
embrión y un jalón hacia delante de la revolución social o, al menos, de
su necesidad y su posibilidad. Con mayor o menor grado de autonomía
organizativa y de violencia callejera, la clase proletaria hoy en día
está luchando contra el orden capitalista en casi todas partes, pero eso
no es suficiente: en última instancia, el proletariado es revolucionario
o no es nada, y sólo es revolucionario cuando lucha, no por “una vida
digna y justa” como clase trabajadora, sino por dejar de serlo. Sí, el
proletariado sólo es revolucionario cuando lucha por dejar de ser
proletariado, esto es cuando lucha por su autoabolición. De lo cual hay
ciertos síntomas y elementos en algunas luchas actuales (ej. luchas no
por más trabajo y más Estado sino por otra vida, aunque parezcan luchas
“suicidas”), pero todavía falta mucho para ello, porque en su mayoría
los proletarios se siguen reproduciendo como clase del trabajo y, por
tanto, como clase del Capital, y siguen interlocutando con el Estado sus
demandas de tal reproducción. Hoy por hoy, entonces, la clase
trabajadora mundial fluye y refluye entre ser clase explotada y ser
clase revolucionaria. Esta es la contradicción fundamental todavía
irresuelta de la revuelta proletaria en la actualidad y, por lo tanto,
la razón principal por la cual no se transforma en revolución social.
[…]
Sí, la revuelta no es revolución. La intermitente reemergencia del
proletariado mundial, y sus acciones autónomas y violentas contra las
fuerzas represivas (de lo que también se hace espectáculo e ilusión, ej.
la romantización de “la primera línea”), no son revolución. Pero “el
Estado socialista de transición” y “la autogestión obrera desde abajo”
tampoco son revolución (nunca lo fueron). La clave de la revolución
social es la autoabolición del proletariado, que va de la mano con la
abolición del valor, porque estas son las raíces o los cimientos del
capitalismo, entendido como la dictadura social del valor valorizándose
a costa de la humanidad proletarizada y la naturaleza.
*2019 e inicios del 2020, antes del coronavirus.
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