In Corpore Vili (en Viles Cuerpos)

“El propósito del terror y sus actos es extorsionar totalmente a los hombres para que se adapten
a su principio, de modo que ellos también, en última instancia, reconozcan un solo propósito: el de la autopreservación. Cuanto más inescrupulosos sean los hombres en su supervivencia, más se convertirán en títeres psicológicos de un sistema que no tiene otro propósito que el de mantenerse en el poder”.

Leo Löwenthal, 1945

Aquí vamos. Hace unas horas, se declaró un estado de emergencia sanitaria a nivel nacional. Casi un cierre total. Calles y plazas semidesiertas. Prohibido salir de la casa sin una razón considerada válida (¿por quién? por las autoridades, por supuesto). Prohibido juntarse y abrazarse. Prohibida la organización de cualquier iniciativa que proporcione incluso un mínimo de presencia humana (desde fiestas hasta asambleas). Prohibido estar demasiado cerca. Suspensión de toda socialidad. Advertencia de permanecer encerrado en casa tanto como sea posible, aferrándose a algún aparato electrónico en espera de noticias. Obligación de seguir las directrices. Obligación de llevar siempre una “autocertificación” que justifique sus movimientos, aunque salga a pie. Para quienes no se sometan a esas medidas existen sanciones que pueden suponer el arresto y la detención.

¿Y todo esto por qué? ¿Por un virus que sigue dividiendo a los mismos expertos institucionales sobre su peligrosidad real, como lo demuestran las mismas controversias entre virólogos de opiniones opuestas (sin mencionar la indiferencia sustancial mostrada por muchos países europeos)? Y si en lugar del coronavirus, con una tasa de mortalidad del 2-3% en todo el mundo excepto en el norte de Italia (quién sabe si es el ácido nucleico que se degrada al entrar en contacto con la polenta, o si es el delicado linaje del Valle del Po), hubiera llegado éstas tierras un Ébola capaz de diezmar la población en un 80-90%, ¿qué habría pasado? ¿Se pasaría directamente a esterilizar los focos de contagio mediante bombardeos?

Ciertamente, considerando los vínculos entre la dinámica de las sociedades industriales y la moderna concepción occidental de la libertad, no es sorprendente que se aplique una política que impone el arresto domiciliario y los toques de queda a todas las personas para frenar un contagio viral. Lo que es sorprendente, en cualquier caso, es que tales medidas se transpongan de manera tan pasiva, no sólo toleradas, sino introyectadas y justificadas por casi todas las personas. Y no sólo por los juglares de la corte que invitan a todo el mundo a quedarse en casa, no sólo por los ciudadanos respetables que se animan (y controlan) mutuamente, seguros de que “todo irá bien”, sino incluso por aquellos que hoy -frente al infeccioso hombre del saco- ya no están dispuestos a escuchar los (hasta ayer aclamados) estribillos contra el “estado de excepción”, prefiriendo tomar partido a favor de una materialidad fantasmagórica de los hechos. Por lo que vale la pena, ya que nunca como en los momentos de pánico (con el eclipse de la razón que conlleva) las palabras resultan inútiles, volvamos al psicodrama popular en curso en el Belpaese, a sus efectos sociales más que sus causas biológicas.

Si este virus vino de murciélagos o de algún laboratorio militar secreto, ¿cuál es la diferencia inmediata? Nada. Una suposición es tan buena como otra. Más allá de la falta de información y de conocimientos más precisos en este ámbito, sigue siendo válida una observación trivial: en realidad, virus similares pueden ser transmitidos por ciertas especies animales, al igual que puede haber alguien más cínico o descuidado entre los numerosos aprendices de brujo de las “armas no convencionales”. ¿Y qué?

Dicho esto, debería ser muy obvio que en el mundo actual es la información la que decreta lo que existe. Literalmente, sólo existe lo que se habla en los medios de comunicación. Lo que no dicen no existe. Desde este punto de vista, tienen razón los que sostienen que para detener la epidemia, bastaría con apagar la televisión. Sin el alarmismo mediático que se ha levantado a su alrededor, inicialmente sólo aquí en Italia, nadie habría prestado mucha atención a una forma inesperada de gripe, cuyas víctimas habrían sido recordadas sólo por sus seres queridos y algunas estadísticas. No sería la primera vez. Esto es lo que ocurrió con las 20.000 víctimas causadas aquí en Italia desde el otoño de 1969 por la influencia de Hong Kong, la llamada “influencia espacial”. En esa época los medios de comunicación hablaban mucho de ello. Desde el año anterior venía sembrando la muerte en todo el planeta, sin embargo, se consideró simplemente como una forma de influencia (gripe) más virulenta de lo habitual. Y eso fue todo. Después de todo, ¿podéis imaginar lo que habría causado la proclamación del estado de emergencia en Italia en diciembre de 1969? Las autoridades podrían haberlo hecho, pero sabían que no podían permitírselo. Habría sido la insurrección. Tuvieron que conformarse con el miedo sembrado por las masacres de Estado.

Ahora bien, ¿es sensato creer que un virus del extremo oriente ha explotado en el mundo con tal virulencia sólo aquí en Italia? Es mucho más probable que sólo aquí en Italia los medios de comunicación decidieron destacar la noticia del brote. Que se trate de una elección voluntaria o de un error de comunicación, podría ser, a la larga, objeto de debate. Lo que es demasiado obvio, por otra parte, es el pánico que han desatado. Y ¿a quién y qué beneficia?.

Porque, debemos admitir, no hay nada más capaz de sembrar el terror que un virus. Es el enemigo perfecto, invisible y potencialmente omnipresente. A diferencia de lo que sucede con los yihadistas de Oriente Medio, su amenaza se extiende y legitima la necesidad de control casi indefinidamente. Sólo hay que vigilar ocasionalmente a los posibles torturadores (a algunos), pero siempre las posibles víctimas (todas). No es sospechoso “el árabe” que deambula por lugares considerados sensibles, sino el que respira porque respira. Si un problema de salud se convierte en un problema de orden público, si se piensa que la mejor manera de curar es reprimir, entonces queda claro por qué uno de los candidatos al puesto de super-comisario de la lucha contra el coronavirus era el ex jefe de policía en la época del G8 en Génova 2001 y actual presidente de la principal industria bélica italiana (pero como los negocios son los negocios, al final prefirió un gerente con formación militar, el director gerente de la agencia nacional de inversión y desarrollo empresarial). ¿Se trata tal vez de responder a las demandas expresadas en el Senado por un conocido político, que declaró que “ésta es la tercera guerra mundial que nuestra generación se ha comprometido a vivir, destinada a cambiar nuestros hábitos más que el 11 de septiembre”? Después de Al-Qaeda, aquí está Covid-19. Y aquí están también los boletines de esta guerra a la vez virtual y viral, el número de muertos y heridos, las crónicas de los frentes de batalla, la narración de los actos de sacrificio y heroísmo. Ahora bien, ¿de qué ha servido la retórica de la propaganda de guerra en el curso de la historia, si no es para dejar de lado cualquier divergencia y movilizarse para unirse en torno a las instituciones? En momentos de peligro, no debe haber divisiones y mucho menos críticas, sino sólo un apoyo unánime bajo la bandera de la patria. Por lo tanto, en estas horas dentro de los edificios, se airea la idea de un gobierno de salud pública. Sin olvidar un primer efecto secundario nada inoportuno: quien desentone [NT: el discurso oficial, se entiende] sólo puede ser un derrotista, digno de ser linchado por alta traición.

Como ya se ha dicho, no sabemos si esta emergencia es el resultado de un proyecto estratégico premeditado o de una carrera para intentar reparar un error. Sin embargo, sabemos que – además de aplanar cualquier resistencia a la dominación quee la industria farmacéutica sobre nuestras vidas – servirá para extender y consolidar la servidumbre voluntaria, para hacer que la obediencia sea introyectada, para acostumbrarse a aceptar lo inaceptable. ¿Qué podría ser mejor para un gobierno que hace tiempo que ha perdido toda apariencia de credibilidad y, por extensión, para una civilización que claramente se está pudriendo? La apuesta lanzada por el gobierno italiano es enorme: establecer una zona roja de 300.000 kilómetros cuadrados como respuesta a nada. ¿Puede una población de 60 millones de personas actuar repentinamente y ponerse en manos de quienes prometen salvarlos de una amenaza inexistente, como un perro Pavlov babeando al simple sonido de una campana? Éste es un experimento social cuyo interés en los resultados trasciende las fronteras italianas. El fin de los recursos naturales, los efectos de la degradación del medio ambiente y el constante hacinamiento anuncian el desencadenamiento de conflictos en todas partes, cuya prevención y gestión por parte del poder requerirá medidas draconianas. Esto es lo que algunos ya han llamado “ecofascismo”, cuyas primeras medidas no serán muy diferentes de las adoptadas hoy por el gobierno italiano (que de hecho sería el deleite de cualquier estado policial). Para probar tales medidas a gran escala, Italia es el país catalizador adecuado y un virus es el perfecto pretexto transversal.

Hasta ahora los resultados para los ingenieros de anime parecen emocionantes. Con muy pocas excepciones, todo el mundo está dispuesto a renunciar a toda libertad y dignidad a cambio de la ilusión de la salvación. Si el viento favorable cambia de dirección, siempre pueden anunciar que el peligroso virus ha sido erradicado para evitar el efecto bumerán. Por el momento, han sido los reclusos asesinados o masacrados durante los disturbios stallados en una treintena de prisiones después de que se suspendieran las visitas. Pero obviamente no se trata una vergonzosa “carnicería mexicana”, sino de un encomiable control de plagas italiano. El hecho de que la emergencia ofrezca a las autoridades la posibilidad de adoptar públicamente un comportamiento que hasta ayer se mantenía en secreto se puede ver también en los pequeños hechos de las noticias: en Monza una mujer de 78 años visitó la policlínica porque sufría de fiebre, tos y dificultades respiratorias, fue sometida a TSO [Tratamiento Sanitario Obligatorio] después de haberse negado a ser hospitalizada por sospecha de coronavirus. Dado que el TSO, establecido en 1978 por la famosa ley 180, sólo puede aplicarse a los llamados enfermos psíquicos, esa hospitalización forzada fue un “abuso de poder” (como les gusta decir a las bellas almas democráticas). Uno más de los muchos cometidos a diario, sólo que en este caso no fue necesario minimizarlo ni ocultarlo, y se hizo público sin la más mínima crítica. De la misma manera, siete extranjeros culpables de… jugar a las cartas en un parque. Es lo mínimo que podría pasarle a los posibles propagadores de la plaga carentes de “sentido de la responsabilidad”.

Sí, responsabgigantescogigantescogigantescoilidad. Esa es una palabra que está en boca de todos hoy. Hay que ser responsable, un impulso que se martillea constantemente y que traducido por el neolenguaje del poder sólo significa una cosa: hay que obedecer las normas. Sin embargo, no es difícil comprender que es precisamente obedeciendo como se evita toda responsabilidad. La responsabilidad tiene que ver con la conciencia, el feliz encuentro entre la sensibilidad y la inteligencia. Llevar una máscara o estar encerrado en casa sólo porque un funcionario del gobierno lo dictó no indica responsabilidad activa, sino obediencia pasiva. No es el resultado de la inteligencia y la sensibilidad, sino de la credulidad y la habilidad condimentada con una buena dosis de cobardía. Para que sea un acto de responsabilidad debe surgir del corazón y la cabeza de cada individuo, no ser ordenado desde arriba e impuesto bajo la amenaza de un castigo. Pero, como es fácil de adivinar, si hay una cosa que el poder teme más que cualquier otra, es precisamente la conciencia. Porque es de la conciencia que nace la protesta y la revuelta. Y es precisamente para esterilizar toda conciencia que somos bombardeados 24 horas al día por los programas de televisión más triviales, entretenimiento telemático, charlas de radio, melodías de teléfono… un gigantesco proyecto de formateo social cuyo propósito es la producción de idiotez en masa.

Ahora bien, si se consideran las razones aducidas para declarar esta emergencia con un mínimo de sensibilidad e inteligencia, ¿qué saldría de ello? Que un estado de emergencia inaceptable ha sido declarado por razones no razonables por un gobierno poco fiable. ¿Puede ser creíble un Estado que ignora las 83.000 víctimas causadas cada año por un mercado en el que tiene el monopolio, y que le da un beneficio neto de 7.500 millones de euros, cuando pretende establecer una zona roja en todo el país para frenar la propagación de un virus que, según muchos de los mismos virólogos, contribuirá a causar la muerte de algunos centenares de personas que ya están enfermas, e incluso a matar a algunas de ellas directamente? ¿Tal vez ha pensado alguna vez en bloquear fábricas, centrales eléctricas y automóviles en todo el país para evitar que 80.000 personas mueran por la contaminación del aire cada año? ¿Y es este mismo Estado que ha cerrado más de 150 hospitales en los últimos diez años el que ahora pide más responsabilidad?

En cuanto a la materialidad de los hechos, permitidnos dudar si realmente queremos enfrentarnos a ella. Seguramente no lo querrán los siniestros imbéciles que, ante la masacre llevada a cabo en todos los ámbitos por esta sociedad, sólo son capaces de vitorear la venganza del “buen Estado benefactor” (con su salud pública y sus grandes obras útiles) sobre el “mal Estado liberal” (tacaño con los pobres y generoso con los ricos, totalmente desprevenido y mal preparado para afrontar la “crisis”). Y menos aún los buenos ciudadanos dispuestos a quedarse sin libertad para obtener migajas de seguridad.

Porque enfrentarse a la materialidad de los hechos significa también y sobre todo considerar lo que quieres hacer con tu cuerpo y tu vida. También significa aceptar que la muerte pone fin a la vida, incluso a causa de una pandemia. También significa respetar la muerte, y no pensar que puedes evitarla confiando en la medicina. Todos vamos a morir, todos nosotros. Es la condición humana: sufrimos, nos enfermamos, morimos. A veces con poco, a veces con mucho dolor. La loca medicalización, con su delirante propósito de derrotar a la muerte, no hace más que arraigar la idea de que la vida debe ser preservada, no vivida. No es lo mismo.

Si la salud – como la OMS ha venido afirmando desde 1948 – no es simplemente la ausencia de enfermedad, sino el pleno bienestar físico, mental y social, es evidente que toda la humanidad está crónicamente enferma, y ciertamente no a causa de un virus. ¿Y cómo se debe lograr este bienestar total, con una vacuna y un antibiótico a tomar en un ambiente aséptico, o con una vida vivida en libertad y autonomía? Si los hospitales pasan tan fácilmente la “presencia de parámetros vitales” como una “forma de vida”, ¿no es porque han olvidado la diferencia entre la vida y la supervivencia?

El león, el llamado rey de los animales, símbolo de la fuerza y la belleza, vive una media de 10-12 años hasta que es libre en la sabana. Cuando está en un zoológico seguro, su vida útil puede duplicarse. Encerrado en una jaula, es menos hermoso, menos fuerte, es triste y obeso. Le han quitado el riesgo de la libertad para darle seguridad. Pero de esta manera ya no vive, a lo sumo puede sobrevivir. El ser humano es el único animal que prefiere pasar sus días en cautiverio en lugar de en la naturaleza. No necesita que un cazador le apunte con un rifle, está voluntariamente entre rejas. Rodeada y aturdida por las prótesis tecnológicas, la naturaleza ya no sabe lo que es. Y está feliz, incluso orgulloso de la superioridad de su inteligencia. Habiendo aprendido a hacer las matemáticas, sabe que ocho días como un ser humano es más que uno como un león. Sus parámetros vitales están presentes, sobre todo el considerado fundamental por nuestra sociedad: el consumo de bienes.

Hay algo paradójico en el hecho de que los habitantes de nuestra titánica civilización, tan apasionados por los superlativos, se pongan nerviosos frente a uno de los microorganismos vivos más pequeños. ¿Cómo se atreven unas pocas decenas de millonésimas de pulgada de material genético a poner en peligro nuestra existencia pacífica? Es la naturaleza. Dicho brutalmente, hablando entre nosotros, considerando lo que le hemos hecho, también sería justo que acabara con nosotros. Y todas las vacunas, cuidados intensivos, hospitales en el mundo, nunca podrán hacer nada al respecto. En lugar de pretender domesticarla, deberíamos (re)aprender a vivir con la naturaleza. En sociedades salvajes, es decir, sin relaciones de poder, no en los estados civilizados.

Pero esto implicaría un “cambio de comportamiento” que sería muy mal recibido por los que nos gobiernan, por los que quieren gobernarnos y por los que quieren ser gobernados.

[12/3/20]

traducido de:

https://finimondo.org/node/2442

Pisa – Scrive ‘Io non sto a casa’ sulle mura Medicee nel Pisano

La scritta è stata vergata con dello spray blu, questa notte, vandalizzando una arcata dell’antico Acquedotto Mediceo nel Comune di San Giuliano Terme. Condanna assoluta da parte del sindaco, Sergio Di Maio

“Io non sto a casa”. E’ la scritta vergata con dello spray blu, questa notte, da alcuni ignoti che hanno, fra l’altro, vandalizzato una arcata dell’antico Acquedotto Mediceo nel Comune di San Giuliano Terme. “Condanna assoluta” da parte del sindaco Sergio Di Maio, che aggiunge:

“Questo atto spregevole mi è stato segnalato questa mattina dalla polizia municipale che, attraverso le telecamere di videosorveglianza nella zona e la ricerca di testimoni, è al lavoro per rintracciare i colpevoli e denunciarli.

Quel punto dei Condotti è per fortuna vicino ad alcune abitazioni, quindi non in un luogo isolato, perciò confidiamo di trovare presto gli autori di questo spregio”. Le violazioni in questo caso sarebbero due, perché oltre all’imbrattamento del bene monumentale, il sindaco ravvisa anche “il dispregio del decreto governativo sul Coronavirus”.

“Ci sono sempre i cretini che si sentono più furbi degli altri. Anziché manifestare senso di responsabilità e civiltà – dichiara il sindaco all’Agi – in una situazione di emergenza nazionale, nella quale siamo tutti chiamati a dimostrare rispetto per il decreto, c’è gente che va in giro a fare questi gesti. Per fortuna – conclude – nel nostro Comune è un episodio isolato, perché dai controlli che abbiamo fatto sul territorio stiamo registrando che ci sono tante persone che si muovono con coscienza”.

Fonte: AGI

 

Milano – Saluto al carcere di San Vittore

Con mascherine e biciclette un gruppo di solidali ha voluto andare a far sentire la propria vicinanza alle persone recluse a S.Vittore. Dentro hanno sicuramente sentito il nostro baccano ma non hanno risposto ai nostri messaggi, immaginiamo che dopo la rivolta di lunedì 9 marzo abbiano ricevuto intimidazioni e false promesse per ristabilire l’ordine interno.
Tuttavia apprendiamo dai media che un detenuto è risultato positivo al Covid-19 e dunque deduciamo che la calma sia solo apparente.
Da oggi, infatti, sono saltati fuori i primi casi all’interno delle strutture carcerarie oltre a san Vittore il virus è entrato anche a Pavia, Voghera e Brescia.

Nel tardo pomeriggio altre persone sono andate al carcere di Opera dove già dalla settimana scorsa i detenuti lamentano un peggioramento delle condizioni detentive.
I contatti con l’esterno sono stati sospesi ( colloqui, pacchi, chiamate, radio, tv, posta), il vitto non passa a tutti, le persone ferite o malate non sono state portate in ospedale e ci dicono che non gli sono state neanche fornite delle mascherine di protezione. Il saluto è stato accolto con calorose battiture, cori e messaggi da recapitare ai parenti. Ci comunicano anche che ci sono delle persone malate in isolamento e che oggi gli sono state notificate le denunce per le rivolte di settimana scorsa.
I capi d’imputazione sono: oltraggio a pubblico ufficiale, procurato allarme, istigazione a delinquere, resistenza, danneggiamento a mezzo incendio, travisamento, lesioni personali aggravate.
Nonostante i detenuti abbiano fatto sentire la loro voce in modo fragoroso, ci sembra chiara la volontà dello stato di girarsi dall’altra parte, prima oscurando qualsiasi notizia a riguardo poi emanando un decreto inutile, di facciata e facendo arrivare con triste puntualità le proprie intenzioni repressive. Di fronte al disinteresse nel tutelare le persone recluse che continuano a viversi questo momento di preoccupazione e incertezze, isolati e senza risposte, noi ribadiamo la determinazione a non volerli lasciare da soli.

Milano – Saluto sotto il carcere di San Vittore

Questa mattina un gruppo di solidali ha scansato i controlli polizieschi per arrivare in bicicletta sotto il carcere di San Vittore. Mentre un gruppo chiedeva a gran voce notizie ai reclusi da Piazza Aquileia, un altro passava di fronte alla sezione femminile e al quinto raggio per gridare la propria solidarietà, raccontare le rivolte che si sono sovrapposte ad Opera, in tutto il resto d’ Italia e di come siano state represse. È stata resa nota anche la situazione qui fuori in questo stato d’emergenza.
Purtroppo nessuna risposta da dentro, al contrario dei giorni passati in cui quest’ultima è stata fondamentale e ci ha scaldato il cuore.
Sarà stato davvero reso inagibile l’intero braccio e quindi eseguiti dei trasferimenti? Una dura repressione avrà scoraggiato e reso ancora più difficile la comunicazione tra interno ed esterno?
La presenza solidale in questi giorni è e sarà necessaria, nostra volontà esserci sfidando le ordinanze nell’ottica di essere noi stessi i primi a responsabilizzarci sulla nostra sicurezza e quella di chi ci sta intorno.

Una testimonianza dai familiari dei detenuti nel carcere di Opera:

Buongiorno
Scrivo da Milano riguardo il carcere di opera e da domenica che non ho più notizie di mio fratello detenuto a opera .
Lunedì 9 è scoppiato un incendio,
Ci siamo recati al carcere dove abbiamo travato un muro di polizia penitenziaria carabinieri polizia che nn ci facevano passare alle nostre richieste di sapere cosa fosse successo alzavano fucili e bastoni .
Siamo disperati per favore aiutateci.
Sono arrivate poche chiamate e quelle arrivate parlano di botte in testa hai detenuti mani rotte .
Entravano in tre nelle celle e picchiavano abbiamo foto di una tuta ritirata da una ragazza nel pacco dove si vedono impronte di stivale e poco dopo ha ricevuto la chiamata del compagno dove spiega che lo hanno buttato a terra e gli hanno messo piedi sulla schiena e picchiato in testa con manganello ..
Ed è dovuto rimanere a letto perché aveva svenimenti e con la mano che molto probabilmente ha una frattura al mignolo . Aiutateci dai campi dietro si vede la parte bruciata . Ad oggi non hanno neanche il vitto .
Vi scrivo tutto ciò che abbiamo appreso

Familiare di un detenuto del secondo reparto: “Mi ha appena chiamato mio marito e mi ha detto che lui non è stato picchiato ma sono stati picchiati tutti i detenuti del dove c’è stato casino nel padiglione di fronte a lui, che è vero che lì sono entrati gli antisommossa che hanno spento le luci e li hanno picchiati tutti quanti, ma non mi ha saputo dire altro ma è vero che alcuni detenuti sono finiti al pronto soccorso”.

“Ho appena sentito un familiare che non riesce nemmeno a parlare, è stata chiamata dalla cognata che le ha detto che i suoi nipoti sono stati picchiati a Opera e che certi ragazzi avevano addirittura gli occhi di fuori dalle botte che hanno preso”.

Familiare di un detenuto del primo reparto: “Mi ha appena chiamato, mi ha raccontato tutto, che lo hanno picchiato in tre e lo hanno spaccato, che ha le mani rotte ma sta bene, che hanno picchiato tutti perché nella confusione non hanno guardato chi c’era e chi non c’era, hanno spento le luci e hanno picchiato tutti. Lo hanno tenuto a terra coi piedi e lo hanno picchiato con i manganelli. Dopo che lo hanno picchiato per riportarlo nella cella lo hanno dovuto trascinare perché non stava in piedi e per due giorni non riusciva ad alzarsi perché si sentiva svenire. Dopo quando hanno capito che non c’entrava e gli hanno chiesto scusa. Ha detto di portare da mangaire perché sono tutti alla fame”.

Familiare di un detenuto del primo reparto: “Ha detto che sono in una situazione di merda. Passano solo acqua e sigarette. Hanno tolto i fornelli. Oggi doveva arrivare la spesa ma non è arrivata. Oggi sono andati all’aria un’ora, meno male. Gli ho detto ‘finalmente hai chiamato, è una settimana che non dormo’ e lui mi fa ‘tu non dormi? Io ancora oggi dove guardo trovo lividi nuovi’.

Mi ha detto che c’è un ragazzo che i segni delle manganellate sulla schiena e li ha fatti vedere al direttore che gli ha risposto ‘quelle manganellate che tu hai sulla schiena io le ho nel cuore per tutto quello che vi è successo’”

testo da Facebook

Cronache milanesi (parte I) – Resoconto giornate di rivolta a Milano 8 – 9 – 10 marzo

DOMENICA 8 MARZO 2020

Domenica sera verso le 20 giunge la notizia tramite un gruppo Facebook di una rivolta in corso nel carcere di Opera. Opera è il carcere più grande d’Italia con la più grossa sezione di 41 bis, è una struttura all’interno della quale è molto difficile avere contatto con i detenuti, la posta viene spesso bloccata.
Si scopre presto che l’ingresso del penitenziario è stato completamente militarizzato.
Un gruppo di solidali è riuscito ad avvicinarsi al perimetro per un saluto, ottenendo una risposta calorosa: alcuni reclusi hanno iniziato una battitura, mentre altri hanno cercato di dare qualche informazione rispetto alla loro condizione.

LUNEDI’ 9 MARZO 2020

Lunedì mattina, intorno alle 9, inizia a circolare la notizia della presenza di alcuni ragazzi sul tetto di San Vittore e di una rivolta in corso.
In poco tempo sotto le mura del carcere si sono radunati solidali e familiari ed è iniziata una giornata lunga e densa di avvenimenti.
Mentre del fumo nero usciva da alcune celle, il presidio si è diviso in due.
Un primo gruppo si è fermato in piazzale Aquileia da cui si vedevano i ragazzi del Terzo raggio: dal tetto è stato srotolato uno striscione che recitava “Indulto” , altri fuori dalle celle hanno intonato forti cori e hanno aperto un altro striscione con scritto “Libertà”.
Fuori è stato allestito un gazebo ed è stata imbastita una merenda. Si è rimasti il più possibile sotto le mura per non lasciare soli i detenuti.
Tramite una cassa con microfono familiari e amici sono riusciti a comunicare con i loro cari all’interno.
I ragazzi reclusi ci hanno raccontato ciò che stava succedendo, lamentandosi dellasospensione dei colloqui, esprimendo le loro preoccupazioni per l’“Emergenza Virus” sia per loro che per chi si trova fuori.

Il secondo gruppo si è spostato sotto il Quinto raggio, dove anche lì dei ragazzi sono riusciti a salire sul tetto e a comunicare con le persone all’esterno.
Con l’aiuto dell’autoscala dei pompieri, a quanto dicono i giornali, un magistrato ha provato a trattare con i detenuti, ma dopo qualche minuto ha desistito. Sono rimasti sul tetto continuando a comunicare con i solidali in strada.
Dopo circa due ore quando i ragazzi si trovavano ancora sul tetto, nella strada di fronte alle mura è arrivato autobus della polizia penitenziaria, probabilmente con a bordo dei rinforzi per sedare la rivolta o per possibili futuri trasferimenti dei quali è girata voce successivamente.
Il mezzo è stato bloccato dai solidali che sono stati immediatamente caricati dalla Celere e quindi sono stati costretti ad abbandonare la via.
Solidali, parenti e amici si sono riuniti nel presidio dipiazzale Aquileia che è durato fino alle 19 momento in cui è stato fatto un ulteriore caloroso e rumoroso saluto ai prigionieri. Durante tutto il pomeriggio non sono mancati gli aggiornamenti sulle sommosse che si stavano susseguendo nel resto delle carceri d’Italia.
Poco dopo le 19 si è venuto a sapere che anche nel carcere di Opera i reclusi erano insorti e che la reazione della polizia è stata molto violenta. Rapidamente un ampio numero di solidali ha raggiunto i familiari che si erano riuniti all’ingresso del penitenziario.
La rabbia è stata tanta, si chiedevano informazioni sulla situazione dentro, lo schieramento di Polizia Penitenziaria e Carabinieri è rimasto in silenzio se non per provocare. Contemporaneamente un altro nutrito gruppo è riuscito a raggiungere il perimetro per un saluto. La risposta è stata impetuosa, sono partiti cori e battiture nonostante la repressione subita nelle ore precedenti.
I detenuti hanno raccontato le conseguenze subite in seguito alla rivolta. Sono stati pestati, sono stati privati del cibo, della televisione e della luce. Dell’esterno è stato visto chiaramente un intero braccio, proprio quello da cui è iniziata la rivolta, completamente al buio.

MARTEDI’ 10 MARZO 2020

Nella mattinata di martedì sui quotidiani on-line viene diffusa la notizia dell’apertura di un’inchiesta da parte della procura, per adesso a carico di ignoti con accuse di devastazione e saccheggio e resistenza, relativa ai fatti di San Vittore di lunedì.
Alle ore 15 nelle carceri milanesi apparentemente tutto tace.
Alle ore 20 un gruppo di solidali si è nuovamente avvicinato al perimetro del carcere di Opera. I reclusi hanno raccontato ciò che hanno subito successivamente alla rivolta. Non hanno ricevuto cibo, gli è stata tolta la televisione, sono stati privati delle ciabatte, gli sono state negate le telefonate. Sono stati picchiati, hanno riferito di avere le ossa rotte e di non aver ricevuto cure. Chi si trovava fuori dalla struttura ha raccontato ai ragazzi che sui giornali non è stato detto nulla di ciò che è avvenuto all’interno del penitenziario in questi giorni. Successivamente ci sono stati tanti cori, battiture e fuochi d’artificio all’esterno.

Testo da Facebook

 

Interrupciones…

No hay nada nuevo en que la vida social se desarrolle a distancia. Durante mucho tiempo se ha convencido a la gente de que la mejor manera de comunicarse y relacionarse es mediante el uso de un dispositivo. Las prótesis del ser humano, el smartphone y similares, han transformado la forma de estar juntos, de estar informados, de aprender, de comunicarse, de escribir y de leer.
El siguiente paso es la robotización de la vida, la técnica que impregna cada lugar, cada aspecto de la vida cotidiana. Una superación de la naturaleza y lo natural en favor de los seres y lugares artificiales.
Tal escenario no necesita vida social, no necesita relaciones, emociones, pensamientos, sólo necesita orden, disciplina, regulación, máquinas. Quizás el Dominio intente dar un paso adelante y utilizar un problema de salud, la propagación de un virus, para conseguir una disciplina generalizada, el resto vendrá solo. Nos recuerda a la ciencia ficción, pero los estados tienen herramientas con siglos de antiguedad a las que recurrir sin tener que acudir a lo desconocido.
El distanciamiento social impuesto por las leyes, que prohíben los besos y abrazos, y la supresión de la mayoría de las actividades sociales, recuerda a los estados de excepción, que imponen reglas de vida social que deben obedecerse para evitar ser denunciadx o detenix. Y, en efecto, el establecimiento de zonas rojas y puestos de control, la restricción de la libertad de circulación, la obligación de aislamiento domiciliario para quienes procedan de zonas consideradas infectadas y controladas por la policía, pero sobre todo la prohibición de las reuniones, es decir, de las reuniones públicas, es la gestión policial de un problema sanitario. No sorprende que en las diez normas recomendadas por el Estado italiano para evitar la propagación del virus, se prevea que en caso de fiebre, se deba contactar primero con lxs Carabinieri. Los estatutos de emergencia son las medidas previstas también en situaciones de conflicto insurreccional, como ocurrió recientemente en Chile.
El Estado decreta por ley que lxs ciudadanxs son de su propiedad y puede disponer de ellxs como considere oportuno. No se imponen estados de excepción por cuestiones de salud ni por el bienestar de la población, sino para hacer que las normas se introyecten, para inculcar disciplina. De hecho, la forma más segura de obtener obediencia es sembrar el terror, el miedo. Crear ansiedad y pánico, divulgando contínuamente los datos, haciendo todo sensacionalista y excepcional. El miedo es una práctica de guerra y tortura, así como de gobierno, y en esto, los estados también están especializados. La guerra ha vuelto a cobrar importancia a la fuerza, después de haber sido alejada durante muchos años. Hoy en día la guerra está aquí, en todas partes. Los jefes de estado se declaran en guerra contra un enemigo bastante singular: un virus, que no es su verdadero adversario u objetivo, sino sus propios súbditos. Por eso, quizás el asunto más importante en juego sea mantener vivo el pensamiento crítico, sin restarle importancia a nada. Después de haber industrializado y devastado la naturaleza , desertificado el pensamiento (de la mano de la enonomia), ahora se están anulando los sentimientos. Sin besos, sin abrazos.
Sin embargo, si el Dominio nos quiere totalmente dependientes de él, si el Estado cancela la vida social y en parte la económica, significa que no necesitamos al Estado. Que podemos autoorganizar nuestras iniciativas, nuestras formas de educación, nuestras economías, nuestros entretenimientos. Y en este caso, tampoco necesitamos a la ciencia ficción, sino experiencia, memoria, voluntad y coraje.
Una de las caminos nos lo sugieren lxs presxs que luchan en las cárceles italianas, a quienes éste estado de emergencia pretende enterrar vivxs.

Que la normalidad sea interrumpida, sí, pero por la revuelta.

Biblioteca Anárquica Desordine, Lecce (Italia)

[Traducido de Roundrobin.info]

El peor virus… la autoridad

El macabro balance de bajas aumenta cada día, y en el imaginario colectivo de cada uno aparece la sensación, al principio vaga y poco a poco más fuerte, de estar siempre amenazados por La Dama de la Guadaña. Para cientos de miles de seres humanos, este imaginario no es nuevo; ese donde la muerte puede caer sobre cualquiera, en cualquier momento. Basta pensar en los condenados de la tierra sacrificados cotidianamente en aras del poder y el beneficio: los que sobreviven bajo las bombas de los Estados, en medio de infinitas guerras por petróleo o recursos minerales,; los que conviven con la radioactividad invisible provocada por accidentes o por residuos nucleares; los que atraviesan el Sahel o el Mediterráneo y son encerrados en campos de concentración para inmigrantes; los que llegan escuálidos debido a la misera y a la devastación general provocada por la agroindustria y la extracción de materias primas… Y en el territorio que habitamos, en tiempos no muy lejanos, también hemos conocido el terror de masacres a escala industrial, de bombardeos, de campos de exterminio… siempre creados por la sed de poder y riqueza de los Estados y los jefes, con sus siempre fieles ejército y policía.

Pero no, hoy no estamos hablando de esos rostros desesperados que constantemente tratamos de mantener distantes de nuestros ojos y nuestras cabezas, ni de una historia que ya ha pasado. El terror se empieza a difundir en el reino de la mercancía y de la paz social y es causado por un virus que puede atacar a cualquiera – aunque obviamente no todos tendrán las mismas posibilidades de curarse – . Y lo hace en un mundo habituado a la mentira, donde el uso de cifras y estadística es una de las principales formas de manipulación mediática, en un mundo donde la verdad es continuamente escondida, mutilada y transformada por los medios de comunicación; solo podemos intentar juntar trozos, hacer hipótesis, intentar resistir a ésta movilización de las mentes y preguntarnos: ¿en qué dirección estamos avanzando?

En China, después en Italia , se han ido imponiendo nuevas medidas represivas cada día, hasta llegar a un límite que ningún estado se había atrevido a sobrepasar: la prohibición de salir de casa y desplazarse por el territorio excepto por motivos de trabajo o de estricta necesidad. Ni siquiera la guerra permitiría la aceptación de medidas de tal magnitud por la población. Pero este nuevo totalitarismo tiene el rostro de la Ciencia y la Medicina, de la neutralidad y el interés común. Las empresas farmacéuticas, las de telecomunicaciones y las nuevas tecnologías encontrarán la solución. En China, la imposición de geolocalización para registrar cada movimiento y cada caso de infección, el reconocimiento facial y el comercio electrónico ayudan al Estado a garantizar la reclusión de cada ciudadano en su casa.

Los mismos Estados que han basado su existencia en detención, guerra y masacre – también de su propio pueblo –, imponen su “protección” a través de prohibiciones, de fronteras y de hombres armados. ¿Cuánto tiempo durará esta situación? ¿Dos semanas, un mes, un año? Sabemos que el estado de emergencia declarado tras los atentados ha sido actualizado más veces, hasta la integración definitiva de las medidas de emergencia en la legislación francesa. ¿Dónde nos llevará esta nueva emergencia?

Un Virus es un fenómeno biológico, pero el contexto donde nace, su propagación y su gestión son cuestiones sociales. En la Amazonía, África u Oceanía, poblaciones enteras han sido exterminadas por los virus llevados por los colonos, mientras éstos últimos imponían su dominio y su forma de vida. En los bosques tropicales, los ejércitos, los comerciantes y los misionarios empujaron a las personas – que antes ocupaban el territorio de manera dispersa – a concentrarse alrededor de escuelas, en pueblos o ciudades. Ésto facilitó la enormemente la difusión de epidemias devastantes. Hoy en día la mitad de la población mundial vive en ciudad, alrededor de los templos del capital, y se alimenta de productos de la agroindustria y la ganadería intensiva. Cualquier posibilidad de autonomía ha sido erradicada por los Estados y la economía de mercado. Y mientras la mega-máquina del dominio siga funcionando, la existencia humana estará siempre más sometida a catástrofes que bien poco tienen de «naturales», y a una gestión de quienes nos privan de cualquier posibilidad de determinar nuestra vida

A menos que… en un escenario cada vez más oscuro e inquietante, los seres humanos decidan vivir como seres libres – aunque sea por una horas, unos pocos días o algunos años antes del final – en lugar que encerrarse en un agujero de miedo y sumisión. Como han hecho los presos de 30 cárceles italianas ante la prohibición de visitas por Covid-19, rebelándose contra sus secuestradores, destrozando y quemando sus celdas, y, en algunos casos consiguiendo fugarse.

¡Ahora y siempre en lucha por la libertad!

[Panfleto distribuido en París el 14 de Marzo de 2020, durante la manifestación de Los Chalecos Amarillos]

Contingente militare nei territori del Nord Est

Ieri 17 marzo il Ministro degli Interni Lamorgese ha comunicato al Prefetto di Trieste Valerio Valenti che verranno inviati in zona ulteriori 100 militari per controllare il confine con la Slovenia dall’arrivo di immigrati irregolari.

Il Prefetto ha convocato il Comitato Provinciale per l’Ordine e la Sicurezza Pubblica, assieme ai rappresentanti dell’Esercito Italiano e della IV Zona Polizia di Frontiera di Udine per dare le disposizioni sull’impiego dei militari. Una parte di questo contingente verrà utilizzata anche per controllare gli occupati interni, cioè tutti i cittadini italiani e stranieri che siano presenti nelle zone di Trieste, Gorizia e Udine per far sì che le limitazioni alla libertà decise dal governo per l’emergenza del coronavirus vengano rispettate.
Un altro piccolo passo per abituarci al futuro prossimo, quando gli sfruttati pagheranno in altri modi questa emergenza.

Contingente militare nei territori del Nord Est

Militari davanti alle carceri?

Dicono che la situazione nelle carceri non sia ancora pacificata, che la rabbia espressa qualche giorno fa si annida ancora in molte galere, che c’è un concreto rischio di ulteriori devastazioni, sequestri, incendi, fughe. In pochi giorni i detenuti hanno messo in crisi un pezzo del sistema statale, quello che per tutti dovrebbe essere il più “sicuro”, il più controllato e messo in una situazione tale da prevenire proprio questi fatti successi in molte carceri in Italia. Che lo Stato sia incapace di gestire le carceri è un bene e non un male,

ma se fino ad ora le sue negligenze sono state un danno verso i detenuti, in questo caso le sue incapacità burocratiche e logistiche hanno fatto sì che i prigionieri siano riusciti a ribellarsi, unirsi e in alcuni casi a guadagnare la fuga.

Quindi qual’è la soluzione sia per gli opinionisti, per i tecnici del settore e dei politici più reazionari? Schierare l’esercito, come se non bastasse la presenza in questi giorni di Polizia Penitenziaria, Finanza, Carabinieri, Vigili di ogni risma, Polizia di Stato. L’esercito è un deterrente che in questo momento è utilizzabile vista l’emergenza, ma è anche una forza vera e propria, ed in questo paese ci si è dimenticati di cosa essa sia in grado quando entra veramente in funzione. Lo Stato ha già nel decennio passato abituato i suoi cittadini a vedere nelle strade di tante città gli uomini in mimetica dell’operazione “Strade sicure”, se poi vengono utilizzati per controllare i confini del Nordest contro i poveri in fuga dalle guerre e ora schierati davanti alle carceri, questo non è un problema. La retorica di tutti i partiti politici degli ultimi governi è evidente ed ha fatto breccia nella massa. Nel tempo sono riusciti con mille mezzi, sopratutto culturali e propagandistici, a spostare il problema di chi crea i danni irreversibili di questo mondo a chi invece li subisce e che spesso giustifica le scelte politiche, economiche, repressive e non solo in cambio di un po’ di finto benessere e libertà.

L’esercito ha un solo modo di muoversi: violenza, controllo e repressione, ed è evidente che l’emergenza attuale viene gestita in un’ottica di guerra sia in modo formale, sia in modo informale utilizzando una propaganda massiccia di terrore che spinga la massa a chiedere qualsiasi mezzo di fronte ad un nemico invisibile. Ma visto che ad un virus non si spara, il piombo nelle canne dei mitra è solo per gli uomini e donne che potrebbero non solo non rispettare gli obblighi imposti in questo periodo, ma anche, in un prossimo futuro, ribellarsi finita l’emergenza. Persone che, quando ritornerà l’ipotetica tranquillità, dovranno fare i conti con la nuova situazione economica e politica che lo Stato e i padroni faranno pagare alla massa di sfruttati, gli stessi che fino ad ora non hanno compreso che coloro che indossano divise sono la mano dell’oppressore. Per intenderci: quelli che sparano quando arriva l’ordine, ad obbedir tacendo.

Così è stato, e così sarà.

Se in questa ennesima situazione restrittiva si fraternizza con quello che per noi è un nemico, è un passo che poi si pagherà in futuro. Perché questo è il loro “lavoro”, sono addestrati per queste situazioni, non c’è più il proletario in divisa, le “Missioni di Pace” all’estero hanno formato negli ultimi decenni migliaia di uomini e donne nel gestire le popolazioni occupate, ma ora gli occupati siamo proprio noi, tutti e tutte noi che ci troviamo in Europa.

Militari davanti alle carceri?