Emma Goldman – “Minorías versus mayorías” (Fragmentos)

Reflexiones de la pensadora anarquista, con más vigencia que nunca.

Si hubiera que juzgar sumariamente la tendencia de nuestro tiempo, diría simplemente: Cantidad. La multitud, el espíritu de la masa domina por doquier, destruyendo la calidad. Nuestra vida entera descansa sobre la cantidad, sobre lo numeroso: producción, política y educación. El trabajador, que en otro tiempo tenía el orgullo de la perfección y de la calidad de su trabajo, ha sido reemplazado por un autómata incompetente, privado de cerebro, el cual elabora enormes cantidades de cosas sin valor ninguno, y generalmente ofensivas, en su grosería y ordinariez, para la humanidad. Todas estas cantidades, en vez de hacer la vida más confortable y plácida, no han logrado otra cosa que aumentar la cifra de preocupaciones angustiosas del ser humano.

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Carentes de originalidad y de valor moral, las mayorías siempre depusieron en manos ajenas sus destinos individuales, incapaces de cargar con la menor responsabilidad, siguen a sus pastores incluso cuando les conducen a la destrucción, a su aniquilamiento.

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Hoy, como ayer, la opinión pública es el tirano omnipresente; hoy, como entonces, las mayorías no representan más que una masa de cobardes, prestos a seguir a aquel que encarne el espejo de su pobreza mental y espiritual. Esta es la base en la que se apoya el éxito sin precedentes de un hombre como Roosevelt (1). Entraña el peor elemento de la psicología zafia de la masa. Al político que conozca a fondo cómo funcionan las mayorías, le es indiferente tener ideales íntegros. Su principal preocupación es mantener una apariencia brillante y espectacular. Sea una exposición canina, un combate de boxeo o el linchamiento de un negro; la exhibición obscena de la carísima boda de algún heredero multimillonario o la acrobática elocuencia de algún ex presidente de la nación, cuanto más retorcidas son las contorsiones mentales, más atractivas les resultan a las masas.

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Es absurdo que se quiera calificar de individualista la época presente. Eso no es más que una amarga repetición de una idéntica fenomenología desarrollada a todo lo largo de la historia. Cada esfuerzo de progreso para elevar el nivel de la vida, la ciencia, la religión, la política, la libertad económica, emanó siempre de las minorías, no de las mayorías. Hoy, como hace varios siglos, los raros, las individualidades independientes, son incomprendidas y por ende perseguidas, encarceladas, torturadas y asesinadas.

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Ya no existiría la tiranía ni el acaparamiento de propiedad si la masa no estuviese dispuesta en convertirse en soldados, en policías, en carceleros y verdugos. El socialista demagogo sabe esto tan bien como yo, pero sostiene el mito de las virtudes de la mayoría, porque su verdadero aspiración es la perpetuación del poder autoritario. ¿Y este último cómo podría funcionar sin la colaboración de una gran cantidad de gente? Sí, la autoridad, la coerción y la obediencia ciega son atributos de la masa; nunca existirá en ella la libertad o el libre desarrollo de la individualidad, ni jamás podrá nacer de su seno una sociedad libre.

No es por no compartir el dolor de los oprimidos, de los desheredados de la Tierra, no es por no conocer el horror, la vergonzosa e indigna vida del pueblo, por lo que no creo en las mayorías como una fuerza creadora de bondad. ¡Oh, no, no! Lo que ocurre es que sé demasiado que, como masa compacta, jamás estuvo al lado de la justicia ni de la igualdad: Ahogó las voces humanitarias, subyugó el espíritu humano y cargó de cadenas el cuerpo. Como masa, su objetivo principal fue convertir la vida en algo uniforme, gris y monótono; en un árido desierto. Como masa será siempre la aniquiladora de la libre individualidad, de la libre iniciativa y de la originalidad. Creo, por eso, en lo que dice Emerson (2): La masa es grosera, mentalmente lisiada, perniciosa en lo que exige y en lo que pide. En vez de adulársela, es necesario fustigarla duramente. Nada deseo concederle, sino esforzarme en dividirla, romperla y extraer así de ella otras tantas individualidades. ¡Las masas! Son nada más que una gran calamidad.

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En otras palabras, un verdadero bienestar social y económico no llegará a hacerse realidad, sino por el esfuerzo inteligente y el valor intrépido de las minorías poseedoras de una perfecta independencia mental, y no por obra y gracia de las masas.


Notas de Tortuga:

1- Se trata de Theodore Roosevelt, presidente de EEUU entre 1901 y 1909 (no confundir con Franklin D. Roosevelt, presidente también unas décadas más tarde). Recordado por “su personalidad de cowboy y su masculinidad … los logros de Roosevelt como naturalista, explorador, cazador, escritor y soldado contribuyen tanto a su fama como sus cargos políticos”. https://es.wikipedia.org/wiki/Theod… Su libro de 1897 “Ideales america­nos” concretaba su posición ideológica (la política se cuida con la moral; es una vocación evangélica) y revelaba asimismo su escasa profundidad intelectual, que le mereció posteriormente el título de «após­tol de lo obvio». https://www.criticadelibros.com/sin…

2- Se refiere a Ralph Waldo Emerson (1803 – 1882), un escritor, filósofo y poeta estadounidense. Líder del movimiento del trascendentalismo a principios del siglo XIX. https://es.wikipedia.org/wiki/Ralph…

 

Copiado y retraducido por Tortuga de “Emma Goldman. Recopilatorio de escritos”. Ed. Descontrol. Barcelona 2018. El texto original es de 1910.

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