Este 30 de abril de 2020, encapuchados destrozaron las vidrieras y el cajero automático de un Bankia en vallekas.
Porque la pandemia de autoridad que asola el mundo es respondida mediante el ataque en multitud de formas en Madrid, Barcelona, Francia, Italia, Bélgica, Grecia, Líbano, Chile… La legalidad democrática bajo la fórmula de los “estados de alarma” exprime sus límites y márgenes y nos recuerda que los derechos han sido siempre una mentira, una ilusión, en tanto que son regulados por el Estado, máquina armada que ostenta el monopolio de la violencia.
No nos resignamos a vivir domesticados. Ni mucho menos a encuadrar la lucha fuera de la calle y aceptar el espectáculo de la protesta en redes sociales. Son tiempos duros y va a ir a más. Tiempos de militares, cámaras, obtención de datos biométricos, seguimientos con los teléfonos móviles, drones, cárcel, multas, policía y represión. No nos da miedo este repunte: es el pan de cada día al que se enfrentan los que no se arrodillan. Es la lógica de los Estados intensificada para contener las consecuencias de otro período de reajustes (crisis) de los procesos de explotación.
Reproduzcamos el ataque y la acción directa en toda su multiformidad, establezcamos redes informales de coordinación y apoyo mutuo.
Y guerra al Estado y al Capital
Algunxs anarquistas y otrxs amigxs del destrozo