…El profundo sentimiento de sentirse constantemente extraño y desamparado, la continua preterición, la persistente inseguridad de vivir… “El hijo del pobre, hoja juguete del viento”. O R
Nos quieren aún más separadas, más aisladas las unas de las otras, quieren apresarnos aún más en nuestra individualidad. Ante la crisis sanitaria solo puedes cuidar de ti mismo y de tu familia. Si sales, tú serás la culpable de llevar el virus a casa. Si mueren será tu culpa.
Y con este discurso exentamos de responsabilidades al estado, que buenos ciudadanos, que perfectos seres humanos, no abarrotemos sus hospitales, esos solo son para quiénes pueden pagarlos, nosotras hay que morir solas y aisladas en nuestras casas, en las calles, en nuestras cárceles. Todas tenemos un Guayaquil en nuestros barrios. Colapsan servicios que debería el Estado ser garante, ahora en lo real, ahí lo tienen. Su voto democrático por una muerte en el autoexilio de tu hogar.
Nuestra atomización ahora es palpable, abstraernos en este papel, en la red social, en nuestro miedo, en nuestra tristeza y lágrimas. Si algo aprenderemos de esta situación es que estamos más cerca de la ideología del capital, que está aún permea, incide, influye en la mente de la gente más radical, quédate en casa nos dicen, y asumimos como dictamen ante la parálisis del miedo espectacular, expectativas y confianza en nuestros gobernantes y nuestros sistemas democráticos tenemos. Hoy. Queremos que nos salven aquellos a quienes alguna vez lanzamos cocteles Molotov. Que risa y que rabia.
… ¿Aprenderemos?
En estas tierras mestizas dónde se siembra a diario la muerte, dónde pese a sus medidas de cuarentena, sigue habiendo mujeres y niñas violadas y en la esquina de mi calle siguen vendiendo cualquier droga con la indiferencia al alcance de tu bolsillo… aquí solo se aprende a sobrevivir de cualquier forma, pese a quien sea, arrastrando nuestro saco de huesos, carne y carente totalmente de los beneficios que nos otorga como humanos poseer una espectacular materia gris en nuestros cráneos.
En la comunicación masiva enseñan a condenar a quienes tienen que salir a trabajar o a quienes salen solo porque quieren salir. ¡Quédate en tu puta casa! Grita la gente envalentonada detrás de su ventana. ¿Que no tienes miedo? Pfff dejamos de tener miedo a salir desde que aprendimos a defendernos pues más de 10 mujeres son brutalmente asesinadas y violadas al día y nadie dice y hace nada al respecto. El virus tal vez nos mate de distinta forma, pero no es una excusa para tener miedo.
No señoras de los medios masivos, no podemos quedarnos en casa, la desesperación e incertidumbre de tener este hueco en el estómago nos hará salir las veces que hagan falta a buscar pan, y como pagar el alquiler, nuestro ímpetu nos obligará a salir a pintar sus fachadas, a reventar los vidrios de los lugares donde nos tiraron cómo desechos humanos sin darnos un quinto para pagar su pandemia. Ni en esta ni en mil crisis más nos quedaremos en casa, no hay forma, o morimos de virus o morimos de hambre, no hay reconciliación de clase, no hay tregua.
El futuro se desdibuja en cada segundo, nada nos da certeza más que estás tremendas ganas de que todo reviente.
Estamos sobreviviendo a un éxodo de todo lo vivo, causado por la dinámica del capital en todas sus formas. El tercer mundo se ahoga en el Mediterráneo, se enfrenta a la guardia nacional de los países latinoamericanos, los migrantes se enfrentan a los cazadores del narco o los buenos ciudadanos europeos que los desdeñan, todo con el fin de llegar a países de abundancia… Abundancia de esclavitud asalariada, de mano de obra baratísima, xenofobia, explotación, represión, persecución… las guerras por los recursos y la dominación en medio oriente continúan, los intereses son más grandes que un estúpido virus, el sarampión se abre paso en estas tierras marginadas asesinado a decenas de niños y gente mayor.
Pero hay que quedarnos en nuestra puta casa. Hay que ser responsables porque si el brote es más grande nosotras tendremos la culpa, no el estado que no da garantía de los derechos que tanto kakarea, no los flamantes hospitales que nos construyen en cada colonia, puesto que no existen; nadie tendrá culpa de lo que pase excepto nosotras, porque salimos. Así se lavan las manos de los estados de todos los países.
Mientras tanto, en nuestras casas y afuera seguimos haciendo que funcione el capitalismo. Estamos cooperando, seguimos a su servicio. La economía no ha dejado de moverse, se transforma en medicamentos, servicios funerarios, comida para llevar, tiendas abarrotadas por las compras de pánico de quienes tienen para pagar esta y mil crisis más. No queda de otra que usar el modernísimo recurso de ciudad, home office.
Las ciudades están semidesérticas, no porque la gente no quiera salir, sino porque convoys policiacos pasan recordándote que eres una mierda por salir de tu casa y te sugieren “amablemente” regresar al encierro. Represión, prohibición, multas, abuso de autoridad, cuarentena para gente sana, anhelos de que todo esto pase para volver a la abrumadora cotidianidad, a trabajar aún más para pagar todo lo que nos endeudaremos por esta crisis que provocamos por esa forma imprudente de jugar a dominar y tener cualquier cuerpo de cualquier animal humano y no. Por ser verdugos de lo natural, por asumir, reproducir y gestionar la violencia. Somos nuestros propios sicarios y que pena y que cómico.
¿Quién se quiere morir ahora? El irracional instinto de sobrevivencia nos impide seguir de graciosas pregonando a la muerte por el aburrimiento y la cotidianidad que nos impone el capital.
La muerte está aquí.
Es real.
Ellos la hacen real de todas las formas posibles.
Cuando el hombre no halla, en su afinidad con los demás, fuerzas para reanimarse, fortalecerse y asegurarse, las encuentra en sus relaciones e intimidad con la naturaleza.
Otto Rühle
Queridas no se queden en casa absortas, abstrayendo y meditando sobre las razones del virus. Sálganse a romper, a pintar, hagan el amor en los parques desérticos por la incertidumbre, escápense a la playa, al bosque, vallamos a molestar a la policía. Sí y en efecto, somos irresponsables, nada debemos a esta sociedad y sus defensores. Nada nos ata a este mundo más que tratar de destruirlo, solo y si nos es posible, para que podamos construir otro.
…
Después de esta limpieza de gente anciana y pobres que no aportan nada al avance de la maquinaria del capital, ¿qué vas a hacer… amor?
Proletarias Antidemocráticas
Región mexa
Abril 2020