Aubenas (Francia) – Full Moon / Black Out : Primer intento

Indymedia Nantes / jueves14 mayo 2020

Reivindicación de ataque incendiario contra transformador eléctrico

Entre nosotros, a veces hay dudas. Algunos, ciertamente, tienen algunas. Otros, en absoluto.

¿Asumiremos las consecuencias de un apagón a gran escala? Las muertes, el caos que causaría… ¿Seríamos capaces, nosotros mismos, de sobrevivir a tal transformación del mundo? Tal vez no.

Pero es más insoportable dejar el mundo tal como está someterse al chantaje y creer que sería aún peor si las instituciones humanas y tecnológicas no estuvieran allí para dirigir nuestras vidas por nosotros, en vez de aceptar los riesgos de la acción.

No se trata de silenciar las dudas que podamos tener. Se trata de tomar medidas de todos modos. Se trata de darse cuenta de que si nuestras acciones tienen un impacto, si es probable que causen daños a las personas que no hemos atacado, nuestra pasividad es igual de mortal.

Que los famosos hospitales –hormigueros de cemento donde se amontonan cuerpos destrozados y buenos sentimientos, deben ser protegidos a toda costa porque “salvan vidas”– necesitan un suministro de electricidad y otras materias primas para funcionar, que sin duda alguna también matan.

La paz tecnológica infundida en masa es una mentira. El mundo conectado se está construyendo sobre una fosa común, alimentándose de muerte y destrucción. Y las bellas imágenes de las tablet en las escuelas y las pizarras virtuales no cambiarán eso. Los aperitivos en Skype saben a sangre. Las dudas que se pueden sentir, son las huellas del enmascaramiento humanista y estatal que nos dice que este sistema es indispensable para nosotros. Que todo va bien en el mejor de los mundos posibles, y que sería intolerable e irresponsable que los individuos actuaran egoístamente y dañaran lo común. Este no es el momento para un debate sobre el egoísmo. Nuestro deseo es romper el mito de que no hay consecuencias por dejar que simplemente suceda. No nos interesa lo común, pero es justo mencionar que lo común se limita a cierta categoría de la población humana y ciertamente no concierne a todos los seres que viven en esa gran roca llamada Tierra.

Siempre nos parecerá mejor actuar con posibles dudas, a dejar que éstas alimenten un sentimiento de impotencia.

Porque de nuestra impotencia surgiría nuestra muerte, y lo que queremos por encima de todo es vivir. Vivir devolviendo los golpes recibidos. Vivir sin la mediación humana y tecnológica que se interpone entre nosotros y el resto del mundo. Y cuando nos damos cuenta de nuestro condicionamiento, cuando pensamos en todo el horror que este mundo engendra, cualquier duda que podamos tener se minimiza.

Hemos atacado la red eléctrica, porque hoy, sin ella, esta civilización se derrumba. No queremos volver al pasado. No nos hacemos ilusiones de que las civilizaciones se construyeron sin electricidad. Todo lo que sabemos es que se han vuelto demasiado dependientes para prescindir de ella. Y que este es uno de los puntos débiles. Y aunque somos los niños, y no podría ser de otra manera, estamos luchando para matar cualquier germen que pueda haber dejado en nosotros. Luchamos contra nuestra domesticación, contra nuestra sumisión a las normas, contra nuestra cobardía y nuestro gusto por la seguridad.

Pero usamos algunas de las herramientas que nos proporciona. Porque ya no es posible comunicarse entre los rebeldes haciendo señales de humo, y seguimos interesados en poner palabras a nuestras acciones, que puedan tocar a quien las lea, y que también puedan ser un componente significativo de nuestros ataques a la docilidad, a las personas que crean en ella y a las que la defienden. Ha habido muchos actos de destrucción a nuestro alrededor en los últimos tiempos.

Gracias a las valientes manos que se niegan a estar confinadas en estos tiempos en que incluso algunos de los medios “radicales” querrían que nos quedáramos en casa, porque es más importante estar seguro que intentar ser libre.

Gracias a aquellos para los que escribir tiene sentido, porque es necesario compartir nuestras reflexiones, que nuestras acciones resuenen con las intenciones que nos motivan. Porque la lectura de textos que llaman al ataque, análisis o exigencias ayudan a moldear nuestros propios pensamientos, a concebir nuevas estrategias de ataque. Por eso queremos incluir nuestro ataque en el llamamiento al conflicto lanzado por el texto “En mayo, haz lo que quieras: un llamamiento al conflicto“, cuyas numerosas preguntas hemos hecho nuestras y a las que hemos intentado, a través de nuestro ataque, aportar elementos de respuesta. Porque, digamos lo que digamos, estos escritos salen del horror desmaterializado de Internet, para alimentar debates, reflexiones y dar fuerza a los vivos.

Realizamos intentos, a veces sin saber exactamente que vamos a tocar. Lo único que sabemos es que con nuestras acciones, las cosas no permanecerán intactas.

Elegimos atacar un transformador eléctrico, sin saber el daño que íbamos a causar, pero con la esperanza de que hubiera bonitos arcos eléctricos, mucho humo y unas pocas luces menos, para dejar todo el protagonismo a la luna llena. No necesitamos más luces; las luces artificiales son ultrajes a la belleza de la noche.

Llevábamos en nuestro interior el recuerdo fantasioso de todas las almas atormentadas que se rebelaron contra las civilizaciones que trataron de destruir sus vidas salvajes; cuando nos acercamos al sitio, en las cercanías de Aubenas. Encendimos seis fuegos, principalmente sobre cables agrupados bajo losas de hormigón, ruidosas pero fáciles de levantar. Tuvimos cuidado de no tocar las estructuras metálicas, y aparte de una ligera molestia, una sensación de zumbido en el cráneo, no nos pasó nada malo mientras caminábamos por esta terminal de tres líneas de alta tensión. Cuando salimos del lugar con nuestros cuerpos tensos por la adrenalina y las sonrisas ocultas bajo los pañuelos, los incendios habían comenzado.

Desafortunadamente, las luces artificiales que nos rodeaban no se apagaron. Probablemente nunca sabremos cuánto daño se hizo a la red porque los medios de comunicación no informaron sobre ello. Razón de más para hacerlo, para no darles la oportunidad de ignorar lo que estamos haciendo. Presumiblemente, ni la ciudad ni los valles circundantes han sufrido ningún daño significativo. Tanto peor. Fue un intento. La única forma concreta de saber dónde es apropiado atacar es intentarlo en todas partes. No tenemos ninguna duda de que habrá más intentos.

Nuestros corazones arden para extinguir esta máquina de monstruos de una vez por todas. Porque el odio y el disgusto por la masa humana civilizada rezuma por cada poro de nuestras pieles. Porque las únicas luces que nos gustan en la noche son las de las llamas y la luz de la luna.

Rejectons du desastre*

 

[ * NdT  varios significados:

Quienes rechazan / devuelven en sentido opuesto
Emisores
Descendientes, hijxs

del

desastre ]

 

Aubenas (Ardèche) : Full Moon / Black Out : Première tentative