La vigilancia extrema de ciudadanos en China, un efecto colateral del coronavirus que ha venido para quedarse

En los últimos meses, los ciudadanos han tenido que adaptarse a un nuevo nivel de intromisión y los expertos advierten que esto puede convertirse en la “nueva norma”.
Lily Kuo – Hong Kong

En los últimos dos meses, los ciudadanos chinos han tenido que adaptarse a un nuevo nivel de intromisión gubernamental. Para entrar a tu complejo residencial o a tu lugar de trabajo ahora hace falta escanear un código QR y dejar por escrito tu nombre, tu número de DNI, tu temperatura y tus últimos viajes.

Los operadores de telefonía están rastreando los desplazamientos de la gente y redes sociales como WeChat y Weibo han abierto líneas directas para reportar sobre otros posibles enfermos. En algunas ciudades incluso se recompensa al que denuncia a un vecino enfermo.

A la vez hay empresas chinas desplegando tecnologías de reconocimiento facial capaces de distinguir entre la multitud a los que tienen fiebre o a los que no llevan la mascarilla. Hay varias aplicaciones que, a partir de los datos sanitarios de cada ciudadano, alertan al resto cuando se les acerca alguien infectado o alguien que ha estado en estrecho contacto con un infectado.

Además de cerrar ciudades enteras, las autoridades estatales han implementado un sinfín de medidas de seguridad para contener el brote del coronavirus. Todos los que tienen que hacer cumplir las normas, desde los altos cargos hasta los empleados municipales, repiten el mismo estribillo: estamos en un “momento extraordinario” (feichang shiqi) que requiere medidas extraordinarias.

Tras infectar a más de 80.000 personas y provocar la muerte de unas 3.000, el número de nuevas infecciones por coronavirus en China ya está en descenso, pero los ciudadanos y los analistas se preguntan cuántas de estas medidas extraordinarias van a pasar a ser ordinarias.

“No sé qué pasará cuando termine la epidemia, ni me atrevo a pensarlo”, dice Chen Weiyu, de 23 años. Empleada en Shanghai, tiene que entregar diariamente una revisión médica a su empresa. Para poder pasar al parque de la oficina tiene que escanear un código QR y registrarse: “El control ya estaba por todas partes, la epidemia acaba de hacer transparente esa vigilancia, que en tiempos normales no vemos”.

Otros, como el activista de Guangzhou Wang Aizhong, son más categóricos sobre el futuro. “No hay duda de que esta epidemia ha dado más razones al Gobierno para vigilar a la gente, no creo que las autoridades descarten mantener este nivel de vigilancia tras el brote”, dice. “Podemos sentir un par de ojos mirándonos todo el rato en cuanto salimos o nos quedamos en un hotel, estamos completamente expuestos a la vigilancia gubernamental”.

Según los expertos, el virus surgido en diciembre en Wuhan ha proporcionado a las autoridades la excusa perfecta para acelerar la recopilación masiva de datos personales y rastrear a los ciudadanos, una perspectiva peligrosa teniendo en cuenta la falta de leyes estrictas sobre el uso de los datos personales.

La misión tiene el objetivo de trepar lentamente para quedarse, sostiene la investigadora principal de China para Human Rights Watch, Maya Wang. En su opinión, lo más probable es que usen al virus como un catalizador para aumentar el régimen de vigilancia masiva, igual que los Juegos Olímpicos de 2008 en Beijing o que la Expo de Shanghai en 2010: “Tras estos eventos, las técnicas de vigilancia masiva se hicieron más permanentes”.

“Con el brote del coronavirus, enseguida se hicieron realidad la restricción a la libertad de movimientos y la puntuación del riesgo de cada uno”, dice Wang. “Con el tiempo cada vez vemos un uso de la tecnología más intrusivo y menos capacidad de los ciudadanos para resistirlo”.

“La vigilancia intrusiva ya es la nueva norma”

Para mucha gente en China, los nuevos niveles de vigilancia pública son obstáculos burocráticos extra, más frustrantes que siniestros, y una demostración de la incapacidad del Gobierno en la gestión del brote. Aunque los altos cargos hablen de ella con orgullo, el sistema de vigilancia de China está lleno de lagunas. Hubo muchas críticas por el caso de una ex paciente infectada que logró viajar de Wuhan a Beijing en febrero, mucho después de que la cuarentena entrara en vigor.

En la mira de los ciudadanos está la aplicación ’Código de Salud’, de Alipay. Utilizada en más de 100 ciudades, la app distingue a los individuos con uno de tres colores en función de sus últimos viajes, del tiempo pasado en los focos de contagio y de la cercanía a posibles portadores del virus. Dentro de poco se van a introducir en el programa los números del DNI para permitir a cada persona comprobar el color de los demás.

Un internauta se quejaba en la red social Weibo de que su color había pasado de verde a amarillo (que obliga a cuarentena) solo por conducir a través de Hubei, sin parar. “Ni siquiera puedo salir a comprar pan o agua”, decía otro en la provincia de Jiangsu, después de que su código pasara inexplicablemente a amarillo tras un viaje de trabajo.

Muchos se quejan de que la aplicación es sólo “para la galería” (xingshi zhuyi), una forma de que los funcionarios de menor nivel impresionen a sus superiores imponiendo restricciones a los ciudadanos. “Tengo un código de salud, un pase para mi complejo residencial y otro certificado de salud y aún así no puedo entrar en mi casa”, escribió alguien en el apartado de comentarios. “Esto es una estupidez, por favor, déjennos movernos”, puso otro.

Entre las medidas hay soluciones de tecnología avanzada y otras más comunes. En los espacios públicos se ha desplegado un ejército de empleados públicos para vigilar los puntos de entrada, exigir a los peatones que anoten sus datos o interrogar a la gente sobre sus últimos desplazamientos. Se han cerrado los lugares de culto, como las mezquitas, y en muchas ciudades y regiones se han prohibido las reuniones y hasta las cenas de pocas personas.

En febrero, empleados públicos de la provincia de Sichuan disolvieron un grupo de 10 personas que se había reunido en una fiesta para jugar al mahjong y les obligaron a leer en voz alta una disculpa que grabaron en vídeo. “Nos equivocamos, prometemos que no habrá una próxima vez y también vigilaremos a los demás”, se los escucha decir en el vídeo, con las cabezas ligeramente inclinadas.

En otros vídeos publicados en Internet se ha visto a funcionarios locales atando a un hombre a un poste o tirando a la gente al suelo por no llevar la mascarilla. Hace poco despidieron a los policías de Wuhan que fueron grabados golpeando a un hombre por vender verduras en la calle.

La agencia oficial de noticias Xinhua recordó la semana pasada a los ciudadanos que quienes violen las medidas de prevención y control pueden ser condenados a entre tres y siete años de prisión, si es un caso especialmente grave, de acuerdo con lo estipulado por el código penal chino.

“La vigilancia intrusiva ya es la ’nueva normalidad’”, cuenta Stuart Hargreaves, que en la Facultad de Derecho de la Universidad China de Hong Kong se especializa en leyes de privacidad y de información. “La pregunta para China es saber, si es que existe, cuál es el nivel de vigilancia que la población se niega a tolerar”, añade.

Algunos temen que, en parte, las medidas continúen porque los ciudadanos se acostumbren a ellas. Desde Chengdu, Alex Zhang, de 28 años, lo relaciona con la teoría sobre el estado de excepción del filósofo italiano Giorgio Agamben, que escribió sobre la continuación de medidas tomadas durante emergencias.

“Este tipo de gestión y de pensamiento para enfrentarse al brote también puede usarse en otros ámbitos, como en los medios de comunicación, en el periodismo ciudadano o en los conflictos étnicos”, dice Zhang. “Los ciudadanos aceptarán el método porque ya ha sido usado, se convertirá en lo normal”.

La vigilancia extrema de ciudadanos en China, un efecto colateral del coronavirus que ha venido para quedarse

La vigilanza estrema dei cittadini in Cina, effetto collaterale del Coranavirus che è venuto per rimanere

Negli ultimi due mesi, i cittadini cinesi hanno dovuto adeguarsi a un nuovo livello di intrusione del governo.

Entrare nel proprio appartamento o nel proprio posto di lavoro richiede la scansione di un codice QR, l’annotazione del proprio nome e numero di carta d’identità, della temperatura e della storia recente dei viaggi.

Gli operatori telefonici stanno monitorando i movimenti delle persone e i social network come WeChat e Weibo hanno aperto delle hotline per segnalare altri possibili malati. In alcune città, la gente viene addirittura ricompensata per aver denunciato un vicino malato.

Allo stesso tempo, le aziende cinesi stanno impiegando tecnologie di riconoscimento facciale in grado di distinguere dalla folla chi ha la febbre o chi non indossa la maschera. Esistono diverse applicazioni che, sulla base dei dati sanitari di ciascun cittadino, avvisano gli altri quando vengono avvicinati da qualcuno che è infetto o che è stato a stretto contatto con una persona infetta.

Oltre a chiudere intere città, le autorità statali hanno adottato una miriade di misure di sicurezza per contenere l’epidemia di coronavirus. Tutti coloro che devono far rispettare le regole, dagli alti funzionari ai dipendenti comunali, ripetono lo stesso ritornello: “questo è un tempo straordinario (feichang shiqi) che richiede misure straordinarie”.

Dopo aver infettato più di 80.000 persone e ucciso circa 3.000, il numero di nuove infezioni da coronavirus in Cina è già in calo, ma i cittadini e gli analisti si chiedono quante di queste misure straordinarie diventeranno ordinarie.

“Non so cosa succederà quando l’epidemia finirà, né oso pensarci”, dice Chen Weiyu, 23 anni. Impiegata a Shanghai, deve fare un controllo medico giornaliero alla sua azienda. Per poter andare al parco uffici deve scansionare un codice QR e registrarsi: “Il controllo era già ovunque, l’epidemia ha appena reso trasparente questa sorveglianza, che in tempi normali non si vede”.

Altri, come l’attivista di Guangzhou Wang Aizhong, sono più risoluti sul futuro. “Non c’è dubbio che questa epidemia abbia dato al governo un motivo in più per tenere d’occhio la gente, non credo che le autorità cancellino il livello di sorveglianza dopo l’epidemia”, dice. “Possiamo sentire un paio di occhi che ci guardano in continuazione non appena usciamo o soggiorniamo in un hotel, siamo completamente esposti alla sorveglianza del governo”.

Secondo gli esperti, il virus emerso a dicembre a Wuhan ha fornito alle autorità la scusa perfetta per accelerare la raccolta massiccia di dati personali e rintracciare i cittadini, una prospettiva pericolosa data la mancanza di leggi severe sull’uso dei dati personali.

La missione mira a salire lentamente per rimanere, dice Maya Wang, ricercatrice senior cinese di Human Rights Watch. Secondo lei, è probabile che utilizzino il virus come catalizzatore per aumentare il regime di sorveglianza di massa, proprio come le Olimpiadi di Pechino del 2008 o l’Expo di Shanghai del 2010: “Dopo questi eventi, le tecniche di sorveglianza di massa sono diventate più permanenti. **

“Con lo scoppio del coronavirus, la limitazione della libertà di movimento e il punteggio di rischio per tutti sono diventati presto una realtà”, dice Wang. “Con il passare del tempo vediamo un uso sempre più invadente della tecnologia e una minore capacità di resistenza da parte dei cittadini.”

“La sorveglianza invasiva è ora il nuovo standard”

Per molte persone in Cina, i nuovi livelli di sorveglianza pubblica sono ostacoli burocratici supplementari, più frustranti che sinistri, e una dimostrazione dell’incapacità del governo di gestire l’epidemia. Anche se gli alti funzionari ne parlano con orgoglio, il sistema di sorveglianza cinese è pieno di lacune. Ci sono state molte critiche al caso di un ex paziente infetto che è riuscito a viaggiare da Wuhan a Pechino a febbraio, molto tempo dopo l’entrata in vigore della quarantena.

L’attenzione del pubblico si concentra sull’applicazione del “Codice sanitario” Alipay. Utilizzata in più di 100 città, l’app distingue gli individui con uno dei tre colori in base ai loro recenti viaggi, al tempo trascorso nelle zone infette e alla vicinanza a possibili portatori del virus. Presto, i numeri identificativi saranno inseriti nel programma per consentire ad ogni persona di controllare il colore degli altri.

Un utente di Internet si è lamentato sul social network Weibo che il suo colore era cambiato da verde a giallo (che richiede la quarantena) solo per aver girato in macchina a Hubei, senza fermarsi. “Non posso nemmeno uscire a comprare pane o acqua”, ha detto un altro nella provincia di Jiangsu, dopo che il suo codice è inspiegabilmente cambiato in giallo dopo un viaggio di lavoro.

Molti lamentano che la domanda è solo “per la galleria” (xingshi zhuyi), un modo per i funzionari di livello inferiore di impressionare i loro superiori imponendo restrizioni ai cittadini. “Ho un codice sanitario, un pass per il mio complesso residenziale e un altro certificato sanitario, e non posso ancora entrare in casa mia”, ha scritto qualcuno nella sezione commenti. “È una cosa stupida, per favore, muoviamoci”, scrisse un altro.

Tra le misure ci sono soluzioni tecnologiche avanzate e soluzioni più comuni. Un esercito di dipendenti pubblici è stato dispiegato in spazi pubblici per sorvegliare i punti di ingresso, chiedere ai pedoni di scrivere i loro dettagli o interrogare le persone sui loro ultimi movimenti. I luoghi di culto, come le moschee, sono stati chiusi, e in molte città e regioni sono stati vietati incontri e persino cene per poche persone.

A febbraio, i dipendenti del governo della provincia del Sichuan hanno sciolto un gruppo di 10 persone che si erano riunite a una festa mahjong e li hanno costretti a leggere ad alta voce le scuse che hanno registrato in video. “Abbiamo fatto un errore, promettiamo che non ci sarà una prossima volta e terremo d’occhio anche gli altri”, si sente dire nel video, con la testa leggermente chinata.

Altri video pubblicati su Internet hanno visto funzionari locali legare un uomo a un palo o gettare la gente a terra per non aver indossato una maschera. Recentemente, sono stati licenziati gli agenti di polizia di Wuhan che sono stati ripresi mentre picchiavano un uomo per vendere verdura in strada.

L’agenzia di stampa ufficiale Xinhua la scorsa settimana ha ricordato ai cittadini che chi viola le misure di prevenzione e controllo può essere condannato da tre a sette anni di carcere*, se si tratta di un caso particolarmente grave, come previsto dal codice penale cinese.

“La sorveglianza invasiva è già la ‘nuova normalità'”, ha detto Stuart Hargreaves, specializzato in diritto della privacy e dell’informazione presso la Law School dell’Università cinese di Hong Kong. “La domanda per la Cina è quale livello di sorveglianza, se esiste, la popolazione si rifiuta di tollerare”, aggiunge.

Alcuni temono che, in parte, le misure continuino perché i cittadini vi si sono abituati. Da Chengdu, Alex Zhang, 28 anni, lo collega alla teoria dello stato di emergenza del filosofo italiano Giorgio Agamben, che ha scritto sulla continuazione delle misure adottate durante le emergenze.

“Questo tipo di gestione e di pensiero per affrontare l’epidemia può essere utilizzato anche in altri settori, come i media, il giornalismo locale o i conflitti etnici”, dice Zhang. “La gente accetterà il metodo perché è già stato usato, diventerà la norma.”

NOTE AGGIUNTE:

* in italia 6 anni, no?

** stupisce un pò leggere questo sulla stampa borghese. Ormai, in tutto il mondo, I grandi eventi di questo genere (Olimpiade, Mondiaie, Grandi Expo…), sono serviti da pretesto per distruggere vita popolare e imporre nuove misure, nuovi sistemi….

Adesso, queste ristrutturazioni verranno presentate dal potere non più in nome del progresso, ma come indispensabili e per il nostro bene, per proteggerci…

Perché si deve andare a lavorare, ma non si può andare a correre?

Anche parti dell’informazione di Stato lasciano trapelare i dubbi dietro la facciata dell’unità nazionale

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La situazione “è gestita in modo schizofrenico”, dice il giuslavorista Valerio De Stefano che spiega che se da un lato c’è stata la limitazione delle libertà individuali, dall’altro si possono tenere aperte le fabbriche

L’eccezionalità dell’epidemia italiana di coronavirus corrisponde all’eccezionalità della sua gestione “schizofrenica”: da un lato la compressione estrema di alcune libertà individuali, dall’altro la discrezionalità per i titolari di impresa “di mantenere aperte le fabbriche”. La riflessione è del professor Valerio De Stefano, Research Professor of Labour Law all’università di Lovanio – una delle più antiche d’Europa – che ne ha parlato con l’AGI.

Nella crisi causata dal coronavirus, a detta dell’esperto, “la gestione politica ha lasciato alle imprese in modo unilaterale la possibilità di decidere di rimanere aperte”. Un diritto che “stride con una compressione delle libertà dei cittadini senza precedenti in nessuna democrazia e forse nemmeno nei regimi autoritari: si sta sostanzialmente mettendo un’intera popolazione agli arresti domiciliari e allo stesso tempo costringendone una fetta ad andare a lavorare”. Dal punto di vista del giuslavorista, in questo momento in Italia si sta verificando uno sbilanciamento di diritti egualmente garantiti dalla Costituzione: “Da un lato quelli alla libertà e alla salute, dall’altro quello al lavoro: in questa situazione di emergenza i primi due sono più importanti e non si può protendere verso il secondo”.

L’accusa dello studioso è infatti quella di aver “commissariato un intero Paese pensando alla gestione della crisi economica, mentre siamo ancora nel pieno di quella sanitaria”. La soluzione è “mettere in lockdown tutte le attività, mantenendo aperte soltanto quelle essenziali o la cui produzione non può essere fermata, come per esempio gli altiforni”.

Al contrario le misure che vietano le passeggiate o le corse al parco “rispondono all’esigenza di cercare capri espiatori in una situazione già gravissima: si impone alle persone di non uscire, anche se rispettano la social distancing, si espongono i runners al ‘social shaming’, mentre una buona fetta di persone è costretta ad uscire per andare a lavorare”. E’ questo il motivo per cui “il blocco dei trasporti peggiorerebbe la situazione” ad avviso dell’esperto: “Finirebbe per impedire anche a chi lavora in settori essenziali come quello sanitario o alimentare di svolgere un impiego essenziale per la collettività”.

Secondo De Stefano, inoltre “mancano controlli effettivi sul fatto che tutte le imprese abbiano seriamente implementato il lavoro agile, quando potevano farlo”. Infine lo studioso pone una domanda sulla geografia del contagio. L’epidemia ha colpito in modo più forte le regioni più produttive del Paese e in particolare le province Bergamo e Brescia che da sole concentrano gran parte della produzione con almeno mezzo milione di lavoratori attivi (il 73% delle imprese non ha chiuso, stando ai dati forniti dagli stessi industriali):  “Sono i sindaci ormai a implorare la chiusura delle attività. Dovremmo chiederci perché il contagio abbia corso così veloce in quelle regioni dove il tessuto produttivo non si è fermato. Non è di certo successo perché le persone vanno al parco”.

Da questo punto di vista si riscontra anche una carenza informativa a livello centrale: “Dovremmo ricevere ogni giorno, oltre al conteggio di contagiati e morti, anche i numeri su quale sia la percentuale delle imprese che hanno chiuso, altrimenti non abbiamo modo di capire che cosa stia davvero succedendo”.

AGI

Coronavirus, in Lombardia check sulle celle telefoniche: nonostante i divieti, il 40% non resta a casa

Se il modello è Wuhan, che è riuscita a bloccare undici milioni di abitanti, allora che lo sia davvero. «Vi controlliamo attraverso le celle telefoniche. Non uscite di casa, è assolutamente importante perché questa battaglia la vinciamo noi», avverte l’assessore al Welfare Giulio Gallera. Messaggio rivolto ai milanesi sprezzanti dell’obbligo di restare a casa, anche se il lavoro permette la modalità smart e i negozi di alimentari sono nel raggio di 500 metri. Eppure, con oltre 200 morti ogni giorno nella regione, il coprifuoco in città non è ancora totale: negli ultimi 26 giorni i movimenti si sono ridotti del 60%, ma ciò significa che il 40% delle persone continua circolare.

RETE MOBILE
Troppe, sono convinti in Regione, perché si tratti solo di lavoro. Per sconfiggere il Covid-19 ogni arma è concessa e così la Lombardia si è trasformata in un Grande fratello. «Abbiamo attivato una tecnologia in collaborazione con le compagnie telefoniche di rete mobile. Fatto cento la movimentazione della popolazione il 20 di febbraio, quando non c’era l’emergenza, a oggi siamo purtroppo solo al 40% e dall’altro ieri a ieri siamo anche aumentati. E’ necessario stare a casa il più possibile, il 40% non è un dato sufficiente per dirci che possiamo contenere nel miglior modo possibile il virus», afferma il vicepresidente della Regione Fabrizio Sala. Che mostra un grafico con l’andamento degli spostamenti della popolazione: «Questi movimenti, tra l’altro, sono di persone che hanno cambiato cella telefonica, ovvero che si sono spostati per più di 300-500 metri», osserva Sala. Insomma, «c’è chi lavora e li ringraziamo», dice rivolgendosi a «chi sta svolgendo pulizie o chi si occupa di alimentari», persone «obbligate a lavorare per garantire ai cittadini che sono a casa di continuare a vivere bene». Costrette a prendere la metropolitana che ieri, alle sei di mattina e alla sera, era gremita causa taglio delle corse senza alcun rispetto della distanza di sicurezza. «Ma a chi si muove per motivi superflui chiediamo di stare a casa, perché il dato non è sufficientemente basso».

PIÙ RIGORE
Un’ulteriore stretta è in vista, preannuncia il governatore Attilio Fontana: «Non si può tornare alla vita normale, Milano ha bisogno di ancor più rigore». I comportamenti dei cittadini «sono cambiati ma in maniera non ancora sufficiente. Mi lascia perplesso che per uno, due giorni si rispettino rigorosamente le norme e poi diventa tutto un po’ più lasco. Non si può mollare l’attenzione, né tornare a una vita normale, dobbiamo essere sempre più rigorosi. La fermezza va implementata, non bisogna fare i furbi andando a fare la passeggiata senza motivo. E questo – conclude – vale per tutta la Lombardia e ancora un po’ di più per Milano». Un richiamo all’ordine arriva anche dal sindaco Giuseppe Sala, viste le scene di metro milanese piena come in un giorno qualsiasi: «Il fronte Milano tiene ed è importante che qui si resista alla diffusione del virus». Per due motivi: «Il primo per il nostro bene e la nostra salute, ma ce n’è un secondo, che resistendo diamo tempo al servizio sanitario e agli ospedali al fine di incrementare l’offerta di posti letto e in particolare di terapia intensiva. Per cui ognuno continui a fare la sua parte. Chi deve stare a casa stia in casa, chi deve lavorare per gli altri continui a farlo». E promette che sui mezzi pubblici non ci sarà più ressa: «In base alle indicazioni ricevute, Atm ha abbassato il livello di servizio, ma ci siamo accorti che in alcuni casi si stava troppo vicini sui mezzi e ho chiesto rapidamente di rimodulare il servizio. Cerchiamo ogni giorno di fare il meglio possibile».

Il messaggero

Pour une propagation de la révolte!

A propos des mutineries dans les prisons italiennes, contre les mesures de l’Etat face au coronavirus

Pour une propagation de la révolte !

A propos des mutineries dans les prisons italiennes, contre les mesures de l’Etat face au coronavirus

Depuis plusieurs semaines le gouvernement italien a testé des mesures de plus en plus radicales de restrictions de liberté dans le but de gérer l’épidémie du coronavirus.
Si l’isolement et le contrôle deviennent de plus en plus durs à l’extérieur, la situation se fait insupportable à l’intérieur des taules. Cela fait déjà deux semaines que les parloirs, le travail et les activités complémentaires sont interrompus. Ces derniers jours, les personnes qui étaient en semi-liberté ne peuvent plus sortir et les permissions spéciales ne sont plus autorisées. Cela signifie aussi la privation d’accès à des produits et biens de base (nourriture, vêtements propres, argent…)

Suites à ces décisions, les premières mutineries éclatent le samedi 7 mars, pour s’étendre à une trentaine de prisons en l’espace de 2 jours sur l’ensemble du territoire italien.
Les moyens de révolte se font clairs et efficaces. Du nord au sud de l’italie, le feu se propage d’une prison à l’autre, des prisonniers montent sur les toits aux cris de « liberté et amnistie », des matons sont pris en otage, les barreaux se tordent, des documents officiels partent en cendre. Plus de traces des agents de l’ordre dans certaines ailes des bâtiments. A Modène, c’est l’entiereté de la prison qui a fermé, car les révoltes l’ont rendue inutilisable.
Les chiffres qui commencent à circuler parlent de plus d’une centaine de prisonnier.es évadés. On leurs souhaite bon courage !

Tandis que la fumée monte haut dans le ciel les proches et personnes solidaires se retrouvent en bas des prisons, que ce soit pour crier leur soutien ou organiser des barrages de rue, bloquant ainsi l’arrivée de la police, des GOM (équivalent des ERIS, CRS de la prison) et des militaires.

La révolte est intense, la répression est féroce : coupures d’eau et d’electricité, hélicos survolant des taules,  violences policières… On compte au moins 12 morts dans plusieurs prisons. Si la presse bourgeoise et l’administration pénitentiaire parlent d’overdoses suite aux pillages d’infirmeries, les proches ont entendu des coups de feu. Et plusieurs prisonnier.es sont hospitalisés en soins intensifs.
Parallelement, politiciens en tout genre cherchent à pacifier en proposant des accès à des téléphones ou à skype, tout en demandant aux familles de calmer leurs proches… mais ça n’a pas suffit à casser leur détermination.
On leur envoie toute notre solidarité!

Nous n’avons pas besoin de faire des analyses des révoltes en cours, elles parlent d’elles-mêmes de l’attaque d’un système qui enferme et contrôle par la peur et la menace.
En s’appuyant sur une urgence et une peur généralisée qu’ils ont contribué à créer, les différents états se placent en sauveurs face à la catastrophe et nous imposent leur logique et leurs mesures. Ils rivalisent d’inventivité pour approfondir le contrôle et la surveillance et expérimentent au passage différents outils de gestion des populations.
D’ailleurs, la France parle de mettre en place un dispositif spécifique par rapport aux prisons dans les jours qui viennent.
En dehors de ces situations, la réalité carcérale est toujours dégueulasse. Face à l’enfermement, il n’y a que des bonnes raisons de se révolter!

Corona virus ou pas, en Italie ou ailleurs, feu à toutes les prisons !!

11 mars 2020

Le recto et le verso au format PDF

[Publié sur indymedia nantes, 12.03.2020]

 

France / Italy – For The Spread of the Revolt!

About the mutinies in Italian prisons against the state’s measures against Coronavirus

For several weeks now the Italian government has been testing increasingly radical measures to restrict freedom in order to manage the Coronavirus pandemic.
While isolation and control are becoming increasingly harsh on the outside, the situation is becoming unbearable on the inside. For two weeks now, the visits, work and recreational activities have been restricted. In recent days, people who were on day-release are no longer allowed to go out and special permissions are no longer allowed. This also means the deprivation of access to basic necessities and goods (food, clean clothing, money…).

Following these decisions, the first mutinies broke out on Saturday the 7th of March, spreading to around thirty prisons in the space of two days throughout Italy.
The methods of revolt are simple and effective. From the north to the south of Italy, fire spread from one prison to another, prisoners climbed to the rooftops shouting “freedom and amnesty!”, prison guards were taken hostage, bars were twisted, official documents were reduced to ashes. There are no more traces of law enforcement officers in some wings of the buildings. In Modena, the entire prison closed down because the revolts made it unusable.
The figures that are beginning to circulate speak of more than a hundred escaped prisoners. We wish them good luck!

As the smoke rises high in the sky, relatives and people in solidarity gather at the bottom of the prisons, either to shout their support or to organize street blockades, thus blocking the arrival of the police, the GOM (prison police) and the military.

The revolt is intense, the repression is ferocious: water and electricity cuts, helicopters flying over the prison walls, police violence…There are at least 12 dead in several prisons. The bourgeois press and the prison administration speak of overdoses following the looting of infirmaries, however relatives of the prisoners [gathered in solidarity outside the prisons] have heard gunshots. And several prisoners are hospitalized in intensive care.
At the same time, politicians of all kinds are trying to pacify by offering access to telephones or Skype, while asking families to calm their loved ones…but it hasn’t been enough to break their determination.
We send them all our solidarity!

We don’t need to make analyses of the current revolts, they speak for themselves of the attack on a system that locks up and controls through fear and threats.
By relying on an urgency and a generalized fear that they have helped to create, the different states place themselves as saviours in the face of the catastrophe and impose their logic and their measures on us. They compete in inventiveness to deepen control and surveillance and experiment with different tools for population management.
Moreover, France is talking about setting up a specific system for prisons in the coming days.
Apart from these situations, the reality of prisons is always disgusting.
Faced with imprisonment, there are always good reasons to revolt!

Coronavirus or not, in Italy or elsewhere, fire to all prisons!

March 11th, 2020.

[Originally published on Nantes Indymedia on 12.03.2020]

(via Sans Attendre Demain, translated into English by Anarchists Worldwide)

Il Coronavirus ridimensiona Defender Europe e l’Italia si esercita nel Nevada

“Dopo un’attenta valutazione delle attività in svolgimento per l’esercitazione Defender Europe 2020 e alla luce dell’odierna epidemia di Coronavirus, modificheremo l’esercitazione riducendo il numero dei partecipanti Usa; le attività associate all’esercitazione saranno rimodulate in stretto accordo con gli Alleati e i partner per andare incontro alle nostre maggiori priorità degli obiettivi addestrativi”.

Adesso è ufficiale: il Comando delle forze armate degli Stati Uniti in Europa con sede a Stoccarda (Germania) ha deciso un taglio netto ai war games previsti in Europa centrale ed orientale nei mesi di aprile e maggio nell’ambito nella maxi-esercitazione a cui avrebbero dovuto partecipare oltre 37.000 militari, migliaia di mezzi pesanti, cacciabombardieri e unità navali e sottomarini dei paesi aderenti all’Alleanza atlantica. “La protezione sanitaria delle nostre forze armate e di quella dei nostri alleati Nato è un obiettivo prioritario”, prosegue la nota emessa da Us European Command. “Noi prendiamo seriamente in considerazione l’epidemia di Coronavirus e siamo fiduciosi che nell’assumere questa decisione continueremo a fare la nostra parte nel prevenire l’ulteriore diffusione del virus, mentre stiamo ancora massimizzando i nostri sforzi per far crescere la nostra alleanza e partnership e rafforzare la risposta generale contro ogni crisi e contingenza”. Ulteriori aggiornamenti relativamente a Defender Europe saranno comunicati nelle prossime ore.

La decisone statunitense è stata formalizzata dopo la cancellazione della prima fase dell’esercitazione prevista in Norvegia e nel mar Artico (Exercise Cold Response 20). Proprio per l’esplosione in tutto il vecchio continente dell’emergenza coronavirus, qualche giorno fa la Finlandia aveva annunciato il ritiro dai giochi di guerra nel Baltico; anche il ministro della Difesa italiano, Lorenzo Guarini, con una nota dell’12 marzo, aveva reso nota l’intenzione di non partecipare a Defender Europe. “Gli uomini e le donne della Difesa sono in campo senza sosta per fronteggiare, in questo delicato momento, l’emergenza sanitaria e per garantire l’attuazione delle importanti delibere decise del governo”, ha dichiarato Guerini. “Per questo ho valutato, congiuntamente con lo Stato maggiore della Difesa e informando il Comando Nato, di non confermare il nostro contributo all’esercitazione. Pur sostenendo il suo valore strategico, ho ritenuto opportuno mantenere massimo l’apporto delle Forze armate in questa situazione”.

La decisione del governo è stata condivisa da tutte le forze politiche e dall’opinione pubblica. Peccato che nelle stesse ore in cui essa maturava, dall’altra parte dell’oceano, in Nevada (Usa), prendeva il via un’altra maxi-esercitazione aerea, Bandiera Rossa (Red Flag 2020-02), con la partecipazione dei reparti d’eccellenza dell’Aeronautica Militare provenenti dalle basi di Pisa, Grosseto, Gioia del Colle, Trapani-Birgi, Pratica di Mare e Amendola (Foggia). “Con i primi decolli degli assetti italiani, il 9 marzo è ufficialmente iniziata la Red Flag, una delle esercitazioni aeree più complesse e realistiche organizzate a livello internazionale che vede coinvolte presso la base americana di Nellis anche le forze aeree statunitensi, spagnole e tedesche”, riporta enfaticamente il comunicato emesso dallo Stato Maggiore della Difesa. “Per la prima volta dal 1989, l’Aeronautica Militare partecipa con ben tre tipologie di velivoli: gli Eurofighter del 4°, 36° e 37° Stormo; il CAEW (Conformal Airborne Early Warning) del 14° Stormo di Pratica di Mare e gli F-35 del 32° Stormo di Amendola, entrambi alla prima presenza in questo particolare scenario. Si tratta del più importante evento addestrativo del 2020 per l’Aeronautica, un’esercitazione nella quale i piloti consolidano le capacità d’impiego dei sistemi d’arma in dotazione e la validità delle rispettive tattiche, mediante l’organizzazione ed il coordinamento di pacchetti costituiti da un elevato numero di velivoli, consolidando nel contempo la capacità di operare congiuntamente con altri Reparti, sia della Forza Armata sia di altre nazioni”.

Niente pericoli coronavirus dunque per Bandiera Rossa che si concluderà il 20 marzo. Del resto nessuno dei protagonisti armati poteva perdere l’occasione di sperimentare dal vivo i nuovi sistemi d’intelligence e per le cyber war acquistati: le simulazioni delle future guerre aerospaziali e cibernetiche si svolgeranno in un enorme poligono del Nevada che sorge a ridosso della base aerea di Nellis, una delle più grandi installazioni militari del mondo. Nel poligono sono stati testati più del 75% di tutte le munizioni e delle bombe a disposizione delle forze armate Usa e Nato. Dalla sua prima edizione nel 1975 sino ad oggi, Red Flag ha ospitato le forze aeree di 29 paesi e più di 506.000 militari. “Il deployment operativo e logistico in Nevada per l’esercitazione aerea è stato portato avanti dalla nostra Forza Armata come pianificato, nonostante i concomitanti sforzi organizzativi in campo nazionale nell’ambito delle attuali azioni di contrasto e gestione dell’emergenza COVID-19”, conclude la nota dello Stato Maggiore. Chissà se dopo l’irresponsabile missione negli Usa, sarà decretato nei confronti di tutto il personale partecipante l’isolamento obbligatorio domiciliare, come misura preventiva all’ulteriore diffusione del coronavirus in tutta Italia…

Il Coronavirus ridimensiona Defender Europe e l’Italia si esercita nel Nevada

Coronavirus: esperti italiani testano app per tracciamenti

Nel team il fisico Foresti e l’esperto privacy Vaciago

Un’app che se installata sul telefono aiuta a ricostruire i movimenti delle persone positive al coronavirus e di chi è entrato in contatto con loro. La sta sviluppando un gruppo di esperti italiani, non è ancora scaricabile dagli store digitali e ci sono contatti con il governo “ma al momento non c’è nulla di nuovo”, spiega all’ANSA Luca Foresti, fisico e amministratore delegato della rete di poliambulatori specialistici Centro medico Santagostino.

All’applicazione stanno lavorando, oltre al Centro medico Santagostino, anche Giuseppe Vaciago, avvocato ed uno dei maggiori esperti nella protezione dei dati sensibili in Italia e le società tecnologiche Jakala, Bending Spoons e Geouniq.

“Vogliamo costruire un sistema tecnologico che possa andare nelle mani delle istituzioni per aiutarle a gestire la crisi, tenuto conto del fatto che non sarà breve e avrà una crescita, è importante avere strumenti che permettono di tracciare cosa succede sul territorio”, aggiunge Foresti.

La tecnologia alla base dell’app permette, a partire dai dati georeferenziati e anonimi, di individuare movimenti e interazioni delle persone, raccoglie un loro diario clinico come l’insorgenza della febbre e altri sintomi, e sulla base delle informazioni georeferenziate ad esempio capisce, molto prima dell’arrivo in ospedale, che in una zona c’è un focolaio. Il tracciamento, inoltre, permette di comprendere con quali persone il soggetto è entrato in contatto e se è scattata l’auto-quarantena.

“Le persone che scaricano e installano l’app sul cellulare diventano un nodo di raccolta di dati georefrenziata che aiuta tutti ma aiuta anche il singolo individuo ad avere informazioni puntuali su se stesso. Più persone ce l’avranno più l’app avrà un ruolo pubblico che farà capire tante cose”, sottolinea Foresti

“La privacy è tutelata – aggiunge – perché l’app è solo un punto di contatto tra il sistema e le persone senza rivelare dati personali, la stiamo testando e ci stiamo muovendo in modo rapido anche se ci sono tanti passaggi di tipo tecnologico e istituzionale. Nella situazione che sta vivendo l’Italia ci è sembrato un elemento da mettere in pista e lo stiamo facendo con le migliori competenze sul mercato. Il tempo è fondamentale in questo momento, è un momento delicato in cui devono parlare i fatti”, conclude Foresti.

Ansa

Coronavirus, Twitter elimina i post pericolosi

Via fake news, falsi rimedi, teorie ascientifiche e complottiste

Nella lotta al coronavirus, Twitter mette al bando tutti i post contrari alle linee guida offerte dalle fonti autorevoli in tema di salute pubblica. In un post, il social elenca una lista di contenuti che saranno eliminati dalla piattaforma, con priorità a quelli potenzialmente più dannosi, per cui sta istituendo un sistema globale di valutazione della gravità.

Ad essere cancellati da Twitter saranno i post che vanno contro le raccomandazioni delle autorità sanitarie per evitare il contagio e, in questo modo, incentivano comportamenti rischiosi, sostenendo ad esempio che la distanza di sicurezza è inutile. Via anche i tweet che descrivono misure protettive e trattamenti inefficaci, siano essi innocui, come consigliare l’aromaterapia per allontanare il Covid-19, o pericolosi, come suggerire di bere candeggina.

I tweet che negano fatti scientifici accertati sulla trasmissione del virus, o che propongono teorie complottiste (come sostenere che il Covid-19 sia un’invenzione per far crollare le borse o per far guadagnare chi vende disinfettanti) sono tra gli altri esempi di tweet bannati, insieme a quelli che seminano il panico (“le autorità hanno detto che i supermercati non saranno riforniti per due mesi”), che propongono metodi non scientifici di autodiagnosi e che attribuiscono a diversi gruppi etnici una maggiore o minore resistenza al contagio.

Ansa

Third Time Lucky

Received by mail anonymous..

We’re in Lockdown. Stay at home, we’re commanded. Only that which is most necessary for economic survival is permitted, but it is never stated of whose survival they speak. Even then we’re greeted by processions of police riot vans – lights flashing, show of force – informing us that we have to go home. Going about the minimum of daily activities is a danger to public health. It’s already been said in Italy that it’s amazing how quickly we forget: what it’s like to speak to a stranger, to touch someone, to encounter an unexpected moment amid the concrete drizzle of capital. The workhouses and temples of consumption are open but the shelves are almost bare. We have a social responsibility, they say. The healthcare system cannot cope and it is us that has to save it. Did someone say something about funding?

An invisible enemy. The stuff of apocalyptic films. The cause is not important, it’s just the flu after all, but the response is crucial. We are not measuring the number of deaths but the capacities of power. Swine flu and SARS failed to take the world by storm but they’ve nailed
it this time. Everything that came before was a mere prototype for the finished product: a perfectly intangible terror that demands our complete subservience. It’s as though The Handmaid’s Tale, in all its controversial success, was a warm-up before the main act.

The supposed reach and severity of the Corona Virus is almost a mute subject. What’s important is who is going to take benefit, how, and who pays the price. The capitalist economic system is built on investment, but this time it’s starving itself ready for a rampage. When this is allover, when our glorious benefactors have saved us from near ruin and we
welcome back with open arms a depleted economy that was fucking us before ‘the pandemic’, we have to think where we will be.

Waves of migrants washing upon even more hostile European shores. Solitary confinement becoming the prisoners’ permanent state. G4S quietly clean up after the morning matinee as we’re distracted by the charade in the main hall. Physical human interaction reduced to an
Orwellian suspicion whilst the spectrum of human emotion is expressed through Whatsapp’s preset sticker selection. Facebook’s laughing as Instantgram’s rewriting history with all our rebellious quotes.

https://actforfree.nostate.net/?p=36822