Pandemia mundial y el aislamiento: Explota la revuelta dentro de las cárceles

Desde que fue declarada la pandemia mundial a raíz de la propagación del COVID 19, la cifra de infectadxs y muertxs a lo largo del mundo solo ha crecido y sigue creciendo exponencialmente. Es sabido como de costumbre, quienes se han visto más afectadxs y desde donde finalmente vendrán lxs muertxs una vez más.
Una nueva y oscura fase en la historia de la humanidad se ha abierto y ha mostrado libre de caretas y maquillajes la verdadera cara del Capitalismo y la Dominación, representado por una parte en la cruda marginación y abismante desigualdad al momento de enfrentar tratamientos y cuidados en salud, y por otra, en el fortalecimiento del control social por parte de los Estados alrededor de todo el mundo. El reciente panorama global nos trae una nueva escena… carreteras y calles de las grandes ciudades vacías en Estado de Emergencia y por ende, bajo control de militares y policías, en donde incluso estxs también han sido indicadxs como “autoridades sanitarias” dentro de este actual escenario de sobrepoblación mundial.
Resulta indiscutible lo útil y conveniente que toda esta situación está siendo para que se impongan medidas de control y represión cada vez más restrictivas, con mayor énfasis hacia lxs rebeldes que se atreven a expresar la rabia y el descontento frente las medidas decretadas y el aislamiento impuesto.
El ejemplo más claro de esto se ha mostrado en los numerosos motines, intentos de fuga y movilizaciones que se han multiplicado al interior de las cárceles, en donde el Estado siempre ha mostrado su verdadero rostro castigando con encierro y torturas a quienes osen actuar por fuera del marco jurídico-legal instaurado por medio de la fuerza.
Es evidente el hecho de que sobrellevar el encierro y una enfermedad de este tipo es una clara condena a muerte.
Hasta el momento se han registrado rebeliones en las cárceles de Colombia, Perú, Uruguay, España, Argentina, Chile, Italia, Estados Unidos, Brasil, Irán, Sri Lanka, Egipto, Gran Bretaña, Tailandia, Luxemburgo, Venezuela, Paraguay, México, Jordania, entre muchos otros territorios que se siguen sumando. La fuerte represión con la que han respondido los Estados ha dejado solo muertxs, heridxs y un aumento de la tortura cotidiana, con castigos como cortes de agua y luz, o la suspensión de la entrega de encomiendas, pero una nula respuesta y acción frente a las demandas de una clara posibilidad de contagio a la que se encuentran expuestxs lxs presxs.
Finalmente este nuevo panorama de crisis del Estado-Capital destapó consigo sus verdaderas intenciones y un descomunal cinismo. Mientras por un lado dicen proteger la vida humana combatiendo el virus con todos los “medios posibles”, exhibiendo grandes cifras de inversión en tecnología, “medidas sanitarias”, bonos y un show mediático orquestado para sembrar el pánico colectivo; el sistema de producción como es de esperarse está herido pero permanece activo, los medios de transporte llenos en hora punta, largas filas de las instituciones burocráticas y en las eternas esperas en los centros de salud. Apartadxs del funcionamiento de las urbes se mantienen secuestradxs a millones de presxs en distintas cárceles del mundo, donde lo que realmente siempre ha reinado es el hacinamiento y las malas condiciones de salud e higiene.
Las vidas de lxs marginales, pobrxs, excluidxs nunca ha sido de importancia para el Poder y no esperamos que el contexto genere una transformación en esto. Hacemos un llamado a permanecer pendientes y activxs por quienes resisten recluidxs tras los muros de las mazmorras del Capital.
Firmes e inclaudicables con nuestras convicciones reconociendo la única cara del enemigo, tanto dentro como afuera de la prisión y contra toda forma de autoridad, procuremos que viva la Anarquía.

SOLIDARIDAD ACTIVA CON NUESTRXS COMPAÑERXS SECUESTRADXS
FUEGO Y EXPLOSIONES AL ESTADO Y SUS PRISIONES

El Estado con mascarilla, por Miguel Amorós

La editorial Pepitas de calabaza publica una aguda reflexión de Miquel Amorós a quien entrevistamos en Hincapié hace unos años . Entonces reflexionábamos sobre algunas cuestiones lejanas, son hoy una realidad distópica. Reproducimos el artículo en su integridad en pleno estado de confinamiento forzoso en buena parte del mundo global a causa o con la pretendida justificación del coronavirus.

Importancia del Estado en la nueva fase autoritaria del capitalismo

La actual crisis ha significado unas cuantas vueltas de tuerca en el control social por parte del Estado. Lo principal en esa materia ya estaba bastante bien implantado porque las condiciones económicas y sociales que hoy imperan así lo exigían; la crisis no ha hecho más que acelerar el proceso. Estamos participando a la fuerza como masa de maniobra en un ensayo general de defensa del orden dominante frente a una amenaza global. El coronavirus 19 ha sido el motivo para el rearme de la dominación, pero igual hubiera servido una catástrofe nuclear, un impasse climático, un movimiento migratorio imparable, una revuelta persistente o una burbuja financiera difícil de manejar. No obstante la causa no es lo de menos, y la más verídica es la tendencia mundial a la concentración de capitales, aquello a lo que los dirigentes llaman indistintamente mundialización o progreso. Dicha tendencia halla su correlato en la tendencia a la concentración de poder, así pues, al refuerzo de los aparatos de contención, desinformación y represión estatales. Si el capital es la sustancia de tal huevo, el Estado es la cáscara. Una crisis que ponga en peligro la economía globalizada, una crisis sistémica como dicen ahora, provoca una reacción defensiva casi automática y pone en marcha mecanismos disciplinarios y punitivos de antemano ya preparados. El capital pasa a segundo plano y entonces es cuando el Estado aparece en toda su plenitud. Las leyes eternas del mercado pueden tomarse unas vacaciones sin que su vigencia quede alterada.

El Estado pretende mostrarse como la tabla salvadora a la que la población debe de agarrarse cuando el mercado se pone a dormir en la madriguera bancaria y bursátil. Mientras se trabaja en el retorno al orden de antes, o sea, como dicen los informáticos, mientras se intenta crear un punto de restauración del sistema, el Estado interpreta el papel de protagonista protector, aunque en la realidad este se asemeje más al de bufón macarra. A pesar de todo, y por más que lo diga, el Estado no interviene en defensa de la población, ni siquiera de las instituciones políticas, sino en defensa de la economía capitalista, y por lo tanto, en defensa del trabajo dependiente y del consumo inducido que caracterizan el modo de vida determinado por aquella. De alguna forma, se protege de una posible crisis social fruto de otra sanitaria, es decir, se defiende de la población. La seguridad que realmente cuenta para él no es la de las personas, sino la del sistema económico, esa a la que suelen referirse como seguridad “nacional”. En consecuencia, la vuelta a la normalidad no será otra cosa que la vuelta al capitalismo: a los bloques colmena y a las segundas residencias, al ruido del tráfico, a la comida industrial, al trasporte privado, al turismo de masas, al panem et circenses… Las formas extremas de control como el confinamiento y la distancia interindividual terminarán, pero el control continuará. Nada es transitorio: un Estado no se desarma por propia voluntad, ni prescinde gustosamente de las prerrogativas que la crisis le ha otorgado. Simplemente, “hibernará” las menos populares, tal como ha hecho siempre. Tengamos en cuenta que la población no ha sido movilizada, sino inmovilizada, por lo que es lógico pensar que el Estado del capital, más en guerra contra ella que contra el coronavirus, trata de curarse en salud imponiéndole condiciones cada vez más antinaturales de supervivencia.
El enemigo público designado por el sistema es el individuo desobediente, el indisciplinado que hace caso omiso de las órdenes unilaterales de arriba y rechaza el confinamiento, se niega a permanecer en los hospitales y no guarda las distancias.

El que no comulga con la versión oficial y no se cree sus cifras. Evidentemente, nadie señalará a los responsables de dejar a los sanitarios y cuidadores sin equipos de protección y a los hospitales sin camas ni unidades de cuidados intensivos suficientes, a los mandamases culpables de la falta de tests de diagnóstico y respiradores, o a los jerarcas administrativos que se despreocuparon de los ancianos de las residencias. Tampoco apuntará el dedo informativo a expertos desinformadores, a empresarios que especulan con los cierres, a los fondos buitre, a los que se beneficiaron con el desmantelamiento de la sanidad pública, a quienes comercian con la salud o a las multinacionales farmacéuticas… La atención estará siempre dirigida, o mejor teledirigida, a cualquier otro lado, a la interpretación optimista de las estadísticas, al disimulo de las contradicciones, a los mensajes paternalistas gubernamentales, a la incitación sonriente a la docilidad de las figuras mediáticas, al comentario chistoso de las banalidades que circulan por las redes sociales, al papel higiénico, etc. El objetivo es que la crisis sanitaria se compense con un grado mayor de domesticación. Que no se cuestione un ápice la labor de los dirigentes. Que se soporte el mal y que se ignore a los causantes.

La pandemia no tiene nada de natural; es un fenómeno típico de la forma insalubre de vida impuesta por el turbocapitalismo. No es el primero, ni será el último. Las víctimas son menos del virus que de la privatización de la sanidad, la desregulación laboral, el despilfarro de recursos, la polución creciente, la urbanización desbocada, la hipermovilidad, el hacinamiento concentracionario metropolitano y la alimentación industrial, particularmente la que deriva de las macrogranjas, lugares donde los virus encuentran su inmejorable hogar reproductor. Condiciones todas ellas idóneas para las pandemias. La vida que deriva de un modelo industrializador donde los mercados mandan es aislada de por sí, pulverizada, estabulada, tecnodependiente y propensa a la neurosis, cualidades todas que favorecen la resignación, la sumisión y el ciudadanismo “responsable”. Si bien estamos gobernados por inútiles, ineptos e incapaces, el árbol de la estupidez gobernante no ha de impedirnos ver el bosque de la servidumbre ciudadana, la masa impotente dispuesta a someterse incondicionalmente y encerrarse en pos de la seguridad aparente que le promete la autoridad estatal. Esta, en cambio, no suele premiar la fidelidad, sino guardarse de los infieles. Y, para ella, en potencia, infieles lo somos todos.
En cierto modo, la pandemia es una consecuencia del empuje del capitalismo de estado chino en el mercado mundial. La aportación oriental a la política consiste sobre todo en la capacidad de reforzar la autoridad estatal hasta límites insospechados mediante el control absoluto de las personas por la vía de la digitalización total. A esa clase de virtud burocrático-policial podría añadirse la habilidad de la burocracia china en poner la misma pandemia al servicio de la economía.

El régimen chino es todo un ejemplo de capitalismo tutelado, autoritario y ultradesarrollista al que se llega tras la militarización de la sociedad. En China la dominación tendrá su futura edad de oro. Siempre hay pusilánimes retardados que lamentarán el retroceso de la “democracia” que el modelo chino conlleva, como si lo que ellos denominan así no fuera otra cosa que la forma política de un periodo obsoleto, el que correspondía a la partitocracia consentida en la que ellos participaban gustosamente hasta ayer. Pues bien, si el parlamentarismo empieza a ser impopular y maloliente para los dirigidos en su mayoría, y por consiguiente, resulta cada vez menos eficaz como herramienta de domesticación política, en gran parte es debido a la preponderancia que ha adquirido en los nuevos tiempos el control policial y la censura sobre malabarismo de los partidos. Los gobiernos tienden a utilizar los estados de alarma como herramienta habitual de gobierno, pues las medidas que implican son las únicas que funcionan correctamente para la dominación en los momentos críticos. Ocultan la debilidad real del Estado, la vitalidad que contiene la sociedad civil y el hecho de que al sistema no le sostiene su fuerza, sino la atomización de sus súbditos descontentos. En una fase política donde el miedo, el chantaje emocional y los big data son fundamentales para gobernar, los partidos políticos son mucho menos útiles que los técnicos, los comunicadores, los jueces o la policía.

Lo que más debe de preocuparnos ahora es que la pandemia no solo culmine algunos procesos que vienen de antiguo, como por ejemplo, el de la producción industrial estandardizada de alimentos, el de la medicalización social y el de la regimentación de la vida cotidiana, sino que avance considerablemente en el proceso de la digitalización social. Si la comida basura como dieta mundial, el uso generalizado de remedios farmacológicos y la coerción institucional constituyen los ingredientes básicos del pastel de la cotidianidad posmoderna, la vigilancia digital (la coordinación técnica de las videocámaras, el reconocimiento facial y el rastreo de los teléfonos móviles) viene a ser la guinda. De aquellos polvos, estos lodos. Cuando pase la crisis casi todo será como antes, pero la sensación de fragilidad y desasosiego permanecerá más de lo que la clase dominante desearía. Ese malestar de la conciencia restará credibilidad a los partes de victoria de los ministros y portavoces, pero está por ver si por sí solo puede echarlos de la silla en la que se han aposentado. En caso contrario, o sea, si conservaran su poltrona, el porvenir del género humano seguiría en manos de impostores, pues una sociedad capaz de hacerse cargo de su propio destino no podrá formarse nunca dentro del capitalismo y en el marco de un Estado. La vida de la gente no empezará a caminar por senderos de justicia, autonomía y libertad sin desprenderse del fetichismo de la mercancía, apostatar de la religión estatista y vaciar sus grandes superficies y sus iglesias.

Miguel Amorós
Confinado en su casa muy a su pesar, el 7 de abril de 2020.

 

«El Estado con mascarilla», por Miguel Amorós

Guerra al Estado, no a un virus

Estamos buscando nuevas historias de la creciente represión, violencia y control estatal que están emergiendo bajo el atuendo de “salvarnos” de este virus; así como todas las historias de rebeldes rompiendo el confinamiento, fugas de las cárceles, ataques a las autoridades, aquellxs que se niegan a estar confinadxs en sus casas, y todos los actos de sabotaje contra la maquinaria de la muerte. El próximo número (si es que existe) será probablemente una documentación de la violencia policial y militar, puestos de control, encierros, y asesinatos así como en las historias de victorias contra esta nueva realidad por nuestro lado. Si tienes alguna historia que aportar por favor contáctanos en: downandoutdistro (@) riseup (dot) net

Nota disuasoria

+Este periódico es el primero de lo que podría convertirse en una colección de reflexiones, intervenciones, llamados a la acción y relatos sobre la propagación el Covid-19 y el fascismo invasor que conlleva.

+Este periódico no lidiará directamente con la naturaleza del virus en sí, ofrecerá soluciones, consejo médico o intentará entrar en narrativas alrededor de la enfermedad.

+Lxs editorxs de este periódico reconocen la seriedad de la pandemia global, y lamentan las vidas perdidas que implica (a excepción de las muertes de políticxs, policías, jefxs, etc.)

+No deseamos ponernos a nosotrxs mismxs o a nuestrxs amigxs en peligro expandiendo este virus, de cualquier modo; creemos en mayor o menor grado que esta epidemia es inevitable.

+Se perderán vidas, como sea ésto siempre ha sido parte de la existencia humana. Lo que NO podemos tolerar es que Estados, gobiernos, corporaciones farmacológicas, y lxs ricxs, etc. tengan el control de qué vidas se perderán, cómo, y dónde.

+Incluso más, como anarquistas, nihilistas, y antiautoritarixs, NUNCA hemos confiado en el Estado, la ciencia médica, o las instituciones que desean constreñir y controlar la vida humana. Pese a que muchxs entre nosotrxs aparenten estar cambiando de bando y obedeciendo a Estados que una vez rechazaron, nos negamos a dicha opción.

+ Si éste es el fin, lo es en nuestros propios términos y los de nadie más.

PDF aquí: spanishcor

https://downandoutdistro.noblogs.org/post/2020/04/13/nuevo-poster-para-protegerte-a-ti-y-a-lxs-demas-del-coronavirus/

¿No salgas de casa?

…El profundo sentimiento de sentirse constantemente extraño y desamparado, la continua preterición, la persistente inseguridad de vivir… “El hijo del pobre, hoja juguete del viento”. O R

Nos quieren aún más separadas, más aisladas las unas de las otras, quieren apresarnos aún más en nuestra individualidad. Ante la crisis sanitaria solo puedes cuidar de ti mismo y de tu familia. Si sales, tú serás la culpable de llevar el virus a casa. Si mueren será tu culpa.

Y con este discurso exentamos de responsabilidades al estado, que buenos ciudadanos, que perfectos seres humanos, no abarrotemos sus hospitales, esos solo son para quiénes pueden pagarlos, nosotras hay que morir solas y aisladas en nuestras casas, en las calles, en nuestras cárceles. Todas tenemos un Guayaquil en nuestros barrios. Colapsan servicios que debería el Estado ser garante, ahora en lo real, ahí lo tienen. Su voto democrático por una muerte en el autoexilio de tu hogar.

Nuestra atomización ahora es palpable, abstraernos en este papel, en la red social, en nuestro miedo, en nuestra tristeza y lágrimas. Si algo aprenderemos de esta situación es que estamos más cerca de la ideología del capital, que está aún permea, incide, influye en la mente de la gente más radical, quédate en casa nos dicen, y asumimos como dictamen ante la parálisis del miedo espectacular, expectativas y confianza en nuestros gobernantes y nuestros sistemas democráticos tenemos. Hoy. Queremos que nos salven aquellos a quienes alguna vez lanzamos cocteles Molotov. Que risa y que rabia.

… ¿Aprenderemos?

En estas tierras mestizas dónde se siembra a diario la muerte, dónde pese a sus medidas de cuarentena, sigue habiendo mujeres y niñas violadas y en la esquina de mi calle siguen vendiendo cualquier droga con la indiferencia al alcance de tu bolsillo… aquí solo se aprende a sobrevivir de cualquier forma, pese a quien sea, arrastrando nuestro saco de huesos, carne y carente totalmente de los beneficios que nos otorga como humanos poseer una espectacular materia gris en nuestros cráneos.

En la comunicación masiva enseñan a condenar a quienes tienen que salir a trabajar o a quienes salen solo porque quieren salir. ¡Quédate en tu puta casa! Grita la gente envalentonada detrás de su ventana. ¿Que no tienes miedo? Pfff dejamos de tener miedo a salir desde que aprendimos a defendernos pues más de 10 mujeres son brutalmente asesinadas y violadas al día y nadie dice y hace nada al respecto. El virus tal vez nos mate de distinta forma, pero no es una excusa para tener miedo.

No señoras de los medios masivos, no podemos quedarnos en casa, la desesperación e incertidumbre de tener este hueco en el estómago nos hará salir las veces que hagan falta a buscar pan, y como pagar el alquiler, nuestro ímpetu nos obligará a salir a pintar sus fachadas, a reventar los vidrios de los lugares donde nos tiraron cómo desechos humanos sin darnos un quinto para pagar su pandemia. Ni en esta ni en mil crisis más nos quedaremos en casa, no hay forma, o morimos de virus o morimos de hambre, no hay reconciliación de clase, no hay tregua.

El futuro se desdibuja en cada segundo, nada nos da certeza más que estás tremendas ganas de que todo reviente.

Estamos sobreviviendo a un éxodo de todo lo vivo, causado por la dinámica del capital en todas sus formas. El tercer mundo se ahoga en el Mediterráneo, se enfrenta a la guardia nacional de los países latinoamericanos, los migrantes se enfrentan a los cazadores del narco o los buenos ciudadanos europeos que los desdeñan, todo con el fin de llegar a países de abundancia… Abundancia de esclavitud asalariada, de mano de obra baratísima, xenofobia, explotación, represión, persecución… las guerras por los recursos y la dominación en medio oriente continúan, los intereses son más grandes que un estúpido virus, el sarampión se abre paso en estas tierras marginadas asesinado a decenas de niños y gente mayor.

Pero hay que quedarnos en nuestra puta casa. Hay que ser responsables porque si el brote es más grande nosotras tendremos la culpa, no el estado que no da garantía de los derechos que tanto kakarea, no los flamantes hospitales que nos construyen en cada colonia, puesto que no existen; nadie tendrá culpa de lo que pase excepto nosotras, porque salimos. Así se lavan las manos de los estados de todos los países.

Mientras tanto, en nuestras casas y afuera seguimos haciendo que funcione el capitalismo. Estamos cooperando, seguimos a su servicio. La economía no ha dejado de moverse, se transforma en medicamentos, servicios funerarios, comida para llevar, tiendas abarrotadas por las compras de pánico de quienes tienen para pagar esta y mil crisis más. No queda de otra que usar el modernísimo recurso de ciudad, home office.

Las ciudades están semidesérticas, no porque la gente no quiera salir, sino porque convoys policiacos pasan recordándote que eres una mierda por salir de tu casa y te sugieren “amablemente” regresar al encierro. Represión, prohibición, multas, abuso de autoridad, cuarentena para gente sana, anhelos de que todo esto pase para volver a la abrumadora cotidianidad, a trabajar aún más para pagar todo lo que nos endeudaremos por esta crisis que provocamos por esa forma imprudente de jugar a dominar y tener cualquier cuerpo de cualquier animal humano y no. Por ser verdugos de lo natural, por asumir, reproducir y gestionar la violencia. Somos nuestros propios sicarios y que pena y que cómico.

¿Quién se quiere morir ahora? El irracional instinto de sobrevivencia nos impide seguir de graciosas pregonando a la muerte por el aburrimiento y la cotidianidad que nos impone el capital.

La muerte está aquí.

Es real.

Ellos la hacen real de todas las formas posibles.

Cuando el hombre no halla, en su afinidad con los demás, fuerzas para reanimarse, fortalecerse y asegurarse, las encuentra en sus relaciones e intimidad con la naturaleza.

Otto Rühle

Queridas no se queden en casa absortas, abstrayendo y meditando sobre las razones del virus. Sálganse a romper, a pintar, hagan el amor en los parques desérticos por la incertidumbre, escápense a la playa, al bosque, vallamos a molestar a la policía. Sí y en efecto, somos irresponsables, nada debemos a esta sociedad y sus defensores. Nada nos ata a este mundo más que tratar de destruirlo, solo y si nos es posible, para que podamos construir otro.

Después de esta limpieza de gente anciana y pobres que no aportan nada al avance de la maquinaria del capital, ¿qué vas a hacer… amor?

Proletarias Antidemocráticas

Región mexa

Abril 2020

You’ll never riot alone

Nunca lucharás solx

Hay otra pandemia en curso en todo el planeta. La OMS no se ocupa de ello en absoluto, ya que no es de su competencia, y los medios de comunicación tratan de silenciarla o minimizarla. Pero los gobiernos de todo el mundo están preocupados por el riesgo que implica. Esta pandemia se está extendiendo sobre la estela del virus biológico que está llenando los hospitales. Pasa por donde pasa el Covid-19. También corta el aliento. El miedo al contagio está causando, de hecho, la rabia. Los primeros síntomas del malestar tienden a empeorar, convirtiéndose primero en frustración, luego en desesperación, y finalmente en rabia. Rabia por la desaparición, por decreto sanitario, de las últimas migajas de supervivencia que quedaban.

Es significativo que tras el anuncio de las medidas restrictivas adoptadas por las autoridades para evitar la propagación de la epidemia, una especie de arresto domiciliario voluntario, fueran precisamente quienes, tras cuatro muros ya sufrían diariamente el confinamiento por coacción – los presos – los que prendieron la mecha. El verse privados de los pocos contactos humanos que les quedaban, además, el riesgo de acabar ratones enjaulados ha llevado a lo que no sucedía durante años. La inmediata transformación de la resignación en cólera.

Todo comenzó en el país occidental más afectado por el virus, Italia, donde estallaron disturbios el 9 de marzo pasado, en una treintena de prisiones inmediatamente después de la suspensión de las conversaciones con los familiares. Durante los disturbios, murieron doce prisioneros – casi todos “por sobredosis”, según los infames velos ministeriales – otros innumerables fueron masacrados. En una ciudad, en Foggia, 77 prisioneros consiguieron aprovechar la oportunidad de escapar (aunque para muchos de ellos, por desgracia, la libertad duró demasiado poco). Tales noticias sólo podrían dar la vuelta al mundo y quién sabe si habrá inspirado las protestas que, a partir de ese momento, se extienden entre los segregados vivos de los cuatro continentes: palizas, huelgas de hambre, negativa a volver a sus celdas después del patio… Pero no sólo eso.

En Asia, la mañana del 16 de marzo, agentes de las brigadas antidisturbios hicieron una redada en dos de las mayores prisiones del Líbano, en Roumieh y Zahle, para restablecer la calma; algunos testigos hablan de barrotes arrancados, columnas de humo, presos heridos. En América Latina, el 18 de marzo se produjo una fuga masiva de la prisión de San Carlos (Zulia), en Venezuela, durante un motín que estalló inmediatamente después del anuncio de medidas restrictivas: 84 presos lograron escapar, 10 fueron abatidos durante el intento. Al día siguiente, 19 de marzo, algunos prisioneros de la prisión de Santiago de Chile también intentaron escapar. Después de tomar el control de su sector, prender fuego al puesto de guardia y abrir las puertas del pasillo, se enfrentaron con los guardias. El intento de fuga fracasa y es severamente reprimido. En África, el 20 de marzo se produce otro intento de fuga masiva de la prisión de Amsinéné en N’Djamena, la capital del Chad. Todavía en América Latina, el 22 de marzo, son los presos de la prisión La Modelo en Bogotá, Colombia, los que se levantan. Es una masacre: 23 muertos y 83 heridos entre los prisioneros. De nuevo en Europa, el 23 de marzo, un ala de la prisión escocesa de Addiewell termina en manos de los insurgentes y es devastada. En los Estados Unidos, 9 reclusos escaparon de la prisión de mujeres de Pierre (Dakota del Sur) el mismo día en que una de sus compañeras direra positivo en la muestra (cuatro de ellas serán capturadas en los próximos días). También el 23 de marzo, 14 reclusos escaparon de una prisión del condado de Yakima (Washington DC) poco después de que el gobernador anunciara su obligación de permanecer en casa. Todavía en Asia, la liberación “provisional” de 85.000 presos por delitos comunes en Irán no sirve para apaciguar la ira que albergan muchas cárceles; el 27 de marzo, unos 80 presos escaparon de la cárcel de Saqqez en el Kurdistán iraní. Dos días después, el 29 de marzo, estalló otro levantamiento en Tailandia en la prisión de Buriram, en el noreste del país, donde algunos detenidos lograron escapar. Y no sólo las prisiones, sino también los centros de detención de inmigrantes clandestinos están en agitación, como lo demuestran los disturbios que estallaron en el CPR de Gradisca d’Isonzo, Italia, el 29 de marzo.

Pero si las prisiones “al cielo cerrado” superpobladas con los condenados de la tierra parecen más que nunca bombas de relojería que poco a poco explotan, ¿qué pasa con las prisiones al cielo abierto? ¿Cuánto tiempo más prevalecerá el miedo a la enfermedad sobre el miedo al hambre, paralizando los músculos y nublando las mentes? En América Latina, el 23 de marzo, 70 personas atacaron una gran tienda de comestibles en Tecámac, México; dos días después, 30 personas saquearon un supermercado en Oaxaca. El mismo día, 25 de marzo, al otro lado del Océano Atlántico, en África, la policía tiene que despedazar a las multitudes en el mercado abierto de Kisumu (Kenya). A los policías que les instan a encerrarse en sus casas, los vendedores y los clientes responden: “sabemos del riesgo del coronavirus, pero somos pobres; necesitamos trabajar y comer”. Al día siguiente, 26 de marzo, la policía italiana comenzó a vigilar algunos supermercados de Palermo, después de que un grupo de personas tratara de salir con los carritos llenos sin parar en la caja.

Tampoco puede decirse que los arrestos domiciliarios impuestos a cientos de millones de personas hayan detenido por completo la determinación de quienes pretenden sabotear este mundo mortífero. En la noche del 18 al 19 de marzo en Vauclin, Martinica, se incendió una sala técnica de la compañía telefónica Orange, cortando las líneas telefónicas a un par de miles de usuarios. En Alemania, donde las medidas de contención se pusieron en marcha el 16 de marzo, los ataques nocturnos continuaron imparables. El 18 de marzo, mientras en Berlín algunos vehículos de los concesionarios de Toyota y Mercedes se queman, en Colonia se rompen los cristales de la inmobiliaria Vonovia. En la madrugada del 19 de marzo una agencia bancaria en Hamburgo fue atacada, mientras que en Berlín el coche de una empresa de seguridad fue incendiado. En la noche del 19 al 20 de marzo, un coche perteneciente a una reserva militar en Nuremberg fue incendiado en protesta por la creciente militarización, tres yates fueron incendiados en Werder, y otro coche perteneciente a una empresa de seguridad se perdió en Berlín. En la noche del 20 al 21 de marzo, otro coche de una empresa de seguridad fue incendiado en Leipzig. Esa misma noche, tanto en Alemania como en Francia, hay quien intenta desconectar a la alienación. El intento fracasó en Padernon, donde los bomberos teutones salvaron una antena telefónica a punto de ser envuelta en llamas. La suerte no sonrió tampoco a los autores de daños en algunos cables de fibra óptica cerca de Bram, Francia. Parte del pueblo permanecerá sin Internet y sin teléfono durante varios días, pero los responsables serán arrestados gracias a un chivatazo de algunos testigos. La noche siguiente (del 22 de marzo) el coche de un oficial de aduanas se incendia cerca de Hamburgo. Quien realizó esta acción hizo circular unt exto en el que se puede leer: “Es precisamente en este período de pandemia que trae un endurecimiento y la restricción de la libertad de movimiento, en el que es aún más importante preservar la capacidad de acción y mostrarse, al igual que otros subversivos, que la lucha contra las limitaciones de esta época continúa, aunque parezca loca y difícil. Si nos rendimos al deseo del Estado de aislarnos, si nos contentamos con encogernos de hombros ante la amenaza del toque de queda, le damos la oportunidad de continuar sus maquinaciones…”. Es un pensamiento que pasa por las cabezas en todo el planeta, si bien es cierto que esa misma noche, entre el 22 y el 23 de marzo, el aeropuerto internacional de Tontouta, en Païta, Nueva Caledonia, fue objeto de ataques (rotura de cristales y ataque de vehículos de la aduana) por parte de quienes evidentemente no están de acuerdo con las palabras del Presidente del Senado tradicional, según las cuales “las decisiones adoptadas en la emergencia por los poderes públicos sin una explicación inmediata no deben incitar a la violencia”.

Pero el hecho de que más podría dejar una profunda huella, brasas que se incuban bajo las brasas del totalitarismo y de las que podrían brotar chispas, es el motín (del que sólo han llegado algunas noticias) que estalló el 27 de marzo no lejos de Wuhan, epicentro de la actual pandemia, en la frontera entre las provincias de Hubei y Jiangxi. Miles de chinos que acababan de salir de una cuarentena que duró dos meses expresaron su aprecio y gratitud por las medidas restrictivas impuestas por el gobierno, atacando a la policía que intentaba bloquear el paso por el puente del río Yangtsé.

Desde hace un mes, el mundo tal como lo conocemos se tambalea. Nada es como antes y, como mucha gente dice a pesar de sus diferentes opiniones, nada volverá a ser lo mismo. No fue la insurrección, sino una catástrofe, lo que puso en duda su tranquila reproducción. Real o percibido, no hay diferencia. No hay duda de que los gobiernos harán todo lo que puedan para aprovechar esta situación y eliminar cualquier libertad que quede, aparte de la de elegir qué bienes consumir. Tampoco hay duda de que tienen en sus manos todas las fichas técnicas para cerrar el juego, e imponer un orden social sin más manchas. Dicho esto, es bien sabido que incluso los mecanismos más sólidos y precisos pueden acabar mal parados a causa de pequeños actos. Su cálculo de los riesgos estimados y aceptados podría resultar erróneo. Dramáticamente equivocado y, por una vez, especialmente para ellos. También depende de todos y cada uno de nosotros asegurarnos de que esto suceda.

[30/3/20]
Finimondo

[Traducido de Finimondo ]

2º de “Madrid Cuarentena City”, mediados de abril, publicación por la guerra social en tiempos de estado de alarma

En este número podéis encontrar:

-Todo va a ir bien.
-Trabajo, producción y consumo. La rueda de la explotación continúa.
-Crónica de la guerra social en estado de alarma.
-La solidaridad como arma.
-La ciudad: caldo de cultivo para enfermedades y control social
-De aquellos fangos estos lodos.
-Llamamiento a extender la okupación: “Okupa la cuarentena”

TODO VA A IR BIEN

Todo va a ir bien.
“Es la historia de un hombre que cae de un edificio de 50 pisos.
Para tranquilizarse mientras cae al vacío no para de decirse:
Hasta ahora todo va bien.
Hasta ahora todo va bien.
Hasta ahora todo va bien…

Pero lo importante no es la caída,
es el aterrizaje.
Como en la metáfora de la película francesa de “La haine”, vivimos en un
mundo que venía condenado al desastre. La destrucción continuada de los
ecosistemas para extraer materias primas, la degradación sistemática de
la corteza terrestre por los monocultivos y la agroindustria, la
expulsión o aniquilación de especies, la transformación de los océanos
en estercoleros, los daños irreversibles en la capa de ozono… han tenido
un avance exponencial en los últimos años. Nos han encaminado hacia una
más que evidente transformación, para mal, de la vida en la tierra.

Al mismo tiempo, hemos generado sociedades aniquiladoras de lo
diferente, enemigas del riesgo y la aventura. Perpetuadoras de
jerarquías y autoridades, esclavas de un sistema económico que prima el
discurrir de la mercancía por encima de todo. El beneficio como única
ideología. En las que lo virtual se impone a lo real. La simulación a la
experiencia.

Estas últimas semanas se iniciaron campañas en lugares como Italia o
España en la que se pedía a niñxs que dibujasen carteles con arcoíris y
el mensaje “todo va a salir bien” o “andrá tutto bene” para luego
colgarlos en los balcones o edificios públicos. Lamentablemente, este
iluso e inocente mensaje implica complacencia con todo lo anterior, un
anhelo de regreso a una realidad autodestructiva para las personas y
perjudicial para nuestro entorno.

Y todo esto lo hemos ido acompañando con una autoinculpación,
considerando a los individuos como culposos agentes responsables de la
transmisión de un virus, cuando es evidente que las enfermedades no se
convierten en pandemias por el hacer de unas cuantas personas, se
necesitan, y desde luego se dan y se daban, una serie de condiciones de
infraestructura (como el hacinamiento en grandes ciudades, por ejemplo),
ambientales, de movimiento, etc

Asumimos, entonces, los mandatos en tono paternalista y patriarcal, de
quedarnos en casa por nuestro bien y el de lxs demás. Pero cuando se nos
prohíbe ir solxs, o con las personas con las que compartimos casa, por
la calle, ¿estamos respondiendo a criterios médicos o de orden público?

Mientras, aplaudamos en los balcones y colguemos carteles… pero quizá no
va a ir bien. Es posible, incluso, que hagamos lo que hagamos no vaya a
ir bien. Las posibilidades de recuperación del planeta son infinitas, no
lo es tanto, sin embargo, que en este resurgir tras las cenizas podamos
seguir existiendo como especie. Pero no vamos a negarnos el placer de
disfrutar de este trayecto, aunque sea el último. Vamos a enfrentar,
pelear, experimentar, imaginar… Señalar y golpear a lxs responsables de
esta realidad y alejarnos con nuestras prácticas de su perpetuación.

Otro mundo es posible, decían los clásicos eslóganes izquierdistas, otro
final del mundo es posible, es la consigna que no nos queda más remedio
que adoptar, y lo hacemos con pasión. Muchxs sin esperanza, pero con la
llama en los ojos de cuando estás tan cerca que puedes asomarte al
abismo.

 

Download Madrid cuarentena city 2

Delaciones y lecciones

La noticia de ayer es que, según una encuesta, el 72% de los italianos cree que es correcto denunciar a la policía a los que no respetan las prohibiciones antipandemia. Cualquier reunión o celebración en las casas de los vecinos debería ser denunciada. Casi tres italianos de cada cuatro espían el comportamiento de sus vecinos, dispuestos a llamar a la policía si alguien se atreve a reunirse y divertirse con sus amigos… ¿Y qué hay de todos esos potenciales asesinos en masa que se atreven a salir a correr, pasear a sus perros, dejar a sus hijos jugar – tal vez con sus amigos – al aire libre?

La noticia de hoy es lo que le sucedió en Calabria a uno de los ejemplares de este 72%, que había publicado en internet un video que mostraba uno de los muchos controles “para la contención epidemiológica” que se realizan en las calles. En este video había filmado… mmm, cómo decirlo… la persona que no debería haber filmado… la persona equivocada… o mejor dicho, la que tenía el pariente equivocado. Este último, una vez informado de que un familiar había sido sorprendido con las manos en la masa y colgado en internet, pensó que era una buena idea ir a felicitar al autor del vídeo personalmente. De hecho, para difundir tales imágenes, hay que tener un alto sentido del deber cívico y de orgullo nacional. El pariente “equivocado” apareció entonces en la puerta del apartamento de donde se había tomado la grabación, llamó a la puerta, y después de un inútil intercambio de palabras sobre el valor de la discreción-privacidad, sacó un arma, haciendo resonar toda su admiración. Por desgracia, el pariente, ni siquiera tan errado, fue arrestado y por lo tanto, de ahora en adelante tendrá que permanecer encerrado en una celda en lugar de estar encerrado en la sala de estar, ya no podrá dispensar sabias lecciones “metete-en-tus-asustos” [cazzisuologia]. En cuanto a su involuntario pupilo, pasará el resto de sus días cojeando.

¿Quién sabe si le bastará para alejarse de la ventana y sobre todo no entrometerse en la vida privada de los demás?

https://finimondo.org/node/2456

Confia, Jacques Ellul

No hace falta decir que las estaciones de energía atómica son
completamente confiables. Se entiende, misiles acumulados, submarinos y cohetes, bombas de neutrones e hidrógeno, productos tóxicos fuera de la guerra, tambores y contenedores de desechos radiactivos y dioxinas, acumulaciones de plomo y mercurio, la capa cada vez más gruesa de dióxido de carbono, todo esto no es peligroso. No se nos dirá más que los gases de iluminación de 1850 o los primeros ferrocarriles.

Pobres tontos informadores del progreso que somos, y que no han
entendido nada.
– Nadie hará la última de las últimas guerras.
– Los petroleros de 500,000 toneladas nunca fracasarán, ni las
prospecciones en alta mar a tres mil metros estallarán irreparablemente.

– La ingeniería genética nunca se desviará para producir monstruos o
seres de tan perfecta conformidad con el modelo prescrito.
– Nunca tranquilizantes, euphorisers, seccionadores serán una camisa de
fuerza química general.
– Nunca los alimentos artificiales producidos por bacterias ágiles puestas en acción serán una pudrición.
– Nunca será el instrumento de una policía universal.
– Las cámaras fijas en las avenidas nunca serán el ojo que ya no está en
la tumba y que ya no es de Dios.
– El Estado nunca se volverá totalitario.
– El gulag nunca se extenderá.

Confianza Así que confíe en los científicos, los laboratorios, los
estadistas, los técnicos, los administradores, los desarrolladores, que
solo quieren el bien de la humanidad, que tienen bien el dispositivo en
sus manos y conocen la dirección correcta. Confíe en los
pronosticadores, los informáticos, los higienistas, los economistas, los
guardianes de la ciudad (¡oh Platón, los tenemos ahora!).

Confía, porque tu confianza es esencial en esta brujería.

Jacques Ellul, Fe al precio de la duda, 1980

 

[Analisis] «Confia» Jacques Ellul

Sabotajes incendiarios al 5G, teorías de conspiración y Reino Unido

Según los medios de comunicación, otras cuatro antenas de telefonía móvil de Vodafone han sido incendiadas en las últimas 24 horas después de los recientes ataques de fuego a la infraestructura 5G que tuvieron lugar el 2 y 3 de abril*. También hay torres 3G y 4G entre las destruidas, aunque no está claro si fueron saboteadas involuntariamente o no. La información sobre los ataques en sí fue difícil de obtener debido a la limitada información disponible en los medios de comunicación y a la rápida censura en los medios sociales populares.

Desde los primeros ataques de la semana pasada, se han reportado al menos 20 ataques en todo el país, y hay reportes de ingenieros siendo interrogados, acosados y atacados por personas que tienen problemas con el 5G. Es evidente que, aunque todo está en bloqueo, la continua expansión y desarrollo del 5G ha seguido siendo una prioridad. El régimen del Reino Unido y las empresas de comunicaciones se vieron obligados a emitir una declaración en la que describían los riesgos que el 5G representa para la salud humana como “sin fondo” y achacaban el acoso y los ataques a las “teorías de la conspiración”. La empresa de medios sociales Facebook sacó de la red varios sitios dedicados a la grabación y aparentemente a la llamada de ataques anti-5G, y también hizo que su empresa de aplicaciones de mensajería WhatsApp restringiera la transmisión de mensajes. Esto es parte de un intento de plataforma cruzada por Twitter, Google, YouTube, etc. en un esfuerzo con el estado para coordinar la censura y el seguimiento de lo que ellos describen como “desinformación” sobre los orígenes de Covid-19.

Desde los primeros ataques de la semana pasada, se ha informado de que al menos 20 ataques han tenido lugar en todo el país y hay informes de ingenieros que han sido interrogados, acosados y atacados por personas preocupadas por el 5G. Está claro que mientras todo el mundo está bloqueado, la continua expansión y despliegue de 5G sigue siendo una prioridad. El régimen estatal del Reino Unido y las empresas de comunicaciones se vieron obligados a emitir una declaración en la que describían los riesgos que 5G supone para la salud humana como “infundados” y culparon del acoso y los ataques a las “teorías de la conspiración”. Facebook eliminó varias páginas dedicadas a grabar y aparentemente incitar a los ataques contra 5G y también hizo que su empresa de aplicaciones de mensajería WhatsApp limitara la capacidad de reenvío de mensajes. Esto forma parte de un intento corporativo multiplataforma con Twitter, Google, Youtube, etc., de coordinar esfuerzos junto con el Estado para censurar y rastrear lo que describen como “desinformación” sobre los orígenes de Covid-19.

La más común de estas ideas no permitidas es que el 5G tiene una relación directa con la pandemia de coronavirus, por sus efectos negativos directos en los seres humanos, lo que conduce a un debilitamiento del sistema nervioso e inmunológico humano.

Si bien ya se ha demostrado que los niveles de contaminación atmosférica tienen una relación directa con los casos de Covid-19, y las autoridades han desestimado el cambio climático como un mito durante años, todavía tenemos que aceptar sin más sus afirmaciones, mientras que un poco de investigación sobre la historia de fondo de 5G revela los hechos.

Sin 5G, los gobiernos y las corporaciones de este planeta no pueden construir su “mundo prisión tecnológica” para controlarnos a todos. El Internet de las cosas (IoT), las “ciudades inteligentes” (smartcities), la vigilancia de datos, los robots autónomos, los vehículos y los drones, todas estas cosas requieren el dominio total de la tecnología 5G. Si no quieres eso, entonces tienes todas las razones para ver esta tecnología arder hasta los cimientos.

Al centrarse en las narraciones más disparatadas, reaccionarias y fascistas sobre lo que supuestamente hay detrás de la pandemia de coronavirus (mientras que también practica las artes oscuras), el régimen del Reino Unido está tratando de defenderse en un momento de máxima vulnerabilidad de la infraestructura crítica y la negativa de la gente a aceptar el verdadero golpe que ha tenido lugar.

Lo que no se puede dudar es que otros actores gubernamentales y no gubernamentales están tratando de utilizar la crisis en su beneficio para hacer avanzar sus propios planes mediante una guerra no convencional y silenciosa. El mundo entero está en pie de guerra para luchar entre sí y oprimir a su propio pueblo, se informa de movimientoss masivos de tropas y tanques en todos los principales territorios, se están aplicando todos los planes de contingencia y 2.000 millones de personas permanecen encerradas.

Esta es la “teoría de la conspiración” – que los ricos y poderosos están confabulando juntos para lograr sus propios objetivos, – siempre ha sido así, y mientras no hagamos nada al respecto seguirá siendo así.

Saludemos a la discordia

5G Arson Sabotage, Conspiracy Theories and UK

 

Testo in inglese su plagueandfire.

5G Arson Sabotage, Conspiracy Theories and UK

 

Primer día de mayo, corre con el lobo y el verano: una llamada al conflicto

Aquí, sencillamente nos podemos dar cuenta de que el gel hydroalcohólico
sirve tan para desinfectarse las manos como para encender fuegos.
O sea que no necesitamos directivas del estado
para cuidar a nuestrx amigxs. Y, una vez la cuestión de la supervivencia resuelta,
no tenemos nada mejor que hacer que salir en busca de una mala jugada,
más que nunca necesitamos venganza
y amistades realmente vividas.
Estando atrapados en este sistema futurista,
sólo podemos declarar la guerra a la normalidad
si no queremos morirnos de un aburrimiento aséptico.
Estamos delante de un movimiento doble.
Por un lado parece que el poder nunca ha sido mas fuerte,
nunca ha conquistado tan fuerte los corazones y espíritus de los ciudadanos dociles.
Por otro lado, parece que nunca
tuvo que gestionar una situación tan complicada
(al menos desde que nacimos).
Con esto, quizás se puede concluir dos cosas :
Primero, ahora ya no se trata de esperar a una masa cualquiera que
vendría a despertarse para afrontarlo (el estado, ndt).
Segundo, parece que es el momento adecuado para atacar.
Adecuado aquí no significa que sea el único buen momento.
Siempre es el buen momento par oponerse.
No, aquí adecuado significa que nuestro enemigo
está totalmente ocupado con otras cosas,
y que no se puede saber lo que nuestros actos podrían producir
como efecto en cadena (porque es una situación sin precedentes
en nuestra época), y tampoco si pronto tendremos otra ocasión.
Parece ser una apuesta interesante para los enemigos del poder.
Aprovechar la oportunidad y ver lo que podría ocurrir …
Ahora que las fuerzas de control, que sondean el territorio en
vehículos, drones o de pie, nunca han sido tan presentes y agotados,
¿que ocurriría si estuvieran amenazadas en sus baluartes con mensajes de
muerte pintados? ¿ Frecamente atacadas con algunas
piedras/cócteles/artificios o petardos en plena noche, cuando estan
durmiendo ? ¿ Asaltadas al patrullar ?
Ahora que las jaulas estan abarrotadas y que se muere detrás de una
valla, ¿que ocurriría si coches de guardias encontraran un
destornillador, un martillo, algunos encendedores ? ¿Si las personas que
vigilan y encerran, ya bajo presión constante, fueran asaltadas al
regresar a casa ?
Ahora que quasí todo el mundo trabaja/estudia/comparte/se relaja/se
instruye/se subleva/tiene sexo… detrás de una pantalla, ¿ que ocurriría
si algunos cables de fibra óptica bajo una trampa fácilmente accesible
fueran saboteados ?
Ahora que quasí todo el mundo « communica » con teléfonos.
Ordena/dispone/planifica/se organiza para producir (y a veces para
militar), o « cuida » con aplicaciones o llamadas constantes, ¿que
ocurriría si antenas de telefonia móvil (que, a veces, se encuentran en
sitios poco frecuentados) llegaran a ser fuera de servicio ?
Ahora que quasí todo el mundo vive confinado en una burbuja domótica
conectada con la matriz como si fuera un sucedáneo de su vida, ¿que
ocurriría si un torre de alta tensión cayera al suelo ?
No tenemos ninguna idea de lo que todo esto podría producir. Y es
precisamente por eso que sería imperativo intentarlo.
Divulga y traduce este texto si te ha gustado.
Ataca y conspira si quieres participar.
Communica y desarrolla tus ideas si quieres dialogar con otros rebeldes.
Este pequeño texto es una invitación par un mes de mayo peligroso.

Nota nº 1 : si estas demasiadx impaciente para esperar al mes de
mayo, y esta invitación te ha gustado, siéntete libre de atacar en
abril y de indicarlo en un posible comunicado.

Nota nº 2 : si estas demasiadx impaciente para esperar,
puedes atacar en abril y en mayo !

[Llamamiento] [Desde algún lugar] Primer día de mayo, corre con el lobo y el verano: una llamada al conflicto