Sus Virus, Nuestras Muertes

Nota referente a la traducción:
Al ver que la 1ª traducción (contratodanocividad) no reflejaba
muchas de las ideas originales del texto,se dejaba otras por el
camino, y en partes puntuales se dificultaban la comprensión,
se ha hecho una revisión más completa que la realizada por 
alasbarricadas.

Original en francés aquí

 

La esperanza, al contrario de lo que se cree,
equivale a la resignación.
Y vivir no es resignarse.
Albert Camus, Boda

Las ideas, decimos desde hace lustros, son epidémicas. Viajan de cabeza a cabeza más rápido que la electricidad. Una idea que se apodera de las cabezas se convierte en una fuerza material, como el agua que activa la rueda del molino. Es urgente para nosotros, chimpancés del futuro*¹, ecologistas, es decir, anti industriales y enemigos del mundo-máquina, fortalecer la carga viral de algunas ideas puestas en circulación en las últimas dos décadas.

1) Las «enfermedades emergentes» son las enfermedades de la sociedad industrial y su guerra contra lo viviente

La sociedad industrial, al destruir nuestras condiciones de vida naturales, ha producido lo que los médicos llaman acertadamente «enfermedades de la civilización»: Cáncer, obesidad, diabetes, principalmente enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas. Los seres humanos de la era industrial mueren por el estilo de vida sedentario, la comida basura y la contaminación, cuando sus ancestros campesinos y artesanos sucumbieron a las enfermedades infecciosas.

Es por tanto un virus que confina uno de cada siete terrícolas en su hogar durante la primavera de 2020, siguiendo un reflejo heredado de los peores momentos de la peste y el cólera.

Además de la población de mayor edad, el virus mata principalmente a las víctimas de «enfermedades de la civilización». La industria no solo produce nuevas plagas, sino que debilita nuestra resistencia a las antiguas (1). Hablamos de “comorbilidad”*², como de “coworking” y de los vehículos compartidos (“carpooling”), esas fertilizaciones cruzadas  que la industria tiene en secreto.

« Los pacientes con enfermedades cardíacas y pulmonares crónicas causadas o empeoradas por la exposición a largo plazo a la contaminación del aire tienen menos capacidad para combatir las infecciones pulmonares y tienen más probabilidades de morir», advierte Sara De Matteis, profesora de medicina laboral y ambiental en la Universidad de Cagliari en Italia. Es principalmente en las grandes ciudades donde los residentes están más expuestos a este riesgo (2). »

Aún más efectivo: la Sociedad Italiana de Medicina Ambiental ha descubierto una conexión entre el Covid-19 y los niveles de contaminación de partículas finas en el aire de las regiones más afectadas de Italia. Ya se planteaba esto durante la gripe aviar. Según Gianluigi de Gennaro, de la Universidad de Bolonia:

« Las partículas transportan el virus. [Ellas] actúan como portadoras. Cuantas más haya, más autopistas se crearán para el contagio (3). »

En cuanto al virus en sí, participa en estas “enfermedades emergentes” producidas por los estragos de la explotación industrial del mundo y por la sobrepoblación. Los seres humanos han arrasado toda la tierra, es natural que el 75% de sus nuevas enfermedades sean zoonóticas, es decir, transmitidas por animales, y que el número de estas zoonosis se haya cuadruplicado en 50 años (4). El ébola, el SARS, la gripe H5N1, el VIH, Covid-19 y muchos otros virus animales que se han vuelto letalmente humanos por el saqueo de los entornos naturales, la globalización del comercio, las concentraciones urbanas, el colapso de la biodiversidad…

La sedentarización de parte de la especie humana y la domesticación de animales permitieron la transmisión de agentes infecciosos de animales a humanos. Esta transmisión se ha ampliado con la agricultura industrial, la caza furtiva, el tráfico de animales salvajes y la creación de zoológicos.

La deforestación, las grandes obras, los productos químicos, el turismo de masas, la urbanización destruyen el hábitat de la fauna salvaje y la reducen mecánicamente a zonas de hábitat humano. No son el lobo y el murciélago los que invaden las ciudades, sino las ciudades las que invaden al lobo y al murciélago.

La sociedad industrial nos está abarrotando en áreas metropolitanas donde los flujos y las existencias de los habitantes están regulados por maquinaria cibernética. La metrópoli, una organización racional del espacio social, debe convertirse, según los planes de los tecnócratas, en el hábitat del 70% de los humanos para 2050. Su tecnotopo. Ciudad-máquina diseñada para humanos-máquina. (5)

Amontonados en toda la tierra, pisoteamos los territorios de grandes simios, murciélagos, gansos salvajes, pangolines. Promiscuidad ideal para contagios (del latín tangere: tocar). Sin olvidar el caos climático. Si teméis a los virus, esperad hasta que se funda el permafrost.

¿Hay que recordarlo? El humano, animal y político, depende para su supervivencia de su biotopo natural y cultural (excepto aquellos que creen que “la naturaleza no existe” y que piensan en construcciones puras, seguramente inmunes a las enfermedades zoonóticas). La sociedad industrial prospera con una superstición: se podría destruir el biotopo sin afectar a los humanos. Doscientos años de guerra a lo vivo (6) han esterilizado el suelo, vaciado bosques, sabanas y océanos, infectado el aire y el agua, artificializado los alimentos y el medio ambiente , desvitalizado a los seres humanos. El despiadado progreso de las necrotecnologías nos deja una Tierra esquilmada para una población de 7.000 millones de habitantes. El virus no es la causa, sino la consecuencia de la enfermedad industrial.

Más vale prevenir que curar. Si queremos evitar peores pandemias, tenemos que salir de la sociedad industrial. Devolver su espacio a la vida salvaje –lo que queda de ella–, detener el envenenamiento de la naturaleza y convertirse en Chimpancés del futuro: aquellos humanos que de poco, sacan lo mejor.

2. La tecnología es la continuación de la guerra, de la política, por otros medios. La sociedad de restricción, estamos entrando en ella.

No nos podemos sorprender de lo que está pasando. Lo predijimos, nosotros y algunos otros, los catastrofistas, los pájaros de mal agüero, las Cassandras, los profetas de la fatalidad, en 2009, en un libro titulado En busca del nuevo enemigo. 2001-2025 : Conceptos básicos de la historia contemporánea:

« De la palabra “crisis” derivan etimológicamente la pantalla, el crimen, el excremento, la discriminación, la crítica y, por supuesto, la hipocresía, esta facultad de interpretación. La crisis es este momento cuando, bajo el golpe de la catástrofe, literalmente de la reversión (epidemia, hambruna, terremoto, mal tiempo, invasión, accidente, discordia), la sociedad al revés vuelve al caos, a la indiferenciación, a la descomposición, a la violencia de todos contra todos (René Girard, La Violence et le Sacré, The Scapegoat, y toda la teoría mimética). El cuerpo social enfermo, es necesario purgarlo y sangrarlo, destruir los agentes mórbidos que lo infectan y dejarlo indefenso ante agresiones y calamidades. La crisis es este momento de inquisición, detección y diagnóstico, cuando todos buscan el signo equivocado en otros que denuncian al portador de la maldición contagiosa, temblando de que nadie lo descubra y tratando de hacer aliados, ser del mayor número, ser como todos los demás. Todos quieren ser como todos. Ahora no es el momento de destacar o hacerse el interesante.[…]

Y entre las más anunciadas en los próximos años, la pandemia, que moviliza a la burocracia sanitaria mundial, así como al ejército y las autoridades de las megaciudades. Nodos de comunicación y centros de incubación, estos favorecen la propagación voluntaria o accidental de dengue, chikungunya, SARS o la última versión de la gripe, española, aviar, porcina, mexicana, etc. […] Por supuesto, esta “crisis de salud” deriva de una “crisis de civilización”, como decimos “enfermedad de la civilización”, inconcebible sin una cierta monstruosidad social y urbana, sin industria, especialmente la agroalimentación y el transporte aéreo. […]

Vemos la ventajas que el gobierno y sus agentes verdes derivan de su gestión de crisis, mucho más que de su solución. Estos, después de haber asegurado una gran cantidad de puestos y misiones de expertos a técnicos y gerentes de desastres, ahora justifican, en el caos anunciado del colapso ecológico, su control total y duradero sobre nuestras vidas. Como el estado y su policía son esenciales para la supervivencia en el mundo nuclear, el orden verde y sus tecnologías de control, vigilancia y control son necesarios para nuestra adaptación al mundo bajo una campana artificial. En cuanto a los terrícolas malos que, debido al fracaso o la malevolencia, ponen en peligro este nuevo avance del Progreso, constituyen la nueva amenaza para la seguridad global.(7) »

A riesgo de repetirnos: antes, no estábamos; después, ya no estamos. Antes, no podíamos decirlo. Después no hace falta decirlo.

La orden de salud ofrece un ensayo general, un prototipo de la orden verde. Se declara la guerra, anuncia el presidente Macron. La guerra, y más aún la guerra total, teorizada en 1935 por Ludendorff, exige una movilización total de los recursos bajo una dirección centralizada. Es una oportunidad para acelerar los procesos de racionalización y gestión de los dominados, en nombre de la primacía de la eficiencia. Nada es más racional o más dedicado a la eficiencia que la tecnología. La contención debe ser hermética y tenemos los medios para hacerla cumplir.

Drones de vigilancia en China y en el campo de Picarde (campiña francesa) ; geolocalización y control por vídeo de personas contaminadas en Singapur; análisis de datos digitales y dispositivos de inteligencia artificial para rastrear los contactos, movimientos y actividades de los sospechosos en Israel (8). Un equipo del Big Data Institute de la Universidad de Oxford está desarrollando una aplicación para teléfonos inteligentes que geolocaliza permanentemente a su propietario y le advierte en caso de contacto con un portador del virus. Dependiendo de su proximidad, la aplicación ordena la contención total o una simple distancia de seguridad, y da instrucciones a las autoridades para desinfectar los lugares frecuentados por la persona contaminada (9).

« Los datos personales, en particular los datos de los operadores telefónicos, también se utilizan para garantizar el cumplimiento de las medidas de cuarentena, como en Corea del Sur o Taiwán. Este es también el caso en Italia, donde las autoridades reciben datos de operadores telefónicos, explicaron dos funcionarios de salud de la región de Lombardía en los últimos días. El gobierno británico también ha obtenido este tipo de información de uno de los principales operadores telefónicos del país (10). »

En Francia, Jean-François Delfraissy, presidente del Comité Nacional de Ética Consultiva y del « consejo científico » a cargo de la crisis del coronavirus, evoca la posibilidad de rastreo electrónico durante una entrevista de radio.

« La guerra es, por lo tanto, un acto de violencia destinado a obligar al adversario a ejecutar nuestra voluntad. » Incluso aquellos que no han leído a Clausewitz ahora saben que la tecnología es la continuación de la guerra con otros medios. La pandemia es el laboratorio del tecno-totalitarismo, y los oportunistas tecnocrátas lo han entendido bien. No nos resistimos durante un accidente nuclear o una epidemia. La tecnocracia nos envenena y luego nos obliga, con el pretexto de protegernos de su propia actividad perjudicial.

Lo hemos estado diciendo durante quince años:  « La sociedad de control, la hemos superado; estamos en la sociedad de la vigilancia y estamos entrando en la sociedad de la restricción . »

Quienes no renuncian al esfuerzo de ser libres reconocerán con nosotros que el progreso tecnológico es lo contrario y el enemigo del progreso social y humano.

3. Expertos al frente del estado de emergencia: el poder de los pirómanos bombero.

Habiéndonos llevado la catástrofe, los expertos de la tecnocracia afirman salvarnos de ella, en nombre de su experiencia tecno-científica. Solo hay una mejor solución técnica, que ahorra debates políticos inútiles. « ¡Escuchad a los científicos! » chilla Greta Thunberg. Para esto sirve el estado de salud de emergencia y el gobierno por decreto: obedecer las « recomendaciones » del « consejo científico » y de su presidente Jean-François Delfraissy. Este consejo, creado el 10 de marzo por Olivier Véran (11), a solicitud del presidente Macron, reúne a expertos en epidemiología, microbiología, virología, reanimación, modelación matemática, sociología y antropología. Las pretendidas « ciencias humanas » son, como siempre, responsables de evaluar la aceptabilidad de las decisiones técnicas, en este caso la restricción en nombre del interés superior de la salud pública.

Excelente elección la de Delfraissy, un hombre que vive con los tiempos, como descubrimos durante los debates sobre la ley de la bioética:  « Hay innovaciones tecnológicas que son tan importantes que se imponen a nosotros. […] Hay una ciencia que se moviendo, que no puede pararse (12).»

En los últimos cincuenta años, las innovaciones tecno-científicas se nos han impuesto a una velocidad sin precedentes y con violencia. Inventario no exhaustivo: nuclearización del planeta; OGM y biología sintética; pesticidas, plásticos y derivados de la industria química; nanotecnología; reproducción artificial y manipulación genética; digitalización de la vida; robótica y neurotecnologías; inteligencia artificial; geoingeniería…

Estas innovaciones, esta «ciencia en movimiento», han trastornado el mundo y nuestras vidas para producir la catástrofe ecológica, social y humana en progreso y cuyo progreso promete ser deslumbrante. Continuarán sus fechorías gracias a los 5 mil millones de euros que el estado les acaba de asignar a favor de la pandemia, un esfuerzo sin precedentes desde 1945. No todos morirán por el virus. Algunos vivirán bien.

No sabemos que parte de estos 5 mil millones irá, por ejemplo, a laboratorios de biología sintética, como el del Genopole de Evry. La biología sintética es una «innovación tan importante que se nos impone». Gracias a ella, y su capacidad de hacer organismos vivos artificialmente, los científicos han recreado el virus de la gripe española que mató a más gente que la 1º Guerra Mudial en 1918 (13).

Destrucción / reparación: cada vez que ganan los bomberos incendiarios. Su voluntad de poder y su poder de actuar han devastado lo suficiente nuestra única Tierra. Queremos detener el fuego, quitar los mecheros de sus manos, dejar de depender de los expertos del sistema tecno-industrial, retomar el control de nuestras vidas.

4. El encarcelamiento del hombre-máquina en el mundo-máquina.

El contacto es contagio. La epidemia es la oportunidad perfecta para hacernos pasar a la vida bajo control digital. No faltaba mucho, los terrícolas ya estaban dotados de prótesis electrónicas. En cuanto a aquellos que no tienen el mundo digital interiorizado, están reduciendo rápidamente su brecha digital en estos días, para sobrevivir en el mundo-maquina contaminado:

« Las ventas de computadoras aumentan con la situación de confinamiento. […] Todos los productos tienen demanda, desde equipos para videoconferencia hasta un ordenador de alta gama para teletrabajo, pasando por una tablet o PC a bajo costo para equipar a un niño. Las ventas de impresoras también están aumentando. Los franceses que tienen los medios financieros están reconstruyendo su entorno laboral en casa (14). »

Seríamos unos ingratos si criticáramos la digitalización de nuestras vidas, en estas horas en que la vida depende de la tecnología inalámbrica y sin contacto. Teletrabajo, teleconsultas médicas, pedidos de productos de supervivencia en Internet, escuela cibernética, consejos cibernéticos para la vida: « ¿Cómo tener ocupados a sus hijos? », « ¿Qué comer? », « Confinamiento, tutorial con el astronauta Thomas Pesquet », « Organiza un Skype », « Diez series para cambiar tus ideas », « “Gracias a WhatsApp, nunca me había sentido tan cerca de mis amigos” , dice Valeria, de 29 años, gerente de proyectos de inteligencia artificial en París (15) ».

En la guerra contra el virus, la máquina gana. La Madre Máquina nos mantiene vivos y nos cuida. Qué impulso para el «planeta inteligente» y sus smart cities (16). Cuando pase la epidemia, qué buenos hábitos se habrán cogido, unos hábitos que los Smartians*³ ya no olvidaran. Por lo tanto, después de los errores y el período de adaptación, la escuela virtual se habrá probado y quizá se quede entre nosotros. Lo mismo ocurre con la telemedicina que reemplazará a los doctores en los desiertos médicos como lo hace en estos tiempos de saturación hospitalaria. El « aparato general » (Marx) del mundo-máquina está ejecutando sus procedimientos en un experimento a escala del laboratorio planetario.

Nada que preocupe a la izquierda y sus altavoces. Los más extremos, como Attac o ‘Lundi Matin’, aún conspiran con el capitalismo, el neoliberalismo, el colapso de los servicios públicos y la falta de medios. Para ellos otra epidemia es posible, con máscaras y cuidadores bien pagados, y nada hubiera pasado si la industria automotriz, las fábricas de productos químicos y las multinacionales informáticas se hubieran gestionado colectivamente, de acuerdo con los principios de la planificación democrática asistida por computadora.

Necesitamos máscaras y cuidadores bien pagados. Necesitamos, por encima de todo, mirar de frente al ‘entusiamo irreflexivo’*⁴ del sistema industrial y combatir la ofuscante ceguera de los industriales.

Nosotros, los anti-industriales, es decir, ecologistas coherentes, siempre hemos sido una minoría. Saludos a Giono, Mumford, Ellul y Charbonneau, Orwell y Arendt, Camus, Saint Exupéry, y a algunos otros que lo habían visto todo y dicho todo. Y eso nos ayuda a pensar en lo que nos está sucediendo hoy.

Como tenemos tiempo y silencio, leemos y meditamos. En caso de que haya una salida de emergencia.

Pieces et Main d’oeuvre
Grenoble, 22 de marzo de 2020


*NdTr:
1* Chimpancés del futuro: con esta expresión, los autores hacen referencia a una expresión que utilizó el gurú del transhumanismo Ray Kurzwei y creador de la Universidad de la Singularidad, en el cuál decía que aquellos que se opusiesen o quedasen detrás en el desarrollo tecnológico serían los “chimpancés del futuro”.

2* Comorbilidad: (medicina) describe el efecto de una/s enfermedad/es en un paciente cuya enfermedad primaria es otra distinta. Actualmente no existe un método aceptado para cuantificarla (de Wikipedia)

3* Smartiens: se deduce que son los habitantes de dichas ciudades inteligentes (smart cities), más bien del mundo inteligente, para dejar entrever la idea de que terminará por englobar a todos, no solo a los urbanos, en cuanto se extiendan las redes tecnológicas requeridas para ello.

4* En el texto original se usa el término ‘emballement’ que tiene varios significados, dos de los cuales encajarían aquí: 1. Entusiasmo irreflexivo; 2. Funcionamiento anormal de una máquina o un motor


Notas

1. Recordatorio: la contaminación del aire mata a 48.000 franceses y a más de 100 solo en Grenoble cada año.
2. http://www.actu-environnement.com, 20/03/2020
3. Ídem.
4. Revistas de Nature e science, citadas en Wikipedia.
5. Ver Retour à Grenopolis, PMO, marzo de 2020, http://www.piecesetmaindoeuvre.com
6. Ver J.P. Berlan, La guerre au vivant, Agone, 2001.
7. Pièces et main d’œuvre, À la recherche du nouvel ennemi. 2001-2025 : rudiments d’histoire contemporaine, Editions L’Echappée, 2009
8. «Israel aprueba la vigilancia masiva para combatir el coronavirus», https://www.ynetnews.com, 17/03/2020.
9. https://www.bdi.ox.ac.uk/news/infectious-disease-experts-provide
10. Le Monde, 20/03/20.
11. El nuevo Ministro de Salud es un médico de Grenoble, diputado de LREM después de ser diputado por el socialista Geneviève Fioraso, ex Ministro de Investigación. Según Le Monde, « un ambicioso desconocido » que « sabe ubicarse » (lemonde.fr, 23/03/2020).
12. Jean-François Delfraissy, entrevista con Valores actuales, 3/3/2018.
13. Virus recreado en 2005 por el equipo del profesor Jeffrey Taubenberger del Instituto de Patología del Ejército de los Estados Unidos, así como por investigadores de la Universidad Stony Brook en Nueva York.
14. http://www.lefigaro.fr, 19/03/2020.
15. Le Monde, 19/03/20
16. Ver Ville machine, société de contrainte (Ciudad máquina, sociedad de la restricción), PMO, en Kairos, marzo de 2020 y en http://www.piecesetmaindoeuvre.com

Le virus de la contrainte. Pieces et Main d’oeuvre

dimanche 12 avril 2020,  par Pièces et main d’œuvre

Voici nos derniers rapports sur les événements en cours. D’abord, une analyse théorique de la société de contrainte, puis une illustration d’actualité à partir de l’état d’urgence sanitaire et de la mise en place de la traque électronique.

Il se dit beaucoup ces jours-ci que la première victime d’une guerre – y compris d’une guerre sanitaire -, c’est la vérité (merci Kipling). Aussi, nous en apprenons chaque jour davantage sur les opérations du Virus.
En janvier, nous avions pitié des Chinois incarcérés par leur technocratie et traqués par des moyens technologiques. En avril, nous sommes tous chinois.
Gouverner, c’est mentir.
Gouverner, c’est contraindre.
Et ce qui nous est communiqué par la Voix des Ondes derrière le masque du Virus, ce sont les ordres de nos experts, scientifiques et technocrates.

L’épidémie, la vraie, c’est la peste numérique dont les puces électroniques sont le vecteur, et qui saisit l’occasion pour nous réduire à l’état de numéros esclaves. De machins dans la machine. Le virus, le vrai, c’est celui de la contrainte technologique, qui trouve un terrain d’autant plus favorable dans le désir de prise en charge de ceux à qui la liberté pèse trop lourd.

Il se dit aussi que les zéros sociaux murmurent sur les « réseaux sociaux » : ce sera pire après.
Ce n’est pas de manière virtuelle que les zéros sociaux, physiquement dispersés par l’urgence sanitaire, peuvent résister à la contamination numérique.
Ce n’est pas sur les réseaux sociaux qu’un peuple physiquement dispersé par l’épidémie d’autorité peut résister au coup d’Etat permanent de la technocratie dirigeante.

Numéros zéros ! il ne tient qu’à vous de briser vos chaînes numériques. Fuyez les « réseaux sociaux », jetez vos smartphones, refusez le puçage électronique (notamment les compteurs Linky), boycottez Amazon et la consommation virtuelle !

(Pour lire les deux textes, ouvrir les documents ci-dessous.)

Lire aussi :
(vieux articles, sauf le premier)

 

Leurs virus, nos morts. Pieces et Main d’oeuvre

L’espoir, au contraire de ce que l’on croit,
équivaut à la résignation.
Et vivre, c’est ne pas se résigner.
Albert Camus, Noces

Les idées, disons-nous depuis des lustres, sont épidémiques. Elles circulent de tête en tête plus vite que l’électricité. Une idée qui s’empare des têtes devient une force matérielle, telle l’eau qui active la roue du moulin. Il est urgent pour nous, Chimpanzés du futur, écologistes, c’est-à-dire anti-industriels et ennemis de la machination, de renforcer la charge virale de quelques idées mises en circulation ces deux dernières décennies. Pour servir à ce que pourra.

1. Les « maladies émergentes » sont les maladies de la société industrielle et de sa guerre au vivant
La société industrielle, en détruisant nos conditions de vie naturelles, a produit ce que les médecins nomment à propos les « maladies de civilisation ». Cancer, obésité, diabète, maladies cardio-vasculaires et neuro-dégénératives pour l’essentiel. Les humains de l’ère industrielle meurent de sédentarité, de malbouffe et de pollution, quand leurs ancêtres paysans et artisans succombaient aux maladies infectieuses.

C’est pourtant un virus qui confine chez lui un terrien sur sept en ce printemps 2020, suivant un réflexe hérité des heures les plus sombres de la peste et du choléra.

Outre les plus vieux d’entre nous, le virus tue surtout les victimes des « maladies de civilisation ». Non seulement l’industrie produit de nouveaux fléaux, mais elle affaiblit notre résistance aux anciens. On parle de « comorbidité », comme de « coworking » et de « covoiturage », ces fertilisations croisées dont l’industrie a le secret (1).

« “Les patients souffrant de maladies cardiaques et pulmonaires chroniques causées ou aggravées par une exposition sur le long terme de la pollution de l’air sont moins capables de lutter contre les infections pulmonaires, et plus susceptibles de mourir”, alerte Sara De Matteis, professeur en médecine du travail et de l’environnement à l’Université de Cagliari en Italie. C’est principalement dans les grandes villes que les habitants seraient les plus exposés à ce risque (2). »

Encore plus efficace : la Société italienne de médecine environnementale a découvert un lien entre les taux de contamination au Covid 19 et ceux des particules fines dans l’air des régions les plus touchées d’Italie. Fait déjà constaté pour la grippe aviaire. Selon Gianluigi de Gennaro, de l’Université de Bologne :

« Les poussières transportent le virus. [Elles] agissent comme porteurs. Plus il y en a, plus on crée des autoroutes pour les contagions (3). »

Quant au virus lui-même, il participe de ces « maladies émergentes » produites par les ravages de l’exploitation industrielle du monde et par la surpopulation. Les humains ayant défriché toute la terre, il est naturel que 75 % de leurs nouvelles maladies soient zoonotiques, c’est-à-dire transmises par les animaux, et que le nombre de ces zoonoses ait quadruplé depuis 50 ans (4). Ebola, le Sras, la grippe H5N1, le VIH, le Covid-19 et tant d’autres virus animaux devenus mortellement humains par le saccage des milieux naturels, la mondialisation des échanges, les concentrations urbaines, l’effondrement de la biodiversité.

La sédentarisation d’une partie de l’espèce humaine et la domestication des animaux avaient permis la transmission d’agents infectieux des animaux aux hommes. Cette transmission s’est amplifiée avec l’élevage industriel, le braconnage, le trafic d’animaux sauvages et la création des parcs animaliers.

La déforestation, les grands travaux, l’irrigation, le tourisme de masse, l’urbanisation détruisent l’habitat de la faune sauvage et rabattent mécaniquement celle-ci vers les zones d’habitat humain. Ce ne sont pas le loup et la chauve-souris qui envahissent les villes, mais les villes qui envahissent le loup et la chauve-souris.

La société industrielle nous entasse. Dans les métropoles, où les flux et les stocks d’habitants sont régulés par la machinerie cybernétique. La métropole, organisation rationnelle de l’espace social, doit devenir, selon les plans des technocrates, l’habitat de 70 % des humains d’ici 2050. Leur technotope. Ville-machine pour l’élevage industriel des hommes-machines (5).

Entassés sur la terre entière, nous piétinons les territoires des grands singes, des chauves-souris, des oies sauvages, des pangolins. Promiscuité idéale pour les contagions (du latin tangere : toucher). Sans oublier le chaos climatique. Si vous craignez les virus, attendez que fonde le permafrost.

Faut-il le rappeler ? L’humain, animal politique, dépend pour sa survie de son biotope naturel et culturel (sauf ceux qui croient que « la nature n’existe pas » et qui se pensent de pures (auto)constructions, sûrement immunisées contre les maladies zoonotiques). La société industrielle prospère sur une superstition : on pourrait détruire le biotope sans affecter l’animal. Deux cents ans de guerre au vivant (6) ont stérilisé les sols, vidé forêts, savanes et océans, infecté l’air et l’eau, artificialisé l’alimentation et l’environnement naturel, dévitalisé les hommes. Le progrès sans merci des nécrotechnologies nous laisse une Terre rongée à l’os pour une population de 7 milliards d’habitants. Le virus n’est pas la cause, mais la conséquence de la maladie industrielle.

Mieux vaut prévenir que guérir. Si l’on veut éviter de pires pandémies, il faut sortir de la société industrielle. Rendre son espace à la vie sauvage – ce qu’il en reste –, arrêter l’empoisonnement du milieu et devenir des Chimpanzés du futur : des humains qui de peu font au mieux.

2. La technologie est la continuation de la guerre – de la politique – par d’autres moyens. La société de contrainte, nous y entrons.
Nul moins que nous ne peut se dire surpris de ce qui arrive. Nous l’avions prédit, nous et quelques autres, les catastrophistes, les oiseaux de mauvais augure, les Cassandre, les prophètes de malheur, en 2009, dans un livre intitulé À la recherche du nouvel ennemi. 20012025: rudiments d’histoire contemporaine :

« Du mot “crise” découlent étymologiquement le crible, le crime, l’excrément, la discrimination, la critique et, bien sûr, l’hypocrisie, cette faculté d’interprétation. La crise est ce moment où, sous le coup de la catastrophe – littéralement du retournement (épidémie, famine, séisme, intempérie, invasion, accident, discorde) –, la société mise sens dessus dessous retourne au chaos, à l’indifférenciation, à la décomposition, à la violence de tous contre tous (René Girard, La Violence et le Sacré, Le Bouc émissaire, et toute la théorie mimétique). Le corps social malade, il faut purger et saigner, détruire les agents morbides qui l’infectent et le laissent sans défense face aux agressions et calamités. La crise est ce moment d’inquisition, de détection et de diagnostic, où chacun cherche sur autrui le mauvais signe qui dénonce le porteur du maléfice contagieux, tremblant qu’on ne le découvre sur lui et tâchant de se faire des alliés, d’être du plus grand nombre, d’être comme tout le monde. Tout le monde veut être comme tout le monde. Ce n’est vraiment pas le moment de se distinguer ou de se rendre intéressant. […]

Et parmi les plus annoncées dans les années à venir, la pandémie, qui mobilise aussi bien la bureaucratie mondiale de la santé, que l’armée et les autorités des mégalopoles. Nœuds de communication et foyers d’incubation, celles-ci favorisent la diffusion volontaire ou accidentelle de la dengue, du chikungunya, du Sras ou de la dernière version de la grippe, espagnole, aviaire, mexico-porcine, etc. […] Bien entendu, cette “crise sanitaire” procède d’une “crise de civilisation”, comme on dit “maladie de civilisation”, inconcevable sans une certaine monstruosité sociale et urbaine, sans industrie, notamment agro-alimentaire et des transports aériens. […]

On voit l’avantage que le pouvoir et ses agents Verts tirent de leur gestion des crises, bien plus que de leur solution. Celles-ci, après avoir assuré pléthore de postes et de missions d’experts aux technarques et aux gestionnaires du désastre, justifient désormais, dans le chaos annoncé de l’effondrement écologique, leur emprise totale et durable sur nos vies. Comme l’État et sa police sont indispensables à la survie en monde nucléarisé, l’ordre vert et ses technologies de contrôle, de surveillance et de contrainte sont nécessaires à notre adaptation au monde sous cloche artificiel. Quant aux mauvais Terriens qui – défaillance ou malfaisance – compromettent ce nouveau bond en avant du Progrès, ils constituent la nouvelle menace pour la sécurité globale. »

Au risque de se répéter : avant, on n’en est pas là ; après, on n’en est plus là. Avant, on ne peut pas dire ça. Après, ça va sans dire.

L’ordre sanitaire offre une répétition générale, un prototype à l’ordre Vert. La guerre est déclarée, annonce le président Macron. La guerre, et plus encore la guerre totale, théorisée en 1935 par Ludendorff, exige une mobilisation totale des ressources sous une direction centralisée. Elle est l’occasion d’accélérer les processus de rationalisation et de pilotage des sans-pouvoir, au nom du primat de l’efficacité. Rien n’est plus rationnel ni plus voué à l’efficacité que la technologie. Le confinement doit être hermétique, et nous avons les moyens de le faire respecter.

Drones de surveillance en Chine et dans la campagne picarde ; géolocalisation et contrôle vidéo des contaminés à Singapour ; analyse des données numériques et des conversations par l’intelligence artificielle pour tracer les contacts, déplacements et activités des suspects en Israël (8). Une équipe du Big Data Institute de l’université d’Oxford développe une application pour smartphone qui géolocalise en permanence son propriétaire et l’avertit en cas de contact avec un porteur du virus. Selon leur degré de proximité, l’application ordonne le confinement total ou la simple distance de sécurité, et donne des indications aux autorités pour désinfecter les lieux fréquentés par le contaminé (9).

« Les données personnelles, notamment les données des opérateurs téléphoniques, sont aussi utilisées pour s’assurer du respect des mesures de quarantaine, comme en Corée du Sud ou à Taïwan. C’est aussi le cas en Italie, où les autorités reçoivent des données des opérateurs téléphoniques, ont expliqué ces derniers jours deux responsables sanitaires de la région de Lombardie. Le gouvernement britannique a également obtenu ce type d’information de la part d’un des principaux opérateurs téléphoniques du pays (10). »

En France, Jean-François Delfraissy, le président du Comité consultatif national d’éthique et du « conseil scientifique » chargé de la crise du coronavirus, évoque l’éventualité du traçage électronique au détour d’un entretien radiophonique.

« La guerre est donc un acte de violence destiné à contraindre l’adversaire à exécuter notre volonté. » Ceux-là même qui n’ont pas lu Clausewitz, savent aujourd’hui que la technologie est la continuation de la guerre par d’autres moyens. La pandémie est le laboratoire du techno-totalitarisme, ce que les opportunistes technocrates ont bien compris. On ne rechigne pas en période d’accident nucléaire ou d’épidémie. La technocratie nous empoisonne puis elle nous contraint, au motif de nous protéger de ses propres méfaits.

Nous le disons depuis quinze ans : « La société de contrôle, nous l’avons dépassée ; la société de surveillance, nous y sommes ; la société de contrainte, nous y entrons. »

Ceux qui ne renoncent pas à l’effort d’être libres reconnaîtront avec nous que le progrès technologique est l’inverse et l’ennemi du progrès social et humain.

3. Les experts aux commandes de l’état d’urgence : le pouvoir aux pyromanes pompiers.
Nous ayant conduits à la catastrophe, les experts de la technocratie prétendent nous en sauver, au nom de leur expertise techno-scientifique. Il n’existe qu’une seule meilleure solution technique, ce qui épargne de vains débats politiques. « Écoutez les scientifiques ! » couine Greta Thunberg. C’est à quoi sert l’état d’urgence sanitaire et le gouvernement par ordonnances : à obéir aux « recommandations » du « conseil scientifique » et de son président Jean-François Delfraissy.

Ce conseil, créé le 10 mars par Olivier Véran (11), à la demande du président Macron, réunit des experts en épidémiologie, infectiologie, virologie, réanimation, modélisation mathématique, sociologie et anthropologie. Les prétendues « sciences humaines » étant comme d’habitude chargées d’évaluer l’acceptabilité des décisions techniques – en l’occurrence la contrainte au nom de l’intérêt supérieur de la santé publique.

Excellent choix que celui de Delfraissy, un homme qui vit avec son temps, ainsi que nous l’avons découvert à l’occasion des débats sur la loi de bioéthique :

« Il y a des innovations technologiques qui sont si importantes qu’elles s’imposent à nous. […] Il y a une science qui bouge, que l’on n’arrêtera pas (12). »

Ces cinquante dernières années en effet, les innovations techno-scientifiques se sont imposées à nous à une vitesse et avec une violence inégalées. Inventaire non exhaustif : nucléarisation de la planète ; OGM et biologie synthétique ; pesticides, plastiques et dérivés de l’industrie chimique ; nanotechnologies ; reproduction artificielle et manipulations génétiques ; numérisation de la vie ; robotique ; neurotechnologies ; intelligence artificielle ; géo-ingénierie.

Ces innovations, cette « science qui bouge », ont bouleversé le monde et nos vies pour produire la catastrophe écologique, sociale et humaine en cours et dont les progrès s’annoncent fulgurants. Elles vont continuer leurs méfaits grâce aux 5 milliards d’euros que l’État vient de leur allouer à la faveur de la pandémie, un effort sans précédent depuis 1945. Tout le monde ne mourra pas du virus. Certains en vivront bien.

On ignore quelle part de ces 5  milliards ira par exemple aux laboratoires de biologie de synthèse, comme celui du Genopole d’Évry. La biologie de synthèse, voilà une « innovation si importante qu’elle s’impose à nous ». Grâce à elle, et à sa capacité à fabriquer artificiellement des organismes vivants, les scientifiques ont recréé le virus de la grippe espagnole qui tua plus que la Grande Guerre en 1918 (13).

Destruction/réparation : à tous les coups les pyromanes pompiers gagnent. Leur volonté de puissance et leur pouvoir d’agir ont assez ravagé notre seule Terre. Si nous voulons arrêter l’incendie, retirons les allumettes de leurs mains, cessons de nous en remettre aux experts du système techno-industriel, reprenons la direction de notre vie.

4. L’incarcération de l’homme-machine dans le monde-machine. L’effet cliquet de la vie sans contact.
Le contact, c’est la contagion. L’épidémie est l’occasion rêvée de nous faire basculer dans la vie sous commande numérique. Il ne manquait pas grand-chose, les Terriens étant désormais tous greffés de prothèses électroniques. Quant aux attardés, ils réduisent à toute allure leur fracture numérique ces jours-ci, afin de survivre dans le monde-machine contaminé :

« Les ventes d’ordinateurs s’envolent avec le confinement. […] Tous les produits sont demandés, des équipements pour des vidéoconférences à l’ordinateur haut de gamme pour télétravailler en passant par la tablette ou le PC à petit prix pour équiper un enfant. Les ventes d’imprimantes progressent aussi. Les Français qui en ont les moyens financiers sont en train de reconstituer leur environnement de travail à la maison (14). »

Nous serions bien ingrats de critiquer la numérisation de nos vies, en ces heures où la vie tient au sans-fil et au sans-contact. Télétravail, téléconsultations médicales, commandes des produits de survie sur Internet, cyber-école, cyber-conseils pour la vie sous cloche – « Comment occuper vos enfants ? », « Que manger ? », « Tuto confinement avec l’astronaute Thomas Pesquet », « Organisez un Skypéro », « Dix séries pour se changer les idées », « Faut-il rester en jogging ? » « “Grâce à WhatsApp, je ne me suis jamais sentie aussi proche de mes amis”, constate Valeria, 29 ans, chef de projet en intelligence artificielle à Paris. »

Dans la guerre contre le virus, c’est la Machine qui gagne. Mère Machine nous maintient en vie et s’occupe de nous. Quel coup d’accélérateur pour la « planète intelligente » et ses smart cities (16). L’épidémie passée, quelles bonnes habitudes auront été prises, que les Smartiens ne perdront plus. Ainsi, passé les bugs et la période d’adaptation, l’école à distance aura fait ses preuves. Idem pour la télémédecine qui remplacera les médecins dans les déserts médicaux comme elle le fait en ces temps de saturation hospitalière. La « machinerie générale » (Marx) du monde-machine est en train de roder ses procédures dans une expérience à l’échelle du laboratoire planétaire.

Rien pour inquiéter la gauche et ses haut-parleurs. Les plus extrêmes, d’Attac à Lundi matin, en sont encore à conspuer le capitalisme, le néolibéralisme, la casse des services publics et le manque de moyens. Une autre épidémie est possible, avec des masques et des soignants bien payés, et rien ne serait arrivé si l’industrie automobile, les usines chimiques, les multinationales informatiques avaient été gérées collectivement, suivant les principes de la planification démocratique assistée par ordinateur.

Nous avons besoin de masques et de soignants bien payés. Nous avons surtout besoin de regarder en face l’emballement du système industriel, et de combattre l’aveuglement forcené des industrialistes.

Nous, anti-industriels, c’est-à-dire écologistes conséquents, avons toujours été minoritaires. Salut à Giono, Mumford, Ellul & Charbonneau, Orwell et Arendt, Camus, Saint Exupéry, et à quelques autres qui avaient tout vu, tout dit. Et qui nous aident à penser ce qui nous arrive aujourd’hui.

Puisque nous avons du temps et du silence, lisons et méditons. Au cas où il nous viendrait une issue de secours.

Pièces et main-d’œuvre
Grenoble, 22 mars 2020

Notes

1. Rappel : la pollution de l’air tue chaque année 48 000 Français et plus de 100 Grenoblois.
2. http://www.actu-environnement.com, 20/03/20.
3. Idem.
4. Revues Nature et Science, citées par Wikipedia.
5. Cf. Retour à Grenopolis, Pièces et main-d’œuvre, mars 2020, http://www.piecesetmaindoeuvre.com
6. Cf. J.-P. Berlan, La guerre au vivant, Agone, 2001.
7. Pièces et main-d’œuvre, À la recherche du nouvel ennemi. 2001-2025 : rudiments d’histoire contemporaine, Éditions L’Échappée, 2009.
8. « Israël approves mass surveillance to fight coronavirus », https://www.ynetnews.com, 17/03/20
9. https://www.bdi.ox.ac.uk/news/infectious-disease-experts-provide
10. Le Monde, 20/03/20.
11. Le nouveau ministre de la Santé est un médecin grenoblois, député LREM après avoir été suppléant de la socialiste Geneviève Fioraso, ex-ministre de la Recherche. Selon Le Monde, « un ambitieux “inconnu” » qui « sait se placer » (lemonde.fr, 23/03/20).
12. Jean-François Delfraissy, entretien avec Valeurs actuelles, 3/03/18
13. Virus recréé en 2005 par l’équipe du professeur Jeffrey Taubenberger de l’Institut de pathologie de l’armée américaine, ainsi que par des chercheurs de l’université Stony Brook de New York.
14. http://www.lefigaro.fr, 19/03/20.
15. Le Monde, 19/03/20.
16. Cf. « Ville machine, société de contrainte », Pièces et main-d’œuvre, in Kairos, mars 2020 et sur http://www.piecesetmaindoeuvre.com

(Mis en ligne le 22 mars 2020 sur le site de Pièces et main d’œuvre)

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